Una torre de colores y Carlos A. Díaz Barrios
texto y fotos Ena LaPitu Columbié
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
Antes de seguir con el periplo y entrar en mi ciudad natal Guantánamo —a la que dedicaré una serie que merece—, me detendré en dos temas que ocupan mi atención, y que también por lo importante del fondo vale la pena que les dedique tiempo. Así seguiré haciendo entre uno y otro viaje por la Isla, con algunas de las atracciones que voy encontrando a mi paso por el exilio; sirviendo platos de aquí y de allá, para que la monotonía del mono-tema no aleje a los condescendientes lectores. Espero que les resulte interesante conocer otras fuentes donde beber.
Cuando uno está llegando casi, casi, al ocaso de la vida y quiere dedicar la mayor parte del tiempo a lo que ha decidido dejar de regalo para este mundo, no quiere frecuentar actividades sociales todos los días, ni conocer gente nueva; uno cree que con las buenas personas que ya tiene de amigos y enemigos, es suficiente para resistir el tiempo que le queda. Pero la vida se la pasa dándole al traste con todo lo que uno piensa, y cada día los amigos te arrastran a un lugar diferente y te presentan nuevos ojos y nuevas bocas que tendrás que —por lo menos fingir— prestarle atención. Sin embargo, muchas veces también la vida nos sorprende…
Conocí a Carlos Aurelio Díaz Barrios cuando vine a la Feria Internacional del Libro en Miami en el 2006 a presentar mis Ripios; primero por los ojos de Germán Guerra, con quien comparto mucho más que una editorial y una profunda amistad familiar. Él me mostró sus bellas e impecables creaciones de libros que publica bajo el sello editorial La Torre de papel desde 1993, y me dijo que esa era a su entender la casa editora más seria de toda la Florida. Pero Germán no me dijo que Carlos es un camagüeyano marielito, que desde que llegó a tierra de libertad le fue reconocido su talento literario por muchos de los más prestigiosos premios del mundo hispano: “Carilda Oliver Labra” (Madrid, 1981), “CEPI, 5 escritores Iberoamericanos” (New York, 1983), “Mairena” de la Universidad de Río Piedras (Puerto Rico, 1984), “Beca Cintas” (New York 1986), “Premio Letras de Oro” (1994) de la universidad de Miami. Además Carlos es uno de los dos cubanos prestigiando la lírica en español con el premio “Poesía Juan Ramón Jiménez” (1994). Este monstruo de la literatura hispanoamericana tiene en la actualidad 28 títulos publicados entre los géneros de poesía, cuento y novela.
Díaz Barrios no se queda tranquilo, también hasta hoy, ha publicado más de 98 títulos de escritores establecidos. Dentro de la variada gama de colecciones que conforman La Torre… y que reciben sus nombres según el diseño y la temática seleccionada, La segunda mirada me dejó atónita con las reediciones de los clásicos cubanos grandes y olvidados; en ella están los cuentos de José Manuel Poveda, escritos entre el 1913 y el 1927 cuando fue protagonista de el resurgimiento de la lírica cubana, Los poemas de Luisa Pérez de Zambrana con la emblemática introducción de Lezama Lima, los cuentos de Lino Novas Calvo presentados por el querido Carlos Victoria y también, a Labrador Ruiz y su Trailer de ensueños comentado por Mañach, entre muchos. Las colecciones La Torre de papel, Opus, Los papeles del minotauro y Las Bragas del tucán publican poesía; y La Huella en la nieve, El anillo de Proserpina y Argonauta, narrativa. Estas geniales colecciones se encuentran íntegras en la Universidad de Stanford y en la Cuban Heritage Collection de Miami; por desgracia casi todos los libros están agotados, pero los que aún quedan pueden adquirirse en The Golden Raccoon, la galería de Carlos y Ayessa*.
