Arturo López-Levy, publica en Cubanuestra su réplica a mi comentario Arturo Lopez-Levy sin el recurso del método, referido a su artículo Los derechos de todos.
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Desde Taipei: "Los derechos de todos: Recurso y método"
Recientemente publiqué en Cubanuestra y Encuentro en la Red, el artículo “Los derechos de todos”, en el que repudiaba la denegación del permiso de salida a la bloguera cubana Yoani Sánchez, mientras llamaba a hacer integral la promoción de los derechos de viaje de los cubanos y los norteamericanos, eliminando todas las limitaciones a su ejercicio. Ciertas críticas reafirman que cuando sus autores carecen de argumentos acuden a ataques ad hominem. Ante ese macartismo criollo, la formula es reforzar la paciencia, soplarse los hombros y reír.
De otras opiniones se aprende a manejar nuestras diferencias democráticamente. Algunas de esas críticas señalan matices, áreas oscuras, o lecturas diferentes de nuestra historia. Para los que civilizadamente dialogan, van las siguientes precisiones.
Los sesgos y los premios:
F. Scott Fitzgerald decía: “la primera prueba de inteligencia es la capacidad de tener simultáneamente dos ideas opuestas en la mente, preservando la habilidad de pensar”. Defender la libertad de viajar de Yoani Sánchez no es óbice para invitarla a deslindar caminos con quienes la apoyan pero se oponen a reclamar los derechos de los norteamericanos, como Joni Scott y Joan Sloan, para viajar a Cuba. ¿Qué mejor contribución a la lucha por las libertades de viaje de todos que la de una cubana premiada, alzando su voz coherentemente contra todas las violaciones?
Refutar el sesgo que sospeché a la hora de entregar premios sobre Cuba es sencillo. Listen cuando los premiados o premiadores cuestionaron la prohibición de viajar para los norteamericanos o las regulaciones contra los cubano-americanos que existieron hasta un año atrás. Listen la ocasión en que se galardonó por defender la libertad de expresión en Miami a Emilio Milian, Francisco Aruca, Ramón Cernuda o María Cristina Herrera, víctimas de acoso y bombas por sus ideas. En el caso de Cernuda y Herrera, no solo fueron perseguidos por la derecha cubana, sino también vetados por el gobierno cubano de regresar a su patria. No los han premiado porque en el juego del “cambio de régimen”, las supuestas credenciales democráticas de ese exilio intransigente no se pueden cuestionar.
Metodología del análisis de derechos humanos: Sin comparación no hay equivalencia.
Joaquín Estrada, cuestiona en “Sin el recurso del método” mi análisis de los derechos de viaje. El método que usé en el artículo es el mismo de los informes de Human Rights Watch, Amnistía Internacional y las opiniones del Consejo de la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el comité de derechos humanos. Diferentes violaciones aparecen en el texto por ser comunes a una temática pero tal hecho no implica comparación.
Sin comparación, no hay discusión de equivalencia. La literatura de derechos humanos evalúa los casos partir de las desviaciones del estándar internacional que es la Declaración Universal y los seis tratados que sirve inmediatamente para complementarla (Los dos Pactos de Derechos Civiles y Políticos de 1966, y las convenciones contra la discriminación de la mujer, contra la tortura, contra la discriminación racial, y de los derechos del niño). En el caso de los informes sobre Cuba, cuando hay un acápite sobre el embargo, se le valora como violación por sí mismo sin compararlo con las violaciones del gobierno cubano. Como ejemplo especifico sobre los derechos de viaje entre Cuba y EE.UU está el informe “Familias deshechas” de Human Rights Watch.
Daña nuestro espacio público tergiversar las posiciones de las que discrepamos. El artículo “Los derechos de todos” no dice que las violaciones a los derechos de viaje en Cuba y EE.UU son equivalentes o que unas justifiquen o causen las otras. El derecho a viajar en un país se evalúa en relación al artículo 13 de la Declaración Universal y el 12 del PIDCP no a su respeto por otro estado. En Cuba y Estados Unidos hay leyes y actos que se apartan del texto de ese artículo y las interpretaciones de la observación 27 del Comité de Derechos Humanos.
