Monseñor Carlos M. de Céspedes comenta la reciente Feria del Libro de La Habana
El nacer y el desarrollarse dentro de una cultura y una nacionalidad concreta no identifica sencillamente a las corrientes políticas con la misma, pero tampoco se pueden explicar sin ella, en otro contexto cultural y sociopolítico diverso al que, de hecho, les dio origen y nutrición.
Además, cuando rechazamos un tipo de régimen porque no lo consideramos justo, eficaz, adecuado etc., no por eso abrazamos en el mismo rechazo todo lo que ocurrió dentro de las fronteras del país mientras tal régimen estuvo vigente. Porque no seamos zaristas vamos a rechazar a Pushkin, Dostoievski, Tolstoi, Chaikovski…? Y porque no miremos con buenos ojos el gobierno Stalin, ¿ignoraremos las producciones cinematográficas, musicales y hasta literarias –ámbito muy difícil– de aquellos años del gobierno de Stalin, y acaso no admiraremos la heroicidad ruso-soviética en la II Guerra Mundial, lo que pesó en aquella guerra la batalla de Stalingrado en el inicio del fin del nazismo, etc.? Cuando he dicho cosas por el estilo entre amigos, algunos me dicen que esas realidades positivas ocurrieron no gracias a esos gobernantes, sino a pesar de ellos. Y yo comento que no sólo “a pesar de”, sino también, “gracias a”, pensando en los costados positivos de aquellas realidades. Casi nunca la realidad es blanca o negra; tiene grisuras y “pinticas” de uno u otro tono. Totalmente luz, solamente el Cielo; totalmente noche, solamente el Infierno. Lo nuestro, en las condiciones terrenales en las que existimos, es tratar de aprehender la mayor cantidad posible de luz. (ver La feria del libro de La Habana. Presencia de la cultura rusa y apostillas emparentadas en Palabra Nueva)
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