Hace unos días Carlos Díaz Barrios y yo sellamos nuestra amistad pasando juntos un lunes entero, él fue al CCE para visitar la recientemente abierta “Biblioteca Eugenio Florit” en que trabajo, y nos pegamos a hablar. Carlos es un conversador nervioso, las ideas le fluyen tan rápido que atropella las palabras, lo quiere conocer todo en el mismo momento y siempre tiene una vivencia para compartir, es un lector voraz —me dijo que si tuviera que decidir entre escribir y leer, se quedaría leyendo hasta que se le acabara la vida— y se convierte en promotor en cuanto termina una obra meritoria. Pero a Carlos no les gustan las medias tintas ni los diletantes, por eso prefiere gastarse el tiempo entre libros, pinceles y papeles. Almorzamos juntos y luego vinimos a casa a tomarnos un vino mientras me daba certeros criterios y consejos sobre mis piezas de arte. Luego nos fuimos a su casa y entonces le tocó su turno; me sacó toneladas de pinturas, abstractas algunas, pero sobre todo acrílicos violentos, oscuros, con negro, azul, violetas intensos, rojo… lienzos que parecen grabados y cartones como finos tapices con historias independientes que se entrelazan llenitas de personajes que parecen salidos de los túneles de la Guerra Civil Española, de la ciudad profunda del Nueva York subterráneo, o del El mastín de los Baskerville de Arthur Conan Doyle. Demonios voraces y tímidos, de ojos lánguidos con los te detienes largo tiempo a desentrañar su historia**. Y es que ningún escritor y/o artista por muy sereno que parezca puede llevar la quietud consigo, la pasión es la que forma el talento —por lo menos eso creo yo— y Carlos no es la excepción, está lleno de demonios que refleja con fiebre en sus pinturas autenticas, fuertes, y en sus contundentes libros. Cuando este hombre habla de la literatura y el arte parece que se ahoga, le falta la respiración, imagino que así debe ser en las noches cuando en soledad pinta febrilmente, sin descanso. Eso sucede cuando el talento es tan poderoso que estrangula.
*The Golden Raccoon: ubicada en la histórica villa Cauley Square:
22400 Old Dixie Hwy, Miami, Fl. 33170
(Turnpike South Exit 11, West to US1, South to 224 St.)
—De ella hablaré en la próxima entrega—
** Algunas de sus obras se encuentran en la exposición Farewell to the sea: Remembering el Mariel, 30 years later. En Zu-Galería, 2248 SW 8th St. Miami Fl. 33135
Cuando uno está llegando casi, casi, al ocaso de la vida y quiere dedicar la mayor parte del tiempo a lo que ha decidido dejar de regalo para este mundo, no quiere frecuentar actividades sociales todos los días, ni conocer gente nueva; uno cree que con las buenas personas que ya tiene de amigos y enemigos, es suficiente para resistir el tiempo que le queda. Pero la vida se la pasa dándole al traste con todo lo que uno piensa, y cada día los amigos te arrastran a un lugar diferente y te presentan nuevos ojos y nuevas bocas que tendrás que —por lo menos fingir— prestarle atención. Sin embargo, muchas veces también la vida nos sorprende…
Conocí a Carlos Aurelio Díaz Barrios cuando vine a la Feria Internacional del Libro en Miami en el 2006 a presentar mis Ripios; primero por los ojos de Germán Guerra, con quien comparto mucho más que una editorial y una profunda amistad familiar. Él me mostró sus bellas e impecables creaciones de libros que publica bajo el sello editorial La Torre de papel desde 1993, y me dijo que esa era a su entender la casa editora más seria de toda la Florida. Pero Germán no me dijo que Carlos es un camagüeyano marielito, que desde que llegó a tierra de libertad le fue reconocido su talento literario por muchos de los más prestigiosos premios del mundo hispano: “Carilda Oliver Labra” (Madrid, 1981), “CEPI, 5 escritores Iberoamericanos” (New York, 1983), “Mairena” de la Universidad de Río Piedras (Puerto Rico, 1984), “Beca Cintas” (New York 1986), “Premio Letras de Oro” (1994) de la universidad de Miami. Además Carlos es uno de los dos cubanos prestigiando la lírica en español con el premio “Poesía Juan Ramón Jiménez” (1994). Este monstruo de la literatura hispanoamericana tiene en la actualidad 28 títulos publicados entre los géneros de poesía, cuento y novela.
Díaz Barrios no se queda tranquilo, también hasta hoy, ha publicado más de 98 títulos de escritores establecidos. Dentro de la variada gama de colecciones que conforman La Torre… y que reciben sus nombres según el diseño y la temática seleccionada, La segunda mirada me dejó atónita con las reediciones de los clásicos cubanos grandes y olvidados; en ella están los cuentos de José Manuel Poveda, escritos entre el 1913 y el 1927 cuando fue protagonista de el resurgimiento de la lírica cubana, Los poemas de Luisa Pérez de Zambrana con la emblemática introducción de Lezama Lima, los cuentos de Lino Novas Calvo presentados por el querido Carlos Victoria y también, a Labrador Ruiz y su Trailer de ensueños comentado por Mañach, entre muchos. Las colecciones La Torre de papel, Opus, Los papeles del minotauro y Las Bragas del tucán publican poesía; y La Huella en la nieve, El anillo de Proserpina y Argonauta, narrativa. Estas geniales colecciones se encuentran íntegras en la Universidad de Stanford y en la Cuban Heritage Collection de Miami; por desgracia casi todos los libros están agotados, pero los que aún quedan pueden adquirirse en The Golden Raccoon, la galería de Carlos y Ayessa*.
