Sunday, October 4, 2009

El Cielo Sabe que te Salva

El historiador y amigo Joaquín Estrada-Montalván me ha permitido presentar a sus lectores hoy unos fragmentos del libro El cielo sabe que te salva, del escritor y religioso cubano, radicado en México, Nelson A. Freires, publicado por Editorial Fridaura, México, y a propósito de este día en que la religión yoruba celebra a Orula, deidad mayor, orisa de la adivinación, oráculo supremo, gran benefactor de la humanidad y su principal consejero. Respeto y celebro la revisión que está produciéndose entre los estudiosos y practicantes de esta religión, dentro y fuera de Cuba. Nelson A. Freires es mercadólogo, periodista y presidente de la empresa IRT S.A de C.V (Interactive Reality Transmission) y directivo de la Sociedad Cultural Yoruba IFA ORISA de México, presidida por Leonel Gámez Céspedes, uno de los más reconocidos y respetados estudiosos de esta religión.


Foto: Nelson A. Freires


Elena Tamargo

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El Cielo Sabe que te Salva


por Nelson A. Freires



El cielo sabe que te salva significa del nombre del irunmole mayor: Orúnmila.

La cultura yoruba no supone el abandono de la identidad nacional. La expansión de esta cultura es fruto del proceso mundial de mezcla que se vive. La cultura yoruba, en su expansión en el continente dentro del contexto de la colonización española, se sincretizó con el catolicismo como expresión de esa simbiosis que impuso el devenir histórico.

El conocimiento y la convicción es lo que más garantiza el sentido de la fe.

Los babalawos (padres de los secretos) requieren tener la memoria de varios elefantes. Se dice en algunos textos que existen alrederor de más de 400 mil poemas o caminos de IFA en donde se recoge toda la fundación del universo y el devenir con sus correspondientes ebo (sacrificios).

Es muy difícil contar con todo ese material debido a que la religión se formó en Nigeria por linajes y en Cuba por Ile (casa de santos). Y si unido a ello se toma en cuenta que las tradiciones y conocimientos se trasladaron de forma oral, ello supone la gran cantidad de conocimientos repartidos (Ogbe di) que existe, y los que pudieran haberse perdido con la muerte de los viejos sabios.

La religión yoruba tiene para más de un libro, pero las propias características de su desarrollo y estructura social en el que se desempeñó, determina que no haya sido así.

Hoy muchos intelectuales, profesionales o personas simplemente con cultura han arribado a la religión y se han dedicado a plasmar elementos de la cultura y la historiografía yoruba.

El cielo sabe que te salva fue el inicio de nuestra búsqueda de los elementos filosóficos y conceptuales que sostienen, a su vez la práctica del sacrificio, razón de ser de esta cultura que se traduce en ayudar al hombre a resolver sus problemas y transformar su situación negativa en positiva.

Dicen varios textos yorubas que “Ori” (la cabeza, y al mismo tiempo la raíz de la palabra Orisha) es el santo supremo de cada persona.” En la realidad terrenal, la sentencia se verifica como una metáfora. En primer lugar, eres lo que tu cabeza te ordena. La cabeza es el almacén de las experiencias vitales, de las sensaciones, de los conceptos, de los valores o antivalores que orientan el timón de los comportamientos totales de la vida.

En el mundo místico, el concepto de Orí significa destino y, a su vez, representa la cabeza de las personas, desempeñando el papel de receptáculo del alma, o sí mismo, denominada por los yorubas Ori Inu.

Ori Inu es una prolongación de Ori Isese, la cabeza celestial radicada en ORUN (el cielo); es decir, el doble espiritual de la persona ubicada en el universo intangible, mientras que Orí Ode consituye la parte exterior visible de la cabeza.

ELEDA WA: NUESTRO CREADOR.

