CRACOVIA, miércoles, 10 junio 2009 (ZENIT.org).- A los treinta años de la primera visita de Juan Pablo II a Polonia, el cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, recuerda detalles de aquel 10 de junio, día en el que culminó el viaje y comenzó todo un proceso de cambio para Europa del Este.
--¿Cuándo empezó a pensar Juan Pablo II en una posible visita a su patria?
--Cardenal Dziwisz: Ya como cardenal Karol Wojtyla daba gran importancia al noveno centenario de la muerte de san Estanislao y desde hacía tiempo preparaba las celebraciones. Había entregado las invitaciones a todos los cardenales que participaban en el cónclave de agosto de 1978 y enseguida invitó a Cracovia también a Juan Pablo I. Por esto, desde el primer momento de su elección a la sede de Pedro, fue para él obvio hacer todo lo posible para venir a Polonia a celebrar el aniversario. Sentía el estar en Cracovia como un deber moral, aunque se daba cuenta de que no sería fácil de realizar.
--¿Pensaba que las autoridades comunistas polacas no habrían aceptado fácilmente semejante trago?
--Cardenal Dziwisz: Cuando conocieron esta petición los gobernantes polacos reaccionaron negativamente. Pero mientras tanto Juan Pablo II había recibido la invitación de visitar México. Lo acogió con gusto. Para él América Latina era muy importante en relación a la teología de la liberación, al intento de percibir la doctrina social de la Iglesia en la óptica de la ideología marxista. Y decía: si puedo ir a México, un país que tiene la constitución más anticlerical del mundo, entonces incluso el Gobierno polaco no me podrá decir que no. Recordaba bien que las autoridades comunistas no habían permitido la visita de Pablo VI. Intuía sin embargo que a él no se lo podrían impedir.
--¿Cuándo empezaron las negociaciones?
--Cardenal Dziwisz: Bastante pronto. La negociación fue dirigida por el secretario de la Conferencia Episcopal polaca, monseñor Bronislaw Dabrowski. Al final, Varsovia dió el vía libre pero con una condición: la visita del Papa no debía coincidir con el aniversario de san Estanislao en mayo. El Santo Padre respondió: está bien, quiere decir que llegaré al mes siguiente, en junio.
--¿Y en cuanto al itinerario de la visita, hubo dificultades?
--Cardenal Dziwisz: Se estableció que el Papa no podría ir más allá del Vístula, a las regiones de Polonia oriental. Y fue excluída también Silesia. Fudamentalmente, las autoridades querían que la visita fuera lo más breve posible y muy limitada en los desplazamientos.
--¿Pero Juan Pablo II se daba cuenta de que el discurso pronunciado en Gniezno --donde afirmaba que la misión del Papa eslavo era la de hacer redescubrir a Europa la unidad entre Occidente y Oriente-- ponía en discusión la Ostpolitik vaticana que de hecho aceptaba la situación existente?
--Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II siempre rechazó la doctrina del "compromiso histórico" según el cual Occidente e incluso la Iglesia habrían debido considerar al marxismo como un elemento decisivo del desarrollo de la historia. Estaba convencido de que el futuro no pertenecía ni al marxismo ni a la lucha de clases. En este sentido, cambió decisivamente la política vaticana. El cambio de perspectiva hizo reflexionar a muchos ambientes y preguntarse si realmente el marxismo era tan fuerte. Con la misma determinación, Juan Pablo II se opuso a los intentos de incluir el análisis marxista en la doctrina social de la Iglesia en el ámbito de la teología de la liberación. Para él, el desarrollo de la humanidad pasaba por la posibilidad de elegir y por los derechos humanos. Estaba a favor de los derechos de la persona y de la intocable dignidad del hombre. El discurso de Gniezno marcó el inicio de la caída del telón de acero que entonces dividía a Europa. ¡La caída del Muro empezó allí, no en Berlín!
--¿No le disgusta que hoy todos hablen del Muro de Berlín y no de Gniezno o de Solidarnosc?
--Cardenal Dziwisz: Hay que hablar de hechos históricos. La caída del Muro era la consecuencia del proceso iniciado en 1979 en Polonia y repito: el desmantelamiento del telón de acero empezó el 3 de junio de 1979 en Gniezno.
--En su opinión, ¿cuál es el sentido más profundo de su primera peregrinación a Polonia?
--Cardenal Dziwisz: Tras esta visita, Polonia no fue ya la misma. La gente enderezó la espalda, ya no tenía miedo.
--¿Solidarnosc nació como fruto natural de esta liberación?
--Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II liberó la energía interior del pueblo. En este sentido, sentó las bases espirituales para el nacimiento de Solidarnosc al año siguiente.
--¿Cuál era la relación de Juan Pablo II con el general Jaruzelski? Él sigue diciendo que la ley marcial fue el mal menor respecto a la invasión soviética.
--Cardenal Dziwisz: El Papa nunca aceptó semejante interpretación. Respetaba la inteligencia y la cultura de Jaruzelski, pero no estaba de acuerdo con él en nada. El general miraba exclusivamente al Este. Al contrario de Edward Gierek, quien despidiendo al Papa al final de su viaje dijo: "Aquí en Varsovia soplan vientos del Este y del Oeste. Santo Padre, usted mantenga los del Oeste". (la entrevista completa en Zenit)
--¿Cuándo empezó a pensar Juan Pablo II en una posible visita a su patria?
