Wednesday, April 14, 2010

Textos inéditos de Osvaldo Navarro ...

Foto/Reuters
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Desde que conocí a Osvaldo, antes de que cumpliera sus 30 años, era ya un poeta consciente de su herramienta: la palabra. Con Raúl Rivero y con Wichy Nogueras, en la intimidad de las reuniones poéticas y los vinos, que era nuestra manera natural de vivir, jugaban a hacerse sonetos. Y después, hasta el final, jugó y jugó con la palabra. Jugaba como un niño, por gusto y por recreo, por debajo del nivel de la vida seria. Pero también podía jugar, y jugó, por encima de este nivel. Osvaldo sabía cuánto de niñez tiene que preservar el poeta, sabía que el poeta tiene que ser capaz de investirse el alma del niño como una camisa mágica y preferir su sabiduría a la del adulto, y jugar.

Unos poemas inéditos de Osvaldo Navarro para Gaspar El Lugareño, con mi admiración y mi cariño. Elena Tamargo (archivo de la familia Navarro).


MELODÍA PARA UNA GUAJIRA


Una guajira puta como una enredadera
me enredó la muy puta, tan puta y tan guajira,
que me dejó sonando, sin sonar, cuerda y güira,
sonando sin sonar, sonar de qué manera.

Como una enredadera, una guajira puta
me enredó, la muy puta (guajira y no ramera),
que me dejó la güira seca de una manera,
que de tanto estar seca, me sabe y huele a fruta.

Una guajira puta es quien me desespera,
por puta y por guajira, pero no por ramera.
(Es putería extraña esta de mi guajira).

Ninguna putería como ésta se disfruta,
pues siendo putería, no es la puta puta,
es sólo una guajira que me besa y suspira.


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DE MUJERES


En la cama muy loca, en la casa muy cuerda;
No olvides tal mujer, antes bien recuérdala.
Arcipreste de Hita


I

Yo recomiendo una mujer bien puta
que os sacare del juicio y los cabales.
Una mujer como los animales:
suelta, resuelta, viva y absoluta.

Esa mujer que sufre y que disfruta
su amor feroz de pueblos y arrabales.
Una mujer de piernas inmortales.
En fin, lo dije, una mujer bien puta.

Yo os recomiendo una mujer entera,
que mida treinta y cinco de cadera
y quince de cintura, por lo menos.

Una mujer que tenga de ramera
el aire, la sonrisa y la manera,
pero intactos los ojos y los senos.

II

Una guitarra. Si es posible,
tostada por el sol en los veranos.
cuerdas en las manos,
con mucha música, pero inaudible.

Una mujer angélica y terrible,
como Gioconda, pero más profana.
Unos senos de carne de manzana:
mujer sencillamente comestible.

Una mujer que sude adrenalina,
como ese ron vulgar que desatina
y pone la cintura en vate y vate.

Una mujer diabólica y divina,
sabor del más allá, si Dios cocina:
una mujer dispuesta al disparate.

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