A pesar de los espasmos revolucionarios del Nene la pasábamos bien en su casa, en las tandas de dominó supe cómo era el negocio de la chatarra. Era simple: pasaban los mismos hierros por la pesa varias veces y compartían las ganancias con los pocos particulares autorizados para recoger materia prima, el Nene solo sabía decir “ustedes están locos” y el Bolo y Mejía se reían.
Con el tiempo el negocio aumentó, sacaban la chatarra de la base en camiones del gobierno, la transportaban para la finca de un chatarrero particular conocido como el Guajiro, de allí la sacaba el Guajiro en su propio camión y volvía a la base a vender la misma chatarra una y otra vez. El negocio iba en grande y ya Mejía y el Bolo no iban casi nunca a casa del Nene pero me invitaron alguna que otra vez cuando alquilaban casas en la playa. ( ver texto completo en La Casa Cuba)
Con el tiempo el negocio aumentó, sacaban la chatarra de la base en camiones del gobierno, la transportaban para la finca de un chatarrero particular conocido como el Guajiro, de allí la sacaba el Guajiro en su propio camión y volvía a la base a vender la misma chatarra una y otra vez. El negocio iba en grande y ya Mejía y el Bolo no iban casi nunca a casa del Nene pero me invitaron alguna que otra vez cuando alquilaban casas en la playa. ( ver texto completo en La Casa Cuba)
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