Nota mía: Agradezco a William Navarrete que comparta este poema de su más reciente poemario publicado, Lumbres Veladas del Sur, con los lectores del blog Gaspar, El Lugareño.
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CABALGATA DE AUSENTES
"No he visto a mi madre desde hace veinte años Se ha dejado morir de hambre".
"La lengua de mi madre", Abdellatif Laâbi.
Tampoco yo,
el hombre despojado que se pierde
en las callejas secretas de la Casbah
donde el bullicio de los mercaderes
de estolas, serpentinas de colores y pócimas
acalla el dolor de los ausentes
condenándonolos a errar de duna en duna
escondidos detrás de granos de arena
como a ti, el proscrito de los fosos de Kenitra,
el desdichado idólatra enemigo del tiempo
por quien suenan ahora,
–ahora que el rostro se te vuelve surcos–
los bombos en los coros selectos de París…
Tampoco yo,
aun si dejo tras mis pasos,
bajo los vistosos conos de azafrán y de canela,
la noche profundamente quieta de mi casa,
si hago añicos y sepulto bajo el lodo
de estas calles ajenas a la lluvia
el negro imperturbable de esa noche
colgada en la ventana de mi infancia
como sólo cuelga ante el cautivo
el espesor de su propia soledad
que mordisquea uno a uno los recuerdos
–recuerdos que te arrebataron las leyes–
del tiempo contenido en tus manos de niño…
Tampoco yo, poeta,
verso grabado desde siempre
en la madera cuarteada del argán,
puedo extender mis brazos
hasta el poniente de tu tierra,
detrás de los confines de tu mar,
ni cabalgar sobre las crestas
que sólo se alimentan de la lluvia
para mojar los labios resecos de mi madre
de mi pobre madre,
de mi tierra,
que muere de sed.
Foto/Blog Gaspar, El Lugareño
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