--Cardenal Dziwisz: Ya como cardenal Karol Wojtyla daba gran importancia al noveno centenario de la muerte de san Estanislao y desde hacía tiempo preparaba las celebraciones. Había entregado las invitaciones a todos los cardenales que participaban en el cónclave de agosto de 1978 y enseguida invitó a Cracovia también a Juan Pablo I. Por esto, desde el primer momento de su elección a la sede de Pedro, fue para él obvio hacer todo lo posible para venir a Polonia a celebrar el aniversario. Sentía el estar en Cracovia como un deber moral, aunque se daba cuenta de que no sería fácil de realizar.
--¿Pensaba que las autoridades comunistas polacas no habrían aceptado fácilmente semejante trago?
--Cardenal Dziwisz: Cuando conocieron esta petición los gobernantes polacos reaccionaron negativamente. Pero mientras tanto Juan Pablo II había recibido la invitación de visitar México. Lo acogió con gusto. Para él América Latina era muy importante en relación a la teología de la liberación, al intento de percibir la doctrina social de la Iglesia en la óptica de la ideología marxista. Y decía: si puedo ir a México, un país que tiene la constitución más anticlerical del mundo, entonces incluso el Gobierno polaco no me podrá decir que no. Recordaba bien que las autoridades comunistas no habían permitido la visita de Pablo VI. Intuía sin embargo que a él no se lo podrían impedir.
--¿Cuándo empezaron las negociaciones?
--Cardenal Dziwisz: Bastante pronto. La negociación fue dirigida por el secretario de la Conferencia Episcopal polaca, monseñor Bronislaw Dabrowski. Al final, Varsovia dió el vía libre pero con una condición: la visita del Papa no debía coincidir con el aniversario de san Estanislao en mayo. El Santo Padre respondió: está bien, quiere decir que llegaré al mes siguiente, en junio.
--¿Y en cuanto al itinerario de la visita, hubo dificultades?
--Cardenal Dziwisz: Se estableció que el Papa no podría ir más allá del Vístula, a las regiones de Polonia oriental. Y fue excluída también Silesia. Fudamentalmente, las autoridades querían que la visita fuera lo más breve posible y muy limitada en los desplazamientos.
--¿Pero Juan Pablo II se daba cuenta de que el discurso pronunciado en Gniezno --donde afirmaba que la misión del Papa eslavo era la de hacer redescubrir a Europa la unidad entre Occidente y Oriente-- ponía en discusión la Ostpolitik vaticana que de hecho aceptaba la situación existente?
--Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II siempre rechazó la doctrina del "compromiso histórico" según el cual Occidente e incluso la Iglesia habrían debido considerar al marxismo como un elemento decisivo del desarrollo de la historia. Estaba convencido de que el futuro no pertenecía ni al marxismo ni a la lucha de clases. En este sentido, cambió decisivamente la política vaticana. El cambio de perspectiva hizo reflexionar a muchos ambientes y preguntarse si realmente el marxismo era tan fuerte. Con la misma determinación, Juan Pablo II se opuso a los intentos de incluir el análisis marxista en la doctrina social de la Iglesia en el ámbito de la teología de la liberación. Para él, el desarrollo de la humanidad pasaba por la posibilidad de elegir y por los derechos humanos. Estaba a favor de los derechos de la persona y de la intocable dignidad del hombre. El discurso de Gniezno marcó el inicio de la caída del telón de acero que entonces dividía a Europa. ¡La caída del Muro empezó allí, no en Berlín!
--¿No le disgusta que hoy todos hablen del Muro de Berlín y no de Gniezno o de Solidarnosc?
--Cardenal Dziwisz: Hay que hablar de hechos históricos. La caída del Muro era la consecuencia del proceso iniciado en 1979 en Polonia y repito: el desmantelamiento del telón de acero empezó el 3 de junio de 1979 en Gniezno.
--En su opinión, ¿cuál es el sentido más profundo de su primera peregrinación a Polonia?
--Cardenal Dziwisz: Tras esta visita, Polonia no fue ya la misma. La gente enderezó la espalda, ya no tenía miedo.
--¿Solidarnosc nació como fruto natural de esta liberación?
--Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II liberó la energía interior del pueblo. En este sentido, sentó las bases espirituales para el nacimiento de Solidarnosc al año siguiente.
--¿Cuál era la relación de Juan Pablo II con el general Jaruzelski? Él sigue diciendo que la ley marcial fue el mal menor respecto a la invasión soviética.
--Cardenal Dziwisz: El Papa nunca aceptó semejante interpretación. Respetaba la inteligencia y la cultura de Jaruzelski, pero no estaba de acuerdo con él en nada. El general miraba exclusivamente al Este. Al contrario de Edward Gierek, quien despidiendo al Papa al final de su viaje dijo: "Aquí en Varsovia soplan vientos del Este y del Oeste. Santo Padre, usted mantenga los del Oeste". (la entrevista completa en Zenit)
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