VARSOVIA, martes 11 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Monseñor Józef Kowalczyk, primado de Polonia desde el sábado pasado, posee una amplia experiencia en el ámbito de la diplomacia vaticana, a la que se ha dedicado durante cuarenta años, y conoce a fondo su país de origen, Polonia, y su historia.
Monseñor Kowalczyk (Jadowniki Mokre, 28 de agosto de 1938), fue nombrado nuncio apostólico en Polonia en 1989 por Juan Pablo II, convirtiéndose en el primer representante pontificio en el país tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora, Benedicto XVI le nombra arzobispo de Gniezno y nuevo primado de Polonia.
En la siguiente entrevista concedida a ZENIT poco antes de este nombramiento, recuerda la “falsedad y perversión de los métodos de los representantes del Gobierno comunista polaco”, así como algunas experiencias de su estrecho contacto con Juan Pablo II.
La segunda parte de esta entrevista se publicará en el servicio de mañana miércoles.
- ¿Al mismo tiempo continuaba ocupándose también de los contactos con las autoridades comunistas polacas?
Mons. Kowalczyk: Sí, me ocupaba siempre de los contactos, ya fuera con el episcopado polaco o con el Gobierno, de manera particular con el Grupo de la República Popular Polaca para los contactos permanentes de trabajo con la Santa Sede, con base en la Embajada Polaca en Roma.
Los temas de nuestras conversaciones eran múltiples, pero querría recordar en primer lugar los preparativos del viaje del Papa a Polonia, el primero en 1979 y el segundo en 1983, especialmente difíciles a causa de la prolongación del estado de guerra introducido por la junta militar del general Jaruzelski en 1981 y después por los viajes sucesivos.
Yo informaba de todo al Santo Padre, que me daba también indicaciones. Por ejemplo, cuando los comunistas no quisieron que el primer viaje se hiciera en mayo de 1979 y propusieron el junio siguiente, el Papa consintió pero me pidió exigir que ese viaje coincidiera con el jubileo de san Estanislao.
Una tarea particular era el trabajo relacionado con la elaboración de un acuerdo referente a las relaciones Estado-Iglesia: los comunistas, para salir del aislamiento, lo querían; en cambio, para la Iglesia católica en Polonia, ese acuerdo era una condición necesaria para que la Santa Sede pudiera establecer relaciones diplomáticas con Polonia. (ver entrevista completa en Zenit)
Monseñor Kowalczyk (Jadowniki Mokre, 28 de agosto de 1938), fue nombrado nuncio apostólico en Polonia en 1989 por Juan Pablo II, convirtiéndose en el primer representante pontificio en el país tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora, Benedicto XVI le nombra arzobispo de Gniezno y nuevo primado de Polonia.
En la siguiente entrevista concedida a ZENIT poco antes de este nombramiento, recuerda la “falsedad y perversión de los métodos de los representantes del Gobierno comunista polaco”, así como algunas experiencias de su estrecho contacto con Juan Pablo II.
La segunda parte de esta entrevista se publicará en el servicio de mañana miércoles.
- ¿Al mismo tiempo continuaba ocupándose también de los contactos con las autoridades comunistas polacas?
Mons. Kowalczyk: Sí, me ocupaba siempre de los contactos, ya fuera con el episcopado polaco o con el Gobierno, de manera particular con el Grupo de la República Popular Polaca para los contactos permanentes de trabajo con la Santa Sede, con base en la Embajada Polaca en Roma.
Los temas de nuestras conversaciones eran múltiples, pero querría recordar en primer lugar los preparativos del viaje del Papa a Polonia, el primero en 1979 y el segundo en 1983, especialmente difíciles a causa de la prolongación del estado de guerra introducido por la junta militar del general Jaruzelski en 1981 y después por los viajes sucesivos.
Yo informaba de todo al Santo Padre, que me daba también indicaciones. Por ejemplo, cuando los comunistas no quisieron que el primer viaje se hiciera en mayo de 1979 y propusieron el junio siguiente, el Papa consintió pero me pidió exigir que ese viaje coincidiera con el jubileo de san Estanislao.
Una tarea particular era el trabajo relacionado con la elaboración de un acuerdo referente a las relaciones Estado-Iglesia: los comunistas, para salir del aislamiento, lo querían; en cambio, para la Iglesia católica en Polonia, ese acuerdo era una condición necesaria para que la Santa Sede pudiera establecer relaciones diplomáticas con Polonia. (ver entrevista completa en Zenit)
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