Comparar violaciones es estéril e ideologiza, con mutuos reproches, la demanda simple de derechos. El derecho de movimiento solo es derogable- según el artículo 13- "para proteger la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral públicas, y los derechos y libertades de terceros". Y no como condición deseable a tales fines sino estrictamente necesaria. Si no hay argumentos de protección de seguridad nacional que hagan necesaria la limitación de los viajes de Yoani, Joni y Joan, sus derechos fueron violados.
¿Por qué hice referencia a diferentes casos en un mismo artículo? Porque la actitud de “para mis amigos, los derechos, para mis enemigos, las prohibiciones” es incompatible con cualquier norma legal universal. Los que defienden la libertad de movimiento de Yoani mientras comulgan con las violaciones de la de Joni y Joan, o viceversa no promueven un estado de derecho. Peor aún, pervierten la idea de los derechos humanos, al promover que se violen los derechos de Joni y Joan para supuestamente promover los de Yoani.
Es curioso que Joaquín Estrada mencione las regulaciones internas a residir en la Habana y Santiago de Cuba mientras me acusa de comparar casos diferentes por apenas mencionarlos en el mismo texto. ¿Es que para Estrada solo es legítimo vincular casos cuando sirven a su posición ideológica? Quizás no. Como Estrada pertenezco al grupo de cubanos de fuera de la capital y asumo que su mención del tema viene de sentir hondo la discriminación que ambos hemos sufrido alguna vez, del gobierno y de la sociedad. Claro, que esas prohibiciones deben ser eliminadas. Claro también que la solución de esas discriminaciones no está en modelos neoliberales de derecha sino en intervenciones inteligentes del estado para canalizar recursos hacia las áreas y las poblaciones más pobres del país.
Estrada tiene razón que Miami es parte de los Estados Unidos donde hay una democracia. Eso no equivale a decir- como lo atestiguan las recientes revisiones de las penas a tres de los cinco cubanos acusados de espionaje- que en esa ciudad existe la misma libertad de expresión sobre Cuba o las garantías de un juicio justo que en el resto de la Unión. Muchas de las acusaciones de sesgo contra ese juicio se hubiesen evitado, de haberse celebrado en otra ciudad.
Porque Estados Unidos es una democracia, Robert Kennedy pidió eliminar la prohibición de viajar en 1963. Kennedy escribió que era incompatible con los “valores libertarios norteamericanos” y oscurecía el claro contraste que Estados Unidos debía buscar con los países comunistas que encerraban a sus ciudadanos tras un muro. Esos “valores” nunca fueron defendidos por el racista Jesse Helms, que codificó la prohibición de viajar en ley que lleva su nombre. En esta revista he demostrado que el embargo no es una política de derechos humanos, ni tiene que ver nada con sus principios ni método de promoción.
En directo:
Estrada llama a preguntar a Carter y Clinton- que según él- saben que los Castro son los responsables del embargo. El “preguntar” imaginariamente a prominentes políticos y recibir respuestas del mas allá es un recurso novedoso pero el método ortodoxo de leer memorias y entrevistas es más confiable.
Clinton dijo a Taylor Branch que con el derribo de las avionetas, Fidel Castro hizo imposible eliminar el embargo bajo su administración, pero también que Bob Menéndez era una seguidilla, llamando a la Casa Blanca todo el tiempo pidiendo que limitaran a los cubano-americanos viajar a Cuba y enviar dinero a sus familiares. ¡Extraña coincidencia!
No apostaría el caballo a que las voces que Estrada escucha en los conciertos de Gorki Águila, son las de Clinton y Carter. Cuando en 2005 trabajé en el Centro Carter en Atlanta, le pregunte al ex presidente sobre la política hacia Cuba. Me reiteró su repulsa ante el embargo y su propuesta de que Estados Unidos destrabe el diferendo, eliminando la prohibición de viajar. Más aun, Carter dijo que el presidente lo puede hacer ignorando la ley Helms-Burton, pues esa parte de la política exterior está dentro de las prerrogativas que le da el artículo II de la constitución.