Hace unos días Carlos Díaz Barrios y yo sellamos nuestra amistad pasando juntos un lunes entero, él fue al CCE para visitar la recientemente abierta “Biblioteca Eugenio Florit” en que trabajo, y nos pegamos a hablar. Carlos es un conversador nervioso, las ideas le fluyen tan rápido que atropella las palabras, lo quiere conocer todo en el mismo momento y siempre tiene una vivencia para compartir, es un lector voraz —me dijo que si tuviera que decidir entre escribir y leer, se quedaría leyendo hasta que se le acabara la vida— y se convierte en promotor en cuanto termina una obra meritoria. Pero a Carlos no les gustan las medias tintas ni los diletantes, por eso prefiere gastarse el tiempo entre libros, pinceles y papeles. Almorzamos juntos y luego vinimos a casa a tomarnos un vino mientras me daba certeros criterios y consejos sobre mis piezas de arte. Luego nos fuimos a su casa y entonces le tocó su turno; me sacó toneladas de pinturas, abstractas algunas, pero sobre todo acrílicos violentos, oscuros, con negro, azul, violetas intensos, rojo… lienzos que parecen grabados y cartones como finos tapices con historias independientes que se entrelazan llenitas de personajes que parecen salidos de los túneles de la Guerra Civil Española, de la ciudad profunda del Nueva York subterráneo, o del El mastín de los Baskerville de Arthur Conan Doyle. Demonios voraces y tímidos, de ojos lánguidos con los te detienes largo tiempo a desentrañar su historia**. Y es que ningún escritor y/o artista por muy sereno que parezca puede llevar la quietud consigo, la pasión es la que forma el talento —por lo menos eso creo yo— y Carlos no es la excepción, está lleno de demonios que refleja con fiebre en sus pinturas autenticas, fuertes, y en sus contundentes libros. Cuando este hombre habla de la literatura y el arte parece que se ahoga, le falta la respiración, imagino que así debe ser en las noches cuando en soledad pinta febrilmente, sin descanso. Eso sucede cuando el talento es tan poderoso que estrangula.
*The Golden Raccoon: ubicada en la histórica villa Cauley Square:
22400 Old Dixie Hwy, Miami, Fl. 33170
(Turnpike South Exit 11, West to US1, South to 224 St.)
—De ella hablaré en la próxima entrega—
** Algunas de sus obras se encuentran en la exposición Farewell to the sea: Remembering el Mariel, 30 years later. En Zu-Galería, 2248 SW 8th St. Miami Fl. 33135
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Ena Columbié, “LaPitu” Guantánamo, Cuba. Poeta, ensayista, crítica, narradora y artista. Licenciada en Filología. Ha obtenido numerosos premios en crítica literaria y artística, cuento y poesía. Ha publicado los libros: Dos cuentos (Narrativa. Cuba 1987), El Exégeta (Crítica literaria. Cuba 1995), Ripios y Epigramas (Poesía Cuba 2001) y Ripios (Poesía. USA 2006) y en las antologías: Lenguas Recurrentes (1982), Lauros (Cuba 1989), Epigramas (Cuba1994), Muestra Siglo XXI de la poesía en español (USA 2005), La Mujer Rota (México 2008). Dirige la editorial, Ediciones EntreRíos. Ha colaborado como editora en la editorial La Araña pelúa de París y en La Peregrina Magazine, así como en diversos proyectos privados independientes.Como fotógrafa ha publicado en revistas y periódicos de USA. Reside en Miami, Florida. USA.
6 comments:
Sólo una mujer de talento como Ena, puede reconocer el talento de Carlos. Merecido homenaje. Un abrazo para los dos y un saludo para el gran Gaspar. Raúl Ortega Alfonso.
Gracias Carlos por mostrarnos de poco a poco tus tesoros .Lugar de ensuenos y tu amistad. A Lapitu una ves mas nos sorprende con su recorrido en parajes y personajes para admirar y respetar.Gracias tambien a ti.
Bien, corazón. Un texto desde la serenidad.
Un abrazo,
M
Querida Ena, me ha gustado mucho tu texto sobre Carlos Díaz. De primera. Y me han impresionado mucho también las pinturas de Carlos, nunca las había visto.
Estás haciendo un gran trabajo periodístico (y más) y es una pensa que un periódico como El Nuevo Herald, u otro de su difusión, no publiquen lo que haces.
Gracias por enviármelo.
Muchas bendiciones,
Belkis
Yo disfrute aquella lectura que me dio a conocer la obra de Carlos y la de Raulito, dos grandes poetas. Y ahora tu escrito que siempre logra transportarme, ensenarme, y con muchas ganas de esta proxima Noches de Poesia que se aproxima con Carlos Diaz Barrios. Gracias, Manny
Ena, mil gracias por estas entregas... esta muy merecida...aunque no comente siempre, siempre leo...
una inspiracion.
abrazos,
mabel
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