Sunday, May 10, 2009

Virulo entrevista(do) en Juventud Rebelde

—En tu creación, ¿te has sentido censurado, o te has autocensurado?

—El humor puede ser muy peligroso, porque a veces puedes estar diciendo cosas que no quieres decir. Hay que tener cuidado de no dejarse engolosinar por la risa, que puede ser una reacción muy fácil. Muchas veces, en la búsqueda de la risa te puedes poner a decir cosas que no son las que piensas. Y lo haces solo por un mecanismo de complacencia con el público y contigo mismo.

«El rigor artístico está en subir al escenario con la responsabilidad de comunicar lo que uno piensa. Creo que el humor es una expresión muy racional, muy intelectual, aunque se le tiende a subestimar.

«Y sí, me he sentido censurado, y autocensurado. Lo más curioso es que a veces la censura opera sin saber qué está censurando. No como mecanismo crítico de una expresión, sino como reacción ante un problema que se le está creando. No brincas cuando se pone la obra, sino cuando empezaron a protestar por la obra».

—Precisamente un humorista, enterado de que conversaríamos contigo, nos dijo: «Pregúntenle por qué se fue de Cuba cuando quizá lo necesitábamos más».

Cartel de una de las múltiples presentaciones del artista en México—Cuando me fui no había empezado el período especial; fue en 1989 o 1990, y básicamente por dos razones: una, mi esposa, mexicana. Llevamos 20 años juntos, y yo estaba —estoy— muy enamorado de ella. En aquel momento le ofrecieron estudiar en una escuela de cine en México, y eso coincidió con que me ofrecieron a mí un programa en TV Azteca.

«Era una oferta muy tentadora, y tenía mucha razón de ser entonces, cuando el Conjunto ya había cumplido su meta: Jorge Guerra, uno de mis puntales, quería regresar a Chile. La mayoría de las obras las escribíamos él, Héctor Zumbado y yo. Carlos Ruiz y Tatica estaban más apartados del Conjunto, haciendo su trabajo sobre los poetas, y constantemente tenían giras. Ya estaba fundado el Centro Promotor del Humor, en el cine Acapulco; había una pujante marea de humoristas, y le dejé a Osvaldo Doimeadiós la responsabilidad del Centro.

«Entonces me fui a realizar mi proyecto personal, de trovador, que había quedado abandonado. Empecé a hacer todo el trabajo que hice en México, aunque viniendo dos o tres veces en el año a Cuba, y no hay un año en que no me haya presentado aquí». (entrevista completa)

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