Escuchemos a Clinton y Carter en directo. Eliminemos una prohibición que ambos han llamado una “estupidez”.
Taipei, noviembre 10, 2009.
De otras opiniones se aprende a manejar nuestras diferencias democráticamente. Algunas de esas críticas señalan matices, áreas oscuras, o lecturas diferentes de nuestra historia. Para los que civilizadamente dialogan, van las siguientes precisiones.
Los sesgos y los premios:
F. Scott Fitzgerald decía: “la primera prueba de inteligencia es la capacidad de tener simultáneamente dos ideas opuestas en la mente, preservando la habilidad de pensar”. Defender la libertad de viajar de Yoani Sánchez no es óbice para invitarla a deslindar caminos con quienes la apoyan pero se oponen a reclamar los derechos de los norteamericanos, como Joni Scott y Joan Sloan, para viajar a Cuba. ¿Qué mejor contribución a la lucha por las libertades de viaje de todos que la de una cubana premiada, alzando su voz coherentemente contra todas las violaciones?
Refutar el sesgo que sospeché a la hora de entregar premios sobre Cuba es sencillo. Listen cuando los premiados o premiadores cuestionaron la prohibición de viajar para los norteamericanos o las regulaciones contra los cubano-americanos que existieron hasta un año atrás. Listen la ocasión en que se galardonó por defender la libertad de expresión en Miami a Emilio Milian, Francisco Aruca, Ramón Cernuda o María Cristina Herrera, víctimas de acoso y bombas por sus ideas. En el caso de Cernuda y Herrera, no solo fueron perseguidos por la derecha cubana, sino también vetados por el gobierno cubano de regresar a su patria. No los han premiado porque en el juego del “cambio de régimen”, las supuestas credenciales democráticas de ese exilio intransigente no se pueden cuestionar.
Metodología del análisis de derechos humanos: Sin comparación no hay equivalencia.
Joaquín Estrada, cuestiona en “Sin el recurso del método” mi análisis de los derechos de viaje. El método que usé en el artículo es el mismo de los informes de Human Rights Watch, Amnistía Internacional y las opiniones del Consejo de la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el comité de derechos humanos. Diferentes violaciones aparecen en el texto por ser comunes a una temática pero tal hecho no implica comparación.
Sin comparación, no hay discusión de equivalencia. La literatura de derechos humanos evalúa los casos partir de las desviaciones del estándar internacional que es la Declaración Universal y los seis tratados que sirve inmediatamente para complementarla (Los dos Pactos de Derechos Civiles y Políticos de 1966, y las convenciones contra la discriminación de la mujer, contra la tortura, contra la discriminación racial, y de los derechos del niño). En el caso de los informes sobre Cuba, cuando hay un acápite sobre el embargo, se le valora como violación por sí mismo sin compararlo con las violaciones del gobierno cubano. Como ejemplo especifico sobre los derechos de viaje entre Cuba y EE.UU está el informe “Familias deshechas” de Human Rights Watch.
Daña nuestro espacio público tergiversar las posiciones de las que discrepamos. El artículo “Los derechos de todos” no dice que las violaciones a los derechos de viaje en Cuba y EE.UU son equivalentes o que unas justifiquen o causen las otras. El derecho a viajar en un país se evalúa en relación al artículo 13 de la Declaración Universal y el 12 del PIDCP no a su respeto por otro estado. En Cuba y Estados Unidos hay leyes y actos que se apartan del texto de ese artículo y las interpretaciones de la observación 27 del Comité de Derechos Humanos.
Comparar violaciones es estéril e ideologiza, con mutuos reproches, la demanda simple de derechos. El derecho de movimiento solo es derogable- según el artículo 13- "para proteger la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral públicas, y los derechos y libertades de terceros". Y no como condición deseable a tales fines sino estrictamente necesaria. Si no hay argumentos de protección de seguridad nacional que hagan necesaria la limitación de los viajes de Yoani, Joni y Joan, sus derechos fueron violados.
