Transcurría 2004 y Cristina Kirchner, entonces senadora, tomaba por primera vez contacto con el caso de Hilda Molina. Organizaba viaje a La Habana y ponía dos condiciones: reunirse con Blanca Reyes, fundadora de la organización Damas de Blanco, y con la neurocirujana.
Para sus gestiones, citó una tarde a quien era el embajador cubano en la Argentina, Alejandro González Galiano, a la quinta de Olivos. Allí le dijo que no podía aceptar ir a la isla sin ver a ambas mujeres. Ponía como argumento su política de defensa de los derechos humanos.
En aquel momento no fue recibida en la Isla. Hoy continua presente el mismo panorama en Cuba, las Damas de Blanco pidiendo por la libertad de sus familiares y la doctora Hilda Molina sin poder viajar. Lo único que ha cambiado es la perspectiva de la ahora presidenta de la Argentina. (ver información completa en La Nación)
Para sus gestiones, citó una tarde a quien era el embajador cubano en la Argentina, Alejandro González Galiano, a la quinta de Olivos. Allí le dijo que no podía aceptar ir a la isla sin ver a ambas mujeres. Ponía como argumento su política de defensa de los derechos humanos.
En aquel momento no fue recibida en la Isla. Hoy continua presente el mismo panorama en Cuba, las Damas de Blanco pidiendo por la libertad de sus familiares y la doctora Hilda Molina sin poder viajar. Lo único que ha cambiado es la perspectiva de la ahora presidenta de la Argentina. (ver información completa en La Nación)
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