Ori se identifica con el creador (Eleda). De acuerdo a los textos yorubas, Olodumare (dios supremo) se valió de Ori Isese, Ori Akoko y Ori Ooro, todos representantes de la primera cabeza del universo, para crear a los IRUNMOLES, deidades no paridas por seres humanos; a los restantes ORISAS (santo de origen humano o cabeza escogida) y a los seres vivientes. El concepto de Ori representa la creación. Todos fuimos creados: el universo por Olodumare; nosotros por los antecesores respectivos, por nuestros pares, de esta manera el mundo es una cadena de creación, en la que Ori es el origen y la continuidad de los seres místicos y vivientes. Si Ori es continuidad, probablemente entonces, a través de este concepto, podríamos acercarnos a la idea de que el alma es una prolongación interminable desde los orígenes del universo, de la vida y de los planetas. La persona que vive en la tierra (araiye), según los textos yorubas, es un eslabón de una larga cadena ancestral; de esta manera, la persona no es más que una representación en la tierra de su creador; es decir su Ori existe por millones de años, y puede ir reencarnando. Así el Ori de la persona en la tierra es representado por su Ori creado en el cielo, lo que nos lleva a considerar que todos tenemos un doble espiritual y que Orí y los ancestros, representados estos últimos en el ORISA EGGUNGÚN, constituyen la jerarquía de toda invocación. En el Odu Ogunda Oworin, un rezo invocatorio dice,

Eleda eni ni isese, Ori eni ni sese, se reponde Isese lababo Kaito mi BORISA:

(Antes que los santos ruego a mi cabeza)

El resto del rezo, no incluido en este texto, continúa invocando a Olodumare, los muertos, al padre, a la madre, la vagina, al pene, al padrino y al ángel de la guardia, después siguen, sucesivamente, reverenciados todos los que le dieron origen a la persona.

Los yorubas privilegian a Ori, en orden de importancia, luego a los ancestros y sucesores directos y en seguida al ángel guardián u ORISA regente de la persona.

¿POR QUÉ ORI ES EL DESTINO?

Ori inu (el alma) y Ori isese (la primera cabeza, la de arriba) sugieren la existencia de una línea infinita como una cadena que perdura en tiempo y espacio; esa estela que viene desde el origen como un hilo espiritual infinito, puede llevar impreso los códigos de una personalidad ancestral que no desparece, y por lo tanto continuará en el devenir, como una suerte de cromosoma del espíritu que permanece en Olorun (la casa de dios) y que se reproduce provocando la reencarnación humana: es el Ori propio que siempre está más arriba, sosteniendo la cabeza.

La física indica que la materia, --léase en este caso la energía---, no desaparece sino que se transforma. El proceso de nacimiento de cada persona bajo ese Ori ancestral sería entonces la renovación, o el principio del concepto que tenemos de reencarnación. Visto así, el espíritu estaría dispuesto a elegir una nueva cabeza y un nuevo cuerpo, para transformarse, mejorarse, evolucionar, pero bajo la misma cadena espiritual, en términos místicos y bajo la misma cadena genética, en términos terrenales. En este entendido, estaríamos de acuerdo con que el destino viene de la prehistoria hacia el devenir. Sobre este concepto, Odi meji, tercer odu o signo matriz de IFA, según algunos babalawos, se decodifica como el renacimiento.

Los comportamientos, como consecuencia del Ori Inu, son igualmente regidos por la información genética implícita en el nuevo cuerpo y las cabezas escogidas por afinidad.

EL CONOCIMIENTO DEL DESTINO: ORI O ATUNWA

Respetar el destino, Ori o Atunwa, visiblemente, puede parecer intangible. No es posible una comprensión plena de una historia espiritual, sino a través de los instrumentos religiosos. Por eso la importancia del extraordinario rol que desempeña el IRUNMOLE mayor denominado Orunmila, ibekeji Olodumare, el segundo del creador.

Dentro de la diversidad de nombres con los que la milenaria cultura yoruba suele identificar a Orunmila, Elerepin, espíritu del destino, testigo del destino o modelador del destino de los hombres, es el que describe su misión más importante, otorgada por Olodumare.

