Thursday, August 27, 2009

José Antonio Mases: "Cuba ha sido el mejor regalo recibido en mi juventud"


-¿Cómo recuerda su estancia de varios años en Cuba?

-Ha tocado usted mi fibra más sensible. Cuba ha sido el mejor regalo recibido en mi juventud. Amo aquel país tanto como al mío, y sólo lamento que el destino de aquella tierra prodigiosa haya estado condicionado a la dominación y la rapiña sin escrúpulos, como ocurrió en otros tiempos, y que hoy lo esté a la arbitrariedad de un caudillaje tan anacrónico y espurio como el que gobierna la Isla desde hace medio siglo.

-Allí conoció a Hemingway y a Cabrera Infante. ¿Qué significó ese descubrimiento para un escritor incipiente como era usted?

-Una bocanada de aire fresco. Yo había dejado en España una dictadura que nos adoctrinaba sobre lo que debíamos pensar, leer y escribir. En Cuba encontré la libertad que nunca había conocido, e incluso bajo el Gobierno corrupto de Batista, pude ver en La Habana, por vez primera, películas como «El acorazado Potemkin», de Einsestein, o «La madre», de Pudovkin, y leer la obra proscrita de los españoles desterrados. Conocí a Hemingway, es cierto, y me concedió una entrevista para un periódico asturiano. A Guillermo Cabrera Infante lo traté más de cerca: era entonces el crítico de cine del semanario «Carteles», que dirigía un periodista y excelente escritor gijonés, Antonio Ortega, quien me brindó la oportunidad de colaborar en su revista. Cabrera no había escrito todavía lo mejor de su obra, la que publicó más tarde en su amargo exilio londinense. Por cierto, los tres (Ortega, Cabrera y yo) salimos de Cuba el mismo año del «desencanto»: 1960.

-El régimen castrista concita amores y odios, ¿qué valoración hace hoy de aquella revolución?

-Mi libro «Los padrenuestros y el fusil», de 1964, es abiertamente procastrista, puesto que su acción transcurre durante el tiempo en el que se gestaba en Sierra Maestra la revolución del 26 de julio, cuando todos, cubanos y extranjeros, deseábamos la regeneración justiciera, purificadora y «humanista» que propugnaba Fidel. El rumbo que fue tomando la revolución supuso un fraude ante quienes defendíamos los primeros postulados castristas. De aquella hazaña romántica que nos encandiló a los jóvenes de entonces, no queda nada, salvo los escombros de una impostura, en la que, por cierto, también los Estados Unidos tienen su parte de responsabilidad. (ver entrevista completa en lne.es)

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