Entrevista publicada en La Ventana. Portal informativo de la Casa de las Americas y reproducida en la revista Espacio Laical.
¿En algún momento resultó un inconveniente cultivar paralelamente la amistad con marxistas, creyentes, exiliados?
—Eso nunca fue un problema, ni antes ni después de la Revolución. Para mí las relaciones humanas, y la amistad en particular, tienen que estar por encima de todo. Me he sentido capaz de ser amigo, antes y ahora, de personas que piensan como yo y de personas que no piensan como yo. Por otra parte, uno tiene que ser transparente. Nunca he ocultado mi pensamiento ni me gusta que me lo oculten, porque además, no menosprecio a nadie, ni me disgusto con nadie porque piense distinto a mí, ni en materia religiosa, ni en política, ni en ninguna otra. Se intercambian puntos de vista y se discuten si se tienen que discutir, pero nada más.
«Eso lo aprendí con mi familia: como esta había estado en implicada en política desde la colonia, muchas veces se dividía en bandos. Por ejemplo, en la República, no todos los Menocal apoyaron a tío Mario, pero eso era una cosa, y otra, la familia. No todos los de Céspedes estuvieron siempre del mismo bando. “Tú tienes esta postura, nosotros esta otra, pero todos somos familia.” Me lo enseñaron en mi casa desde muy niño, y lo agradecí, porque después en la vida, sin que me lo haya propuesto, he sido muy espontáneo en mis relaciones, sin tener demasiado en cuenta que el otro piense así o asao.
«Además, yo soy de esta manera con muchos amigos míos, pero la misma actitud que mantengo con ellos, de amistad, de servicio, de cercanía, de compartir alegrías, problemas, penas, igual la he recibido de parte de ellos. Ahora, con motivo de mi enfermedad, desde que me empezó el cáncer, he tenido tantas muestras de amistad y de cariño de personas cercanas a mí, religiosa o familiarmente, como de aquellos que no lo son, ateos, marxistas, revolucionarios. Las amistades me han apoyado y acompañado a lo largo de todo este proceso que ya lleva tres o cuatro años, aunque estoy mejor ahora, a Dios gracias.»
¿La jerarquía eclesiástica cubana incomprendió alguna vez su inclinación por las artes y su cercanía con quienes las cultivaban?
—Tanto decir “la jerarquía”, no. Se habla de “la jerarquía” y se piensa en los obispos. Imagino que unos mirarían eso con simpatía y otros no. Cuando era joven y tenía treinta o treinta y pico de años, me daba la impresión de que algunos sacerdotes de los mayores que me trataban con mucho cariño y con mucha atención, veían con cierta preocupación que fuera tan amigo de escritores, poetas, bailarines de ballet. Quizá les parecía que iba a ser un sacerdote mundano. Ya ha pasado el tiempo y se sabe que eso no ha significado un deterioro en mi vida sacerdotal y que sigo siendo amigo de aquellos que también ya son mayores como la misma Alicia, quien hace poco me dijo: “Mira que hace años que nosotros nos conocemos.” (Se ríe). Toda una vida.
Texto completo aqui
«Eso lo aprendí con mi familia: como esta había estado en implicada en política desde la colonia, muchas veces se dividía en bandos. Por ejemplo, en la República, no todos los Menocal apoyaron a tío Mario, pero eso era una cosa, y otra, la familia. No todos los de Céspedes estuvieron siempre del mismo bando. “Tú tienes esta postura, nosotros esta otra, pero todos somos familia.” Me lo enseñaron en mi casa desde muy niño, y lo agradecí, porque después en la vida, sin que me lo haya propuesto, he sido muy espontáneo en mis relaciones, sin tener demasiado en cuenta que el otro piense así o asao.
«Además, yo soy de esta manera con muchos amigos míos, pero la misma actitud que mantengo con ellos, de amistad, de servicio, de cercanía, de compartir alegrías, problemas, penas, igual la he recibido de parte de ellos. Ahora, con motivo de mi enfermedad, desde que me empezó el cáncer, he tenido tantas muestras de amistad y de cariño de personas cercanas a mí, religiosa o familiarmente, como de aquellos que no lo son, ateos, marxistas, revolucionarios. Las amistades me han apoyado y acompañado a lo largo de todo este proceso que ya lleva tres o cuatro años, aunque estoy mejor ahora, a Dios gracias.»
¿La jerarquía eclesiástica cubana incomprendió alguna vez su inclinación por las artes y su cercanía con quienes las cultivaban?
—Tanto decir “la jerarquía”, no. Se habla de “la jerarquía” y se piensa en los obispos. Imagino que unos mirarían eso con simpatía y otros no. Cuando era joven y tenía treinta o treinta y pico de años, me daba la impresión de que algunos sacerdotes de los mayores que me trataban con mucho cariño y con mucha atención, veían con cierta preocupación que fuera tan amigo de escritores, poetas, bailarines de ballet. Quizá les parecía que iba a ser un sacerdote mundano. Ya ha pasado el tiempo y se sabe que eso no ha significado un deterioro en mi vida sacerdotal y que sigo siendo amigo de aquellos que también ya son mayores como la misma Alicia, quien hace poco me dijo: “Mira que hace años que nosotros nos conocemos.” (Se ríe). Toda una vida.
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1 comment:
de verdad que el post dice cosas bien interesantes.
saludos gaspar. G.A.
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