Antecesores como Martí, Bolívar o Marx, son utilizados en cada instante para justificar los actos del presente. Así, Martí pudo ser el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada; Bolívar es quien guía el camino ideológico que sigue la Venezuela de hoy y Marx es una especie de dios cuyas reflexiones económicas, políticas,…, son el equivalente a textos sagrados donde encontramos todas las respuestas al mundo contemporáneo, tanto sociales como individuales, que en clave marxista son una misma cosa.
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En uno u otro bando (izquierda-derecha, liberal-conservador,…) existen personajes reconocidos y autorizados a interpretar libremente y brindar(nos) versiones autorizadas (algo así como revisadas, corregidas, aumentadas o disminuidas) de lo que serían los dictados de estos seres para nuestras vidas de hoy.
Los que no son reconocidos y autorizados como tales, pasan entonces a engrosar las filas de los revisionistas y herejes, que en circunstancias normales solo tienen sentencias de excomunión ideológica. En circunstancias tumultuosas, las secuelas son mas serias, pues van desde la prisión hasta, con (buena) suerte, engrosar las filas de los batallones del plan payama.
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Como cada bando se siente dueño de estos patriarcas del pensamiento, los utilizan según sus necesidades cotidianas de poder (cualquiera que esta sea). Paradigma en este juego de irresponsabilidad histórica, de achacar a otros los actos propios, es nuestro (llamado) héroe nacional José Martí, canonizado por Mañach como el Apóstol.
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Nuestro Apóstol esta ahí, sentado en esa Plaza que Batista le (o se) construyó y que bautizó como Plaza Cívica, que (un tiempito después) Fidel re- bautizó como Plaza de la Revolución, y que luego quien sabrá cual plaza será. Mientras tanto, continua sentado a la sombra de la raspadura sin entender nada .
Gaspar, El Lugareño
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Incluyo tres ejemplos de exaltación a Martí desde la diversidad ideológica:
¿Qué haría él, si viviese? ¿Qué haría si le hubiera tocado, no aquella hora grande, de netas alternativas históricas, sino esta hora crítica, confusa, en que se tienen que debatir contra el denso aprovechamiento los ideales dispersos –en que unos van por el catolicismo, otros por el comunismo, otros se aferran a un democratismo casi desesperado, otros todavía piensan en dictaduras salvadoras? ¿Qué haría él, para unir todo ese idealismo, o ideísmo nacido, nacido como de la misma ansia, pero incapaz de articularse para una acción remediadora y creadora? ¿Qué haría él, con hombres de esta pequeña talla que al idealismo le han ido quedando? Y con estos que prometían tanto, pero al llegar al poder hicieron lo mismo o peor que los otros?.. El mal de Cuba no es que esté toda ella corrompida, sino que ha caído en manos corrompidas. Bueno, ¿no habría que empezar por explicar esa inversión de nuestra vida pública? en Si Marti levantara la cabeza, por Jorge Mañach
¿Qué haría él, si viviese? ¿Qué haría si le hubiera tocado, no aquella hora grande, de netas alternativas históricas, sino esta hora crítica, confusa, en que se tienen que debatir contra el denso aprovechamiento los ideales dispersos –en que unos van por el catolicismo, otros por el comunismo, otros se aferran a un democratismo casi desesperado, otros todavía piensan en dictaduras salvadoras? ¿Qué haría él, para unir todo ese idealismo, o ideísmo nacido, nacido como de la misma ansia, pero incapaz de articularse para una acción remediadora y creadora? ¿Qué haría él, con hombres de esta pequeña talla que al idealismo le han ido quedando? Y con estos que prometían tanto, pero al llegar al poder hicieron lo mismo o peor que los otros?.. El mal de Cuba no es que esté toda ella corrompida, sino que ha caído en manos corrompidas. Bueno, ¿no habría que empezar por explicar esa inversión de nuestra vida pública? en Si Marti levantara la cabeza, por Jorge Mañach
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Ahora, junto con el gigante de Tréveris, regresan Bolívar, Martí, los próceres y pensadores de Nuestra América y regresa el Che, con su adarga al brazo, para señalarnos el camino de la total y definitiva independencia de nuestros pueblos en Marxismo, Crisis económica y lucha de los pueblos, por Armando Hart
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La cumbre cubana de la lucha por los derechos humanos la ocupa José Martí. Su primera denuncia pública apareció en El presidio político en Cuba. Tenía 18 años. Estaba en Madrid. Acusó a España de cruel indiferencia ante ''la petición de los derechos'' para su patria: al comienzo de la Guerra Grande había dicho Carlos Manuel de Céspedes: ``Los cubanos no pueden hablar, no pueden escribir, no pueden ni siquiera pensar [...] La isla de Cuba no puede estar privada de los derechos que gozan otros pueblos, y no puede consentir que se diga que no sabe más que sufrir'', en Martí y los derechos humanos por Carlos Ripoll
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de todas maneras es la cultura popular la que realmente difunde el conocimiento,
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