La Tumba Francesa
Texto y fotos por Ena LaPitu Columbié
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
Los negros y mulatos haitianos encontraron (...) negros
de nación dajomé, arará, majino, sabalú y otros de iguales
étnias lingüísticas y musicales antecedentes, o sea de la
misma cultura, y se fueron entendiendo apenas lograron una
nueva fase en su transculturación idiomática, formando
una nueva habla, mezcla del créole afrofrancés de Haití con
el criollo afrohispano de Cuba. En ese ambiente cubano-haitiano,
de santería y de vodú, surgieron de los “cabildos de nación”
los grupos religiosos y diversas tumbas francesas.
Fