Sunday, May 16, 2010

Wendy. La historia de una transexual en Cuba

Fotos/Reuters
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(IPS). Primer y único varón de una familia de trabajadores, no tardó mucho en descubrir que no era lo que su padre pretendía que fuera. A los tres años ya jugaba a las muñecas y, al comenzar la escuela, rompía los pantalones del uniforme para hacerse sayitas (faldas) y se amarraba toallas en la cabeza para imitar el pelo largo.

A los 10 años tuvo su primera relación con un profesor, una de las pocas personas que le dio cariño en una época de críticas y censuras de su familia y de los compañeros de la escuela primaria. Un día la directora del centro escolar la llamó y le dijo: "o abandonas la escuela o le cuento a tus padres".

"Fue entonces que empecé a frecuentar la casa de mi prima. Ella me prestaba sus vestidos y sus trusas para ir a la playa; yo escondía los genitales y llevaba la vida de una muchacha. Los problemas con mi papá siguieron hasta que a los 12 años me fui de la casa. Cuando volví dos años después, ya tenía mamas", cuenta.

Le había oído decir a su hermana que una pastilla anticonceptiva le aumentaba los senos y, sin consultar con nadie, empezó a tomar dos pastillas diarias. Para ella fue como una religión y uno de los grandes giros de su vida: "empecé a vestir de mujer, mi papá me decía ‘pareces un payaso’ y yo me miraba en el espejo y no me veía así".

"Me costó trabajo dominar aquel cambio en el barrio, me gritaban y se burlaban de mí, pero cuando salía de mi zona, los hombres me veían como una mujer, como la persona que yo había concebido y por la que había luchado toda la vida. Cuando vi que me piropeaban, desde un médico hasta un policía, supe que aquella era mi vida". (sigue)

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