Boda de Miguel Ángel Quesada y Neyda, 16 de septiembre de 1944
Capilla del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados
Ciego de Ávila
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Capilla del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados
Ciego de Ávila
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Parroquia de San Juan Bosco, Miami, abril de 1999
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Fotos/Enviadas para el blog Gaspar, El Lugareño por el P. Raúl Rodríguez
1 de Noviembre “Solemnidad de Todos los Santos”,
Parroquia de Quemado de Guines, diócesis de Santa Clara
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1 de Noviembre “Solemnidad de Todos los Santos”,
Parroquia de Quemado de Guines, diócesis de Santa Clara
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por P. Raúl Rodríguez
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
El domingo 1 de Noviembre “Solemnidad de Todos los Santos”, la Parroquia de Quemado de Guines, diócesis de Santa Clara, acogió el cáliz entregado por los Caballeros de Colón del Consejo “Cardenal Manuel Arteaga”, a su párroco el P. Raúl Rodríguez.
Es tradición de los Caballeros de Colón de entregar cada año a una parroquia del mundo, un cáliz y una patena, que lleva grabada los nombres de los miembros de la institución que han muerto ese año, para que se celebren Misas por ellos en ese altar.
En la patena vienen grabados los nombres de Manuel Cela, Félix Gutiérrez, José D. Ramos, Luis Almenares, Félix E. Serrano, José Rad., Miguel Ángel Quesada. Están presentes en la oración, junto con sus familias, pidiendo que la fe que les ha acompañado durante su vida, siga presente en las nuevas generaciones.
El pasado domingo 4 de octubre, en la ciudad de Miami, pude orar junto a los restos de Miguel Ángel Quesada, el último de los siete Caballeros de Colón, cuyo nombre aparece en la patena, teniendo como fondo una bandera cubana, hecha con flores, ofrenda del Municipio de Ciego de Ávila, por su amor a la tierra donde nació, de la cual partió en noviembre de 1960.
En los momentos de la oración y al abrazar a Neyda, su viuda, muchos recuerdos vinieron a la mente y al corazón:
“Siendo niño mi abuela materna, viajaba a Ciego de Ávila a visitar a un hermano suyo, tío Alfredo, siempre quería ir con ella, pero me decía que era muy pequeño, sentía deseos de crecer para poder acompañarla y superar la tristeza que me dejaba su partida, -ella me cuidaba, en su cuarto estaba mi cama-, la tristeza era superada, cuando regresaba y me contaba del tío, de su esposa, de la casa grande y apartada del pueblo, donde vivían solo cuatro personas mayores, enfermas, cada noche detrás de la puerta de la cocina, colocaban todas las tapas de los carderos, por si entraba alguien, el ruido los despertara.
En 1972 se acabaron los viajes cuando tío Alfredo y Ketty se marcharon del país a reunirse con sus hijos Neyda y Alfredito, abuela trajo varios recuerdos de familia, entre ellos fotos, en una de ella, aparecía una feliz pareja, caminando por la senda de una Iglesia al terminar la ceremonia: eran Miguel Ángel y Neyda el día de su matrimonio.
Pasaron los años y en abril de 1999 conocí a Miguel Ángel y Neyda en la Parroquia de San Juan Bosco, en la ciudad de Miami, me simpatizaron mucho, no solo porque ella es prima de mi madre, sino por las raíces familiares que me transmitieron:
“Unieron sus vidas el 16 de septiembre de 1944, en la capilla del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Ciego de Ávila, no solo porque en aquel momento la Iglesia de San Eugenio, hoy Catedral la estaban construyendo, sino también porque fueron benefactores por muchos años de la obra de las hermanitas en la ciudad, hecho que me llevo a conocer a la Madre Vicenta en el hogar que tienen las hermanas en Puerta de Tierra en Puerto Rico, la Madre Vicenta era española de nacimiento, cubana de corazón, avileña de sentimientos.
En uno de los encuentros Miguel Ángel me entrego un artículo escrito por él que se titula “La Quinta y el Reparto Ortiz”, leyéndolo pude encontrar la casa lejana de la infancia “donde iba abuela a visitar a tío Alfredo y que esperaba un día crecer para acompañarla” y descubrir que uno de los repartos de la ciudad lleva el nombre de “Reparto Ortiz”, en recuerdo de tío Alfredo, que en 1940 se traslada desde Pina donde residía, a vivir en esa zona, poniéndole a la Quinta el nombre de “La Caridad”, en honor de la Madre de los cubanos.
En esa Quinta fue acogida mi abuela con mi tío y mi madre muy pequeños, al morir mi abuelo, en esa tierra fue inscrita mi madre”.
Todos esos recuerdos se convirtieron en oración en aquella tarde de domingo, hoy vuelven a estar presente al acoger el cáliz y ofrecerlo en el altar en esta Solemnidad del 1 de noviembre, convirtiéndose en un Acción de Gracias donde se mezclan sentimientos y recuerdos de esa Iglesia doméstica que formaron Miguel Ángel y Neyda por 65 años, donde ha estado presente el amor a Dios y a Cuba.
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