La fábrica, con más de 20 años de creada, igualmente ha elaborado dulces en almíbar y hasta puré de tomate, aprovechando las frutas y vegetales de cada estación, pero por el momento no lo pueden hacer por tener rota la caldera.
La Empresa Alimentaria de Camagüey, a la cual pertenece la planta, se ocupa de buscar una solución a esto, por lo que representa en la alimentación popular.
Heberto Rivero Quintana, Jefe de Producción de la fábrica camagüeyana, explica que de Vertientes y otras ciudades han venido hasta aquí para tomar experiencias en la forma de producir, en primer lugar la raspadura, que según los experimentados dulceros pudiera combinarse con ajonjolí o chocolate, y hasta podría incorporarse al mercado interno en divisas, principalmente para los turistas foráneos, con una envoltura adecuada y atractiva.
Hace unos 15 años produjeron unas grandes raspaduras con ajonjolí en forma de pirámides y envueltas en celofán, que hacían al producto más atractivo, pero esos moldes ya no existen. Hoy esta oferta es en forma pequeña y rectangular, similar a un jabón de lavar, de muy buen sabor y gran demanda popular.
Ante la falta eventual del melao de caña como materia prima, en la preparación de la raspadura utilizan azúcar prieta o parda y ácido cítrico: mediante un proceso invertido de cocción obtienen una masa casi blanca, parecida a la crema de leche, que se echa en los moldes y en pocos minutos se enfría y endurece, lista para comer.
El colectivo de la planta no se amilana, y pese a cualquier escasez material se crece, pues están conscientes de que cada día aseguran una dulce merienda para miles de niños en sus escuelas, y el postre de muchas familias camagüeyanas. (sigue en el Adelante)
La Empresa Alimentaria de Camagüey, a la cual pertenece la planta, se ocupa de buscar una solución a esto, por lo que representa en la alimentación popular.
Heberto Rivero Quintana, Jefe de Producción de la fábrica camagüeyana, explica que de Vertientes y otras ciudades han venido hasta aquí para tomar experiencias en la forma de producir, en primer lugar la raspadura, que según los experimentados dulceros pudiera combinarse con ajonjolí o chocolate, y hasta podría incorporarse al mercado interno en divisas, principalmente para los turistas foráneos, con una envoltura adecuada y atractiva.
Hace unos 15 años produjeron unas grandes raspaduras con ajonjolí en forma de pirámides y envueltas en celofán, que hacían al producto más atractivo, pero esos moldes ya no existen. Hoy esta oferta es en forma pequeña y rectangular, similar a un jabón de lavar, de muy buen sabor y gran demanda popular.
Ante la falta eventual del melao de caña como materia prima, en la preparación de la raspadura utilizan azúcar prieta o parda y ácido cítrico: mediante un proceso invertido de cocción obtienen una masa casi blanca, parecida a la crema de leche, que se echa en los moldes y en pocos minutos se enfría y endurece, lista para comer.
El colectivo de la planta no se amilana, y pese a cualquier escasez material se crece, pues están conscientes de que cada día aseguran una dulce merienda para miles de niños en sus escuelas, y el postre de muchas familias camagüeyanas. (sigue en el Adelante)
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