Los Monitongos
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Los Monitongos
Texto y Fotos por Ena Columbié
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
Guantánamo es una zona fundamentalmente montañosa, la más montañosa de todo el archipiélago ocupando el 6% de la superficie del país. Sus bosques son los más tupidos y vírgenes de toda Las Antillas, con grandes elevaciones como la Loma de la Caña y la Loma de Paul Jones —que se encuentra en la zona de la base naval norteamericana— Estas montañas son atravesadas por largos y caudalosos ríos, un sinfín de manantiales y cascadas que irrigan el terreno sumamente árido en algunos lugares. Allí se encuentra el río más caudaloso de la Isla, El Toa, que tiene una extensión de alrededor de 120 km, y la reserva de fauna y flora más grande del país. Uno de sus afluentes, “El arroyo del Infierno” posee el salto de agua más alto de todo el Caribe con 300 m. de caída y “Las Cuchillas del Toa” son parte de la red mundial de la reserva de la biosfera. Todo esto son algunos de los factores fundamentales para que allí se localice la mayor biodiversidad del país, la mayor reserva de biosfera y el más alto endemismo. Con sus 6184 kilómetros cuadrados de extensión, es la zona más húmeda y más seca del archipiélago cubano. El sur (más cerca de Guantánamo) se caracteriza por una aridez extrema y el norte (Baracoa) reporta más lluvia que el promedio nacional. En la localidad de Baitiquirí (le dedicaremos un espacio), cuando bajamos de Baracoa rumbo a la capital provincial, se encuentra el llamado desierto cubano, que cuenta con un número considerable de variedades de cactus, y una muy diversificada vegetación xerófila, pequeñas y acogedoras playas entre las que se destacan: Yateritas y Tortuguilla. Cerca de allí, se localiza el único volcán —ya extinto— de Cuba: “El Pico Golán”, con toda su estructura conservada, pero ignorado como casi todo el país y en especial la provincia de Guantánamo, ya que por la cercanía con la base naval norteamericana, el gobierno ha considerado que sólo puede servir de mampara y la ha declarado “Ciudad Perdida”.
La Reserva Ecológica de Hatibonico en la provincia, pertenece a lo que constituye a su vez, la reserva de Biosfera de Baconao, y se extiende por más de seis mil hectáreas entre el extremo oriental de la Sierra Maestra hasta la franja costera Maisí-Guantánamo. En esta reserva podemos encontrar viviendo junto a muchos otras especies únicas de la zona y entre la comunidades humanas, al raro Almiquí de la era pleistocénica cubana —sexta época del período terciario, que abarca desde hace 2 millones de años hasta hace 10 000—. También es la región de los bosques latifolios de baja altura, con una vegetación típica de la región, con matorrales espinosos semidesérticos, y el mayor fitoendemismo del país con más de 145 variedades de helechos. El atractivo más grande de esta reserva son Los Monitongos, Monumentos de la Naturaleza cubana.
Según algunos científicos y la narrativa oral, hace millones de años atrás, cuando el hombre no existía, incluso antes del Jurásico —cuando se originó el Caribe— en Hatibonico se encontraba una cuenca marina que fue emergiendo debido a los procesos tectónicos —sin influencia de vulcanismo— emanando del fondo y formando un sendero de elevaciones pétreas que debido a la erosión natural de la lluvia, el viento y el tiempo, se transformaron en colinas de peculiares formas. Así en el sendero sui géneris se pueden observar figuras gigantes: hongos, iguanas, ranas, perros, jicoteas, incluso figuras humanas y otras como corazones, platillos voladores, trenes, etc. En algunas laderas aisladas de Baitiquirí, también aparecen solitarias formaciones caprichosas.
Si usted nunca pudo “ver” una ovejita dentro de una cajita, ni se preocupe por encontrar los Monitongos, ya que se necesita de inteligencia e imaginación para entrar en el mundo de estas formaciones geológicas únicas en Cuba. Los Monitongos son esculturas perfectas de piedras creadas por la naturaleza, y se han convertido en atracción de muchos de los turistas que visitan el lugar. Geólogos de diferentes partes del mundo que motivados por tan raro espectáculo, han expresado a las autoridades pertinentes sobre su interés por el estudio de estas formaciones, sin resultado alguno. Es profusa la apatía de un país lleno de enormes necesidades vitales, y muy escaso el interés de los nuestros por descubrir y disfrutar lo nuestro. Entonces, las nuevas generaciones de guajiros de la localidad desconocen la existencia de este fenómeno natural, y ven el hecho como algo normal dentro de su contorno, sin saber que son dueños de algo único, la abulia sobre el tema es tan grande que nadie tienen claro el por qué los pobladores del lugar bautizaron esas formaciones pétreas con un nombre tan poco común.
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Ena Columbié, “LaPitu” Guantánamo, Cuba. Poeta, ensayista, crítica, narradora y artista. Licenciada en Filología. Ha obtenido numerosos premios en crítica literaria y artística, cuento y poesía. Ha publicado los libros: Dos cuentos (Narrativa. Cuba 1987), El Exégeta (Crítica literaria. Cuba 1995), Ripios y Epigramas (Poesía Cuba 2001) y Ripios (Poesía. USA 2006) y en las antologías: Lenguas Recurrentes (1982), Lauros (Cuba 1989), Epigramas (Cuba1994), Muestra Siglo XXI de la poesía en español (USA 2005), La Mujer Rota (México 2008). Dirige la editorial, Ediciones EntreRíos. Ha colaborado como editora en la editorial La Araña pelúa de París y en La Peregrina Magazine, así como en diversos proyectos privados independientes.
Como fotógrafa ha publicado en revistas y periódicos de USA. Reside en Miami, Florida. USA.
Como fotógrafa ha publicado en revistas y periódicos de USA. Reside en Miami, Florida. USA.