En un reportaje que trata sobre la filmación en Cuba del filme Dragoi ehiztaria, la segunda coproducción vasco-cubana, el periodista comenta lo que percibe como un "detalle aparentemente menor" , y que en realidad refleja la situación de discriminación en que viven los cubanos en su propia matria:
Cada jornada, el rodaje se interrumpe para comer y todos los miembros del equipo, vascos y cubanos, hacen la cola para acceder a los mismos platos de arroz con frijoles. Un detalle aparentemente menor que ha marcado la diferencia. En Cuba se realizan cada año del orden de seis largometrajes propios y otras tantas coproducciones. Los técnicos del ICAIC, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, están acostumbrados a prestar sus servicios a equipos de medio mundo. El trato suele ser profesional, correcto, pero distante. Los extranjeros siempre comen aparte.
Pero los vascos, no. Y eso ha influido en la química entre la docena de vascos y el centenar de cubanos. «Más que dos equipos hemos formado uno solo vasco-cubano», expresa Ion Collar, director de producción. (ver Cuando rodé en Cuba)
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