¿Por qué hice referencia a diferentes casos en un mismo artículo? Porque la actitud de “para mis amigos, los derechos, para mis enemigos, las prohibiciones” es incompatible con cualquier norma legal universal. Los que defienden la libertad de movimiento de Yoani mientras comulgan con las violaciones de la de Joni y Joan, o viceversa no promueven un estado de derecho. Peor aún, pervierten la idea de los derechos humanos, al promover que se violen los derechos de Joni y Joan para supuestamente promover los de Yoani.
Es curioso que Joaquín Estrada mencione las regulaciones internas a residir en la Habana y Santiago de Cuba mientras me acusa de comparar casos diferentes por apenas mencionarlos en el mismo texto. ¿Es que para Estrada solo es legítimo vincular casos cuando sirven a su posición ideológica? Quizás no. Como Estrada pertenezco al grupo de cubanos de fuera de la capital y asumo que su mención del tema viene de sentir hondo la discriminación que ambos hemos sufrido alguna vez, del gobierno y de la sociedad. Claro, que esas prohibiciones deben ser eliminadas. Claro también que la solución de esas discriminaciones no está en modelos neoliberales de derecha sino en intervenciones inteligentes del estado para canalizar recursos hacia las áreas y las poblaciones más pobres del país.
Estrada tiene razón que Miami es parte de los Estados Unidos donde hay una democracia. Eso no equivale a decir- como lo atestiguan las recientes revisiones de las penas a tres de los cinco cubanos acusados de espionaje- que en esa ciudad existe la misma libertad de expresión sobre Cuba o las garantías de un juicio justo que en el resto de la Unión. Muchas de las acusaciones de sesgo contra ese juicio se hubiesen evitado, de haberse celebrado en otra ciudad.
Porque Estados Unidos es una democracia, Robert Kennedy pidió eliminar la prohibición de viajar en 1963. Kennedy escribió que era incompatible con los “valores libertarios norteamericanos” y oscurecía el claro contraste que Estados Unidos debía buscar con los países comunistas que encerraban a sus ciudadanos tras un muro. Esos “valores” nunca fueron defendidos por el racista Jesse Helms, que codificó la prohibición de viajar en ley que lleva su nombre. En esta revista he demostrado que el embargo no es una política de derechos humanos, ni tiene que ver nada con sus principios ni método de promoción.
En directo:
Estrada llama a preguntar a Carter y Clinton- que según él- saben que los Castro son los responsables del embargo. El “preguntar” imaginariamente a prominentes políticos y recibir respuestas del mas allá es un recurso novedoso pero el método ortodoxo de leer memorias y entrevistas es más confiable.
Clinton dijo a Taylor Branch que con el derribo de las avionetas, Fidel Castro hizo imposible eliminar el embargo bajo su administración, pero también que Bob Menéndez era una seguidilla, llamando a la Casa Blanca todo el tiempo pidiendo que limitaran a los cubano-americanos viajar a Cuba y enviar dinero a sus familiares. ¡Extraña coincidencia!
No apostaría el caballo a que las voces que Estrada escucha en los conciertos de Gorki Águila, son las de Clinton y Carter. Cuando en 2005 trabajé en el Centro Carter en Atlanta, le pregunte al ex presidente sobre la política hacia Cuba. Me reiteró su repulsa ante el embargo y su propuesta de que Estados Unidos destrabe el diferendo, eliminando la prohibición de viajar. Más aun, Carter dijo que el presidente lo puede hacer ignorando la ley Helms-Burton, pues esa parte de la política exterior está dentro de las prerrogativas que le da el artículo II de la constitución.
Escuchemos a Clinton y Carter en directo. Eliminemos una prohibición que ambos han llamado una “estupidez”.
Taipei, noviembre 10, 2009.
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