Cuánto debemos rogar a la Virgen María de la Caridad que indique a los hombres y mujeres de nuestro pueblo el sendero que los lleva a Jesús, porque el encuentro con Jesús será para los cubanos reencontrarnos como pueblo, redescubrir los valores cristianos dormidos, pero latentes, en la conciencia colectiva del pueblo cubano y en muchos hermanos nuestros, y podremos así reemprender o comenzar la práctica de las virtudes personales y sociales que hoy parecen estar ausentes.
En pocas páginas de un mismo periódico pude leer tres artículos que se referían al estado decadente de las personas en nuestra sociedad: jóvenes sin camisa que suben a los ómnibus, mujeres que se quejan de las críticas de algunas personas porque ellas exhiben su vientre y no dicen nada a los hombres que van con el torso desnudo. Y ambas cosas son deplorables. Otro artículo decía que una abuela explicaba que jamás un hijo de ella se sentó a la mesa a comer sin camisa, y esto es hoy tan frecuente… Otra periodista relata que en una guagua en que iba con sus dos hijas menores entró un grupo grande de jóvenes descamisados con un talante violento y sin querer pagar. Ella sintió miedo y abrazó junto a sí a sus dos hijas. Hasta aquí he hablado sólo de lo externo, de la manera de presentarse, no de los hechos violentos reales que van desde poner música ensordecedora, hasta asesinar a un sacerdote para robarle, pasando por peleas, violencias familiares, vida sexual desenfrenada, abuso de las bebidas alcohólicas por parte de los jóvenes, desprecio a la ancianidad y descompromiso social
Seguro que en los noticieros del mundo que tomaron hoy la procesión de la Virgen de la Caridad en La Habana, como cada año, aparecerán en los balcones y azoteas, y aún en la misma acera, hombres y aún mujeres semidesnudos ante la imagen de María de la Caridad que pasa frente a ellos. A veces nos parece retornar a un primitivismo salvaje. No es el aspecto urbano lo peor de Centro Habana. Créanme que en los videos de otros años los edificios y casas no lucen tan mal, es el paisaje humano el que aparece verdaderamente deteriorado. Y no es sólo que el paisaje visible de los hombres y mujeres luzca así. Esto es más bien un síntoma del desarreglo interior que se ha instalado en el cubano de hoy. En la mayoría de los casos no hay odio ni desprecio en algunos modos de actuar, ni ningún otro sentimiento malo, sino un vacío de valores, una falta de delicadeza, un vivir sin pensar, que puede estar generando una extraña cultura de la vaciedad, de la nada. Descubrimos en ello un hombre y una mujer no motivados desde lo profundo para actuar y vivir personal y socialmente de forma constructiva. (texto completo en Palabra Nueva)
Foto/Reuters
En pocas páginas de un mismo periódico pude leer tres artículos que se referían al estado decadente de las personas en nuestra sociedad: jóvenes sin camisa que suben a los ómnibus, mujeres que se quejan de las críticas de algunas personas porque ellas exhiben su vientre y no dicen nada a los hombres que van con el torso desnudo. Y ambas cosas son deplorables. Otro artículo decía que una abuela explicaba que jamás un hijo de ella se sentó a la mesa a comer sin camisa, y esto es hoy tan frecuente… Otra periodista relata que en una guagua en que iba con sus dos hijas menores entró un grupo grande de jóvenes descamisados con un talante violento y sin querer pagar. Ella sintió miedo y abrazó junto a sí a sus dos hijas. Hasta aquí he hablado sólo de lo externo, de la manera de presentarse, no de los hechos violentos reales que van desde poner música ensordecedora, hasta asesinar a un sacerdote para robarle, pasando por peleas, violencias familiares, vida sexual desenfrenada, abuso de las bebidas alcohólicas por parte de los jóvenes, desprecio a la ancianidad y descompromiso social
Seguro que en los noticieros del mundo que tomaron hoy la procesión de la Virgen de la Caridad en La Habana, como cada año, aparecerán en los balcones y azoteas, y aún en la misma acera, hombres y aún mujeres semidesnudos ante la imagen de María de la Caridad que pasa frente a ellos. A veces nos parece retornar a un primitivismo salvaje. No es el aspecto urbano lo peor de Centro Habana. Créanme que en los videos de otros años los edificios y casas no lucen tan mal, es el paisaje humano el que aparece verdaderamente deteriorado. Y no es sólo que el paisaje visible de los hombres y mujeres luzca así. Esto es más bien un síntoma del desarreglo interior que se ha instalado en el cubano de hoy. En la mayoría de los casos no hay odio ni desprecio en algunos modos de actuar, ni ningún otro sentimiento malo, sino un vacío de valores, una falta de delicadeza, un vivir sin pensar, que puede estar generando una extraña cultura de la vaciedad, de la nada. Descubrimos en ello un hombre y una mujer no motivados desde lo profundo para actuar y vivir personal y socialmente de forma constructiva. (texto completo en Palabra Nueva)
Foto/Reuters
No comments:
Post a Comment