Orunmila, llamado también el segundo de Olodumare, es el testigo de la creación del universo y de los Ori del conjunto de seres que existen en él. Elerepin está por encima de los Orisas, quienes forman debajo de él una cadena, cada uno con una misión específica y con la responsabilidad de ofrecer protección a los humanos, que por su Ori le son respectivamente afines.

Orunmila es el poseedor de la filosofía denominada IFA. Este término significa la agrupación de todos los Odu o códigos (signos) en la que está registrada el origen y la historia del universo y las herramienas para defender la vida, los seres humanos frente el infortunio, las fuerzas negativas, y ofrecerles una mejoría, para experimentar el Iré: la suerte, la bendición y la congruencia con la parte del destino que brinda prosperidad.

En las tradiciones de la diáspora (la adaptación de la cultura yoruba en Occidente), Ifa es el principal vehículo para conocer el destino de las personas en el acto de itefa, (momento en el que “habla” el oráculo de mayor complejidad). En esta ceremonia se conoce el signo propio que explica las posibles sendas por las que ha transitado y transitará la persona.

Los yorubas tradicionales realizan este mismo acto ritual directamente con los fundamentos de Ori que son asignados mediante ceremonias a cada persona.

El Odu revelado en el proceso ritual indica la personalidad y el destino según la cadena a la cual pertenece el creyente. Es importante decifrar más ampliamente que el concepto Odu está concatenado con el Ori, el destino, la prehistoria y la historia del universo, y de sus miembros vivientes.

De acuerdo con un poema yoruba del signo Iworin Sogbe, los Odu de IFA son archivos cósmicos que están fundados en precedentes históricos. Los Odu explican una parte del universo desde su creación y dentro de ellos la personalidad o el ORI de la parte de los seres vivientes que se mueven dentro de ese astral. Por lo tanto, si Ori y Atunwa tienen sus orígenes en la propia fundación del universo, el Odu es una fotografía de ese camino y es la revelación del triunfo, de los éxitos y de los fracasos. Si esa información que se borra de la memoria de la persona al nacer, puede ser rescatada por acceso místico a IFA, cómo no aprovecharla para saber cuándo estamos en el camino por el cual venimos descendiendo o ascendiendo.

El otro modo de actuar congruente hacia el Atunwa, el destino u Ori, si no es por vía mística es por medio del buen comportamiento, llamado por los yorubas Iwa Pele. Es una práctica intuitiva no fácil de seguir, mucho más si la persona tiene una naturaleza desviada.

ORO Y OWE: TRASCENDENCIA EN LA RELACION CON LOS ORISAS E IRUNMOLES

El problema del sonido (la comunicación) en la tradición yoruba tiene una estrecha relación con el mundo filosófico de Ori. Este es un tema relevante que tiene altas implicaciones en el rezo (oriki) y los encantamientos (Ofo).

Para un entendimiento del asunto es importante describir el Odu Osa kuleya en el que Ifa explica cómo bajó a la tierra la comunicación inteligente, su significación y alcance en el rezo.
No habían cosas vivas.

Aquello que estaba suspendido por qué descendió, por qué no descendió

era el sacerdote del aire

se adivinó para la tierra y el cielo, cuando ambos existían sin habitantes

en dos conchas vacías

no habían pájaros, ni espíritus

viviendo en ellos

Olodumare entonces se creó él mismo

Siendo la primera causa, por lo cual le llamamos

“el único sabio en el cielo y la tierra”

La única causa en la creación. El único sabio en el cielo

Que creó humanos cuando no tenía compañía.
Se dice que Olodumare se sentó y pensó acerca de cómo crear los componentes del universo, además de él. Su carga de energía era tan inmensa que no podía establecer una relación directa con las cosas vivas pues las deshacía. Por lo tanto, necesitaba establecer intermediarios entre él y los seres vivientes. A partir de ahí creó Ogbón (la sabiduría), lo sostuvo en la palma de la mano y pensó en dónde podría vivir. Pasado un tiempo liberó a Ogbón para que volara y buscara un lugar apropiado en donde refugiarse y vivir. Pero no halló ese lugar y voló de regreso a Olodumare, dicen que zumbando como una abeja. Olodumare lo tomó y se lo tragó. Asimismo sucedió con Imo y Oye ( el conocimiento y la comprensión). Todos regresarón a Olodumare y él tuvo que comérselos.

