XIV
El da sus clasecitas de Inglés y con eso se defiende. Tiene dos o tres alumnos dispuestos a pagarle casi medio CUC por lecciones. Todos quieren emigrar, y aprender Inglés rápido, muy rápido, esa es la condición que le piden. El se esmera por complacerlos. Escuchan y repitan una vieja grabación, tratan de imaginarse “speaking” como los Yumas y masticando mucho chicle de balón. Por ahora no pasan del —yes sir, no madam, excuse me, please, pero ya se ven en Manhattan o Las Vegas comiéndose el mundo del American Way of Life. Soñar no cuesta nada, y mientras tanto el profe se gana su platica.
XV
Los jubilados esperan al día 5 como un niño espera un juguete nuevo. Las colas interminables frente a los lugares de pago, son el plato fuerte del día. Montones de ilusiones se agolpan en sus cansados cuerpos: comprar un “dolarcito” para jabón; otros “pesitos” para dos onzitas de aceite. El resto para pagar la luz, y en el mejor de los casos, los más afortunados, el teléfono. No da más la magra renta que les toca luego de tantos años de sacrificado esfuerzo. Los que todavía están fuertes, simultanean otras ocupaciones que les redondeen el limitadísimo ingreso de sus pensiones: venden cordones para zapatos, cucuruchos de maní, cuchillitas de afeitar….Los más viejos y cansados cuentan y recuentan su limitado ingreso para todo el mes que ni siquiera es suficiente para un pequeño lujo culinario: unas libritas de carne de puerco ó un paquete de pollo de la shopping. Llegar a viejo y jubilarse es una aspiración lógica en cualquier parte menos para los cubanos de aquí y ahora. Su estado es el más parecido al de la cesación de cualquier esperanza en medio de un sobrevida que para algunos llega a ser atroz.
Por Carlos A. Peón -Casas
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ver las anteriores Estampas camagüeyanas
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