Friday, May 29, 2009

(en primicia) Acto de ingreso como Académico de Número de la Academia Cubana de la Lengua del Dr. Roberto Méndez Martínez


Ayer jueves 28 de mayo, a las cinco de la tarde, en el Paraninfo del Colegio San Jerónimo – situado en el emplazamiento del primitivo Convento de Dominicos, donde se fundara la Universidad de La Habana- tuvo lugar el acto de ingreso como Académico de Número de la Academia Cubana de la Lengua del Dr. Roberto Méndez Martínez. A pesar de que apenas un par de horas antes intensas lluvias azotaban la Ciudad, inundaban diversas vías de comunicación e incluso una tormenta local severa había tenido lugar en una zona de la Avenida del Puerto, no demasiado lejos del lugar fijado para la ceremonia, esta contó, sin embargo, con una apreciable presencia de académicos, intelectuales y amigos. Por encontrarse fuera la Ciudad el Director y el Subdirector de la institución, la sesión fue presidida por Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García Menocal.
Antes de comenzar su disertación sobre el tema “La ópera en la novela Concierto barroco de Alejo Carpentier”, el Dr. Méndez evocó al fallecido narrador y periodista Lisandro Otero, quien era titular del sillón D que él pasaba a ocupar. Destacó no sólo su valor intelectual y lo fructífero de la etapa en que fue director de la Academia, sino también su gentileza, caballerosidad y sentido de la amistad. Así mismo evocó a los camagüeyanos que en diversas épocas habían formado parte de la institución: su fundador Enrique José Varona, Mariano Aramburo, Felipe Pichardo Moya y Su Eminencia Manuel Arteaga y Betancourt, entre otros. Las palabras de respuesta estuvieron a cargo de la Dra. Luisa Campuzano Sentí, quien destacó los aportes de Méndez al estudio de esta novela de Alejo en lo que calificó como su “tercera entrada a la Academia”, pues la primera fue en sus años de estudiante universitario, cuando visitaba las sesiones públicas de esta, en casa de la poetisa Dulce María Loynaz, la segunda ocurrió en septiembre de 2006, cuando pronunció su discurso como Miembro Correspondiente, esta era pues “la tercera, y definitiva”. Como cierre del acto Monseñor Céspedes impuso a Méndez la medalla de plata o pectoral, con la letra D, que deberá usar en ceremonias solemnes de la institución y conservar mientras viva. Tras su deceso, sus herederos tienen la obligación de devolverla a la Academia para que pase al nuevo titular.
Para este poeta, ensayista, crítico de arte, investigador literario y narrador, este el segundo suceso de gran relevancia que vive en este año, pues hace pocos meses fue designado por SS Benedicto XVI como Consultor del Pontificio Consejo para la Cultura, en representación de Latinoamérica. (Texto y fotos enviados para el blog Gaspar, El Lugareño)

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