El laureado periodista inicia su opinión con estocada a fondo: “Después de años de bochornosa pasividad, el líder de la Iglesia Católica en Cuba, Cardenal Jaime Ortega, está empezando a manifestarse un poco más explícitamente en contra de los más flagrantes abusos de la dictadura cubana. Pero lo está haciendo tímidamente y muy tarde”. Y cierra su reflexión apelando al puñal de misericordia: “Sus nuevas declaraciones son bienvenidas, pero no es un hombre que me despierte gran admiración”. Apertura y cierre resultan bastante subjetivos, pero la narración que discurre entre ambos extremos resulta muy alejada del periodista que investiga. (ver texto completo en Palabra Nueva)
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ver texto El cardenal timorato de Oppenheimer
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