Foto/Konstrition. FlickrA Ricardo Alarcón el flamante presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, le han encomendado el papel de ser el vocero desagradable de la llamada revolución cubana. Le asignan encuentros, que de antemano se sabe que son batallas pérdidas y hacer declaraciones públicas que nadie se cree. Le ha tocado ser el más caradura en ese grupo de caraduras, al que le llaman (descafeinadamente) las autoridades cubanas.
Pero tanto habla Ricardo, que algunas veces sin darse cuenta, se le escapan verdades que contradicen el discurso oficial y hasta algo gracioso llega a ser, en ocasiones, por las ridiculeces que dice.
Dos de los ejemplos recientes. Primero, me referiré al encuentro con los estudiantes de la UCI a inicios de este año. Donde los discípulos, entre otras cuestiones, confesaron que no conocen cuál es el proyecto de la revolución, (creo que esto nadie lo sabe, al parecer es meter más gente presa por expresar lo que piensa, vender azadones a sobreprecio a los campesinos, tostadoras de pan en el 2010, y helado en las montañas bayamesas. Inexplicablemente, esto ha sido suficiente para que el neo-dictador cubano reciba más elogios que muchacha en su fiesta de quince).
Volviendo al comediante (con perdón de los comediantes) Alarcón, en el encuentro de la UCI los estudiantes le plantearon que deseaban viajar, no solo a los hoteles del país (otro de los gigantescos cambios anunciados por las nuevas autoridades que será implementado, al parecer, en un futuro no muy lejano) sino también darse, de cuando en cuando, su vueltecita por el extranjero, algo muy apreciado en la Isla cárcel y por lo que los cubanos están dispuestos a dar (casi) todo y un poquito más.
El Parlamentario, por supuesto no se refirió al hecho de que la exclusión de los nacionales en el disfrute de la mayor cantidad de las instalaciones turísticas del país, es un delito del gobierno contra la (des)Constitución, además de ser un ejemplo claro de apartheid, figura delictiva penada en el Código Penal vigente. En cuanto al tema de los viajes afuera, justificó la prohibición a los criollos a viajar libremente alrededor del planeta, porque esto podría desembocar en un posible tranque aéreo mundial (uno de sus mejores chistes), pero acto seguido sufre (inconscientemente) de un arranque (al parecer) de sinceridad y dice:
"Ojalá todos los cubanos pudieran salir y conocer el mundo exterior. Yo creo que ese sería el fin de la batalla ideológica en este país."
Por supuesto Alarcón, ¿cómo se te ocurre?, si los cubanos pudieran viajar libremente, comprar un pasaje en una Agencia de Viajes o por internet, (internet en Cuba, me suena) a precios fijados de acuerdo a sus salarios y sin tener que pedir permiso a nadie, se acabaría en un santiamén la "batalla ideológica". No podrían Uds. engañar ni un segundo más a más nadie en la Isla (valga la redundancia de los más, en el país de los menos). Coincido plenamente con Ud. en esta reflexión lúcida y franca, como pocas entre todas las que ha expresado en su (extensa) política vida.
El otro ejemplo que quiero comentar, es el que al parecer Alarcón no está tan seguro de la eternidad del socialismo en la Isla, como reza la Constitución de acuerdo a la enmienda que se le introdujo por decreto en junio de 2002, con aquello de que el socialismo en su versión caimanística es “irrevocable”. En su declaración a El Financiero en línea, augura que “hay socialismo cubano para rato”, lo que se pudiera interpretar como que el final del socialismo en la ínsula barataria sería sólo una cuestión de paciencia y de esperar un "rato".
Pero tanto habla Ricardo, que algunas veces sin darse cuenta, se le escapan verdades que contradicen el discurso oficial y hasta algo gracioso llega a ser, en ocasiones, por las ridiculeces que dice.
Dos de los ejemplos recientes. Primero, me referiré al encuentro con los estudiantes de la UCI a inicios de este año. Donde los discípulos, entre otras cuestiones, confesaron que no conocen cuál es el proyecto de la revolución, (creo que esto nadie lo sabe, al parecer es meter más gente presa por expresar lo que piensa, vender azadones a sobreprecio a los campesinos, tostadoras de pan en el 2010, y helado en las montañas bayamesas. Inexplicablemente, esto ha sido suficiente para que el neo-dictador cubano reciba más elogios que muchacha en su fiesta de quince).
Volviendo al comediante (con perdón de los comediantes) Alarcón, en el encuentro de la UCI los estudiantes le plantearon que deseaban viajar, no solo a los hoteles del país (otro de los gigantescos cambios anunciados por las nuevas autoridades que será implementado, al parecer, en un futuro no muy lejano) sino también darse, de cuando en cuando, su vueltecita por el extranjero, algo muy apreciado en la Isla cárcel y por lo que los cubanos están dispuestos a dar (casi) todo y un poquito más.
El Parlamentario, por supuesto no se refirió al hecho de que la exclusión de los nacionales en el disfrute de la mayor cantidad de las instalaciones turísticas del país, es un delito del gobierno contra la (des)Constitución, además de ser un ejemplo claro de apartheid, figura delictiva penada en el Código Penal vigente. En cuanto al tema de los viajes afuera, justificó la prohibición a los criollos a viajar libremente alrededor del planeta, porque esto podría desembocar en un posible tranque aéreo mundial (uno de sus mejores chistes), pero acto seguido sufre (inconscientemente) de un arranque (al parecer) de sinceridad y dice:
"Ojalá todos los cubanos pudieran salir y conocer el mundo exterior. Yo creo que ese sería el fin de la batalla ideológica en este país."
Por supuesto Alarcón, ¿cómo se te ocurre?, si los cubanos pudieran viajar libremente, comprar un pasaje en una Agencia de Viajes o por internet, (internet en Cuba, me suena) a precios fijados de acuerdo a sus salarios y sin tener que pedir permiso a nadie, se acabaría en un santiamén la "batalla ideológica". No podrían Uds. engañar ni un segundo más a más nadie en la Isla (valga la redundancia de los más, en el país de los menos). Coincido plenamente con Ud. en esta reflexión lúcida y franca, como pocas entre todas las que ha expresado en su (extensa) política vida.
El otro ejemplo que quiero comentar, es el que al parecer Alarcón no está tan seguro de la eternidad del socialismo en la Isla, como reza la Constitución de acuerdo a la enmienda que se le introdujo por decreto en junio de 2002, con aquello de que el socialismo en su versión caimanística es “irrevocable”. En su declaración a El Financiero en línea, augura que “hay socialismo cubano para rato”, lo que se pudiera interpretar como que el final del socialismo en la ínsula barataria sería sólo una cuestión de paciencia y de esperar un "rato".
Gaspar, El Lugareño.
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Muy bueno !!!!!!!
ReplyDeletejuanKa.
dicen que el socialismo ha muerto, pero el velorio es largooo...
ReplyDelete;)nos vemos,
g.a.