Ayer nos sonaron en casa un apagón de catorce horas. Todo un recordatorio amenazante de lo peor del “período especial”. Como la batería de la laptop está jodida, ni siquiera pude salvar lo que había comenzado a escribir diez minutos después de las siete. Me dio (una vez más) por resoplar y soltar tres o cuatro palabrotas. En balde, pues mi perra creyó que la estaba piropeando. Y todo siguió oscuro. Muy oscuro. (sigue en el blog de Juani)
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