Santa Clara, la ciudad que el 22 de enero de 1998, acogió la celebración de la primera Misa del Papa Juan Pablo II en Cuba, dedicada a la familia, donde el Mensajero de la Verdad y la Esperanza, invitaba a toda la nación: “Cuba cuida a tus familias para que conserves sano tu corazón”, amaneció este sábado 23 de febrero acogiendo a cientos de personas que se trasladaban en peregrinación religiosa desde muchos pueblos de toda la Diócesis, que comprende las provincias civiles de Villa Clara y Sancti Spíritus y desde las vecinas de Cienfuegos, Ciego de Ávila, Matanzas y Camaguey, para celebrar junto al Cardenal Tarcisio Bertone, S.D.B., Secretario de Estado de la Santa Sede, los 10 años de aquellos días inolvidables. Muchos de ellos venían con sus pullovers blancos, donde se veía la foto sonriente del Siervo de Dios Juan Pablo II, a la vez que en sus rostros y miradas, traían las alegrías y esperanzas de sus respectivas familias y comunidades.
A las 8 de la mañana fue acogida en el lugar de la celebración, la imagen peregrina de la Virgen de la Caridad, imagen que a finales de 1996, fue ofrecida a Mons. Fernando Prego, Obispo de Santa Clara, por una familia católica, para que recorriera todos los rincones de la Diócesis, presidiendo la misión preparatoria a la Visita del Papa Juan Pablo II a la ciudad de Santa Clara. Esta imagen atrajo y convocó a tantas personas en aquellos meses de 1997, que comenzó a llamarse por todos, “La Virgen peregrina”.
Delante de esta imagen oro el Papa Juan Pablo II, aquel 22 de enero de 1998 y en sus manos fue colocado un rosario, que el Siervo de Dios envío desde el Vaticano, el 8 de septiembre del 2002, con el Cardenal Tarcisio Bertone, siendo Arzobispo de Génova, cuando estuvo en la ciudad para coronarla.
Momentos antes de comenzar la celebración eucarística, en el Convento de las Siervas de Jesús, el Cardenal Bertone dirigió unas palabras a los diáconos, sacerdotes y obispos allí presentes, haciendo presente la cercanía del Papa Benedicto XVI, comentando que antes de comenzar esta visita pastoral a nuestra tierra, había estado orando en la tumba de Juan Pablo II, por toda la Iglesia y el pueblo cubano.
Mons. Arturo González Amador, segundo Obispo de Santa Clara, acogió con palabras sencillas y afectuosas al Cardenal Bertone, al comenzar la celebración, recordando aquellos momentos inolvidables de enero de 1998 y pidiéndole que en su oración en el altar tuviera presente a toda la familia cubana, a los que estaban presentes, a los que habían quedado en sus casas y no habían podido peregrinar al lugar por diferentes motivos y a los hijos de esta tierra, que estaban por muchas razones dispersos por el mundo.
En su homilía el Cardenal Bertone hizo presente “el saludo y el afecto del Papa a todos los lugares de esta Diócesis”, a la vez que recordaba a los presentes que “el Señor los quiere y nunca los deja solos”. Como buen salesiano, el Cardenal Bertone no olvido a los jóvenes y les invitó a que abrieran su corazón a Jesucristo, a que pusieran en él su mirada y confiaran todos sus anhelos y esperanzas.
Momentos hermosos de la celebración fueron:
- La presencia de 206 acólitos, pertenecientes a todas las comunidades de la Diócesis, que encabezaban la procesión de los ministros del altar.
- El envío misionero de un grupo de niños y adolescentes de la Infancia Misionera, que recibieron de manos del cardenal la cruz misionera, que los envía a anunciar el Evangelio en sus familias, escuelas y pueblos.
- El acercarse al altar a 50 personas que fueron escogidas, representando a todas las comunidades cristianas para que recibieran la comunión de manos del cardenal.
Al finalizar la celebración, el Cardenal Bertone se acercó hasta el monumento levantado en el lugar, en recuerdo de la primera Misa celebrada por Juan Pablo II en suelo cubano, para bendecirlo y orar ante la estatua del Siervo de Dios.
La construcción de este monumento comenzó el 17 de noviembre y tiene como centro una estatua de Juan Pablo II, regalada por el Cardenal Secretario de Estado, debajo de un techo en forma de curva, que evoca la Loma del Capiro, signo de la ciudad y a un lado las palabras del Siervo de Dios: “ABRAN LAS PUERTAS A CRISTO”.
Los peregrinos marcharon a sus comunidades respectivas, con la alegría de quien ha estado celebrando la fe, orando, dando gracias por la bendiciones recibidas y con la huella en el corazón de la mirada de esperanza que queda en el que contempla la estatua del Siervo de Dios, que hace decir a muchos en estos días, que Santa Clara, es la ciudad del Papa en Cuba.
Muchos testimonios he escuchado de las casi doscientas personas que me acompañaron a esta peregrinación, que ha hecho de este día 23 de febrero, como lo había hecho del 22 de enero de 1998, una jornada inolvidable, quisiera quedarme con uno, me lo ha dejado escrito Laura Lucía, niña misionera de Quemado de Guines, de 11 años:
“La mañana de hoy fue muy diferente a las demás, porque estuvo llena de paz y felicidad. Sucedieron cosas muy hermosas y bonitas, la que más me impresiono fue el monumento de Juan Pablo II. Había mucho sol, pero acudieron muchas personas.”
Texto y Fotos/P. Raúl Rodriguez. Santa Clara
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