Según explica un tratado yoruba de Ori, pasaron miles de años, en cuyo tiempo Olodumare estuvo preocupado por el zumbido constante de estas tres categorías dentro de su mente. Decidió liberarse de ellos con el propósito de alcanzar la paz. Entonces, ordenó a estas tres entidades descender a la tierra dentro de un huevo, haciendo el sonido de Hoo-ro-oro. Como eran fuerzas energéticas enormes bajaron a la tierra provocando relámpagos y truenos. Toda la materia sólida se derritió y se convirtió en gelatina. El huevo estuvo suspendido un largo tiempo hasta que la tierra se enfrió.

Al producirse el enfriamiento, Oro en forma de huevo cayó sobre la misma y al romperse produjo el sonido de “la”. Por eso en su nuevo estado a Oro se le identifica con Elá. Este se convirtió en la primera fuente de comunicación y explicación de la naturaleza de Olodumare y de toda su creación. De ahí que a Orúnmila, el testigo de la creación, frecuentemente se le denomine Elá.

ORO Y ELA, EL ALMA DE LA COMUNICACIÓN RELIGIOSA YORUBA

Este concepto de Oro y Elá es lo que se simboliza como los vehículos de la comunicación. Por eso, a todos los rezos yorubas, invocaciones, encantamientos, se le denominan Oro, aunque éste no sea justamente el significado exacto de la palabra hablada. Oro y Elá son las identificaciones correspondientes del arte verbal y visual yoruba sin las cuales Ori no pudiera manifestarse.

Se dice que Elá habla a través de Ofo (encantamiento), Odu (signo) y múltiples conceptos que hacen un amplio y esotérico uso de las metáforas en los contextos rituales.

Los yorubas llaman a Owe el vehículo que decodifica a Oro y a Elá. Es decir, la poética yoruba que explican los Odu, la danza de los Orisas, las esculturas, los fundamentos y sus representaciones. Ellos tienen el refrán Owe L´esin Oro: Owe es el caballo de Oro. Si Oro se pierde Owe es empleado para buscarla.

ORO NO ES LA PALABRA HABLADA, SINO SU ALMA

De manera que Oro, a diferencia de la palabra hablada como comúnmente se dice, es más bien un concepto abstracto, suspendido, es un código no entendible por el ser humano, mientras que Owe no lo transmita y comunique de manera entendible.

Gastón Bachelar explica un concepto de extraordinaria convergencia con esta concepción yoruba. Dice que el alma (aliento, emi en yoruba, lo que se conoce aunque no correctamente como espíritu) produce una resonancia, y la repercusión de esa resonancia, que no es más que la forma, es lo que nos llega y penetra en nosotros. Es decir, lo que entendemos y asimilamos. El plantea que la forma hermosa de esa repercusión es lo que determina nuestra aceptación. Digamos, por ejemplo, no es lo mismo decir “feo” que es rechazable por cualquiera que decir “lo no precioso”. Así la poesía, el canto y la danza es el lenguaje del alma, el de las deidades. La palabra que viene del aliento o del alma según él debe producir una energía especial. De ahí que los rezos yorubas, generalmente, vengan en forma poética como todas las antiguas religiones. La metáfora y sus declinaciones tienen una vibración especial que genera su fuerte y ágil movimiento en el espacio. Los Orisas e Irunmoles deben agradarse más aún cuando sienten un rezo poético, una forma trascendental en vez de una palabra normal. Sí es algo dicho con el aliento y el alma tendrán gran alcance. Algo profundamente expresado puede curar a un enfermo. Hay experiencias de todas las religiones que grandes dolores se han aliviado sólo con rezos, es decir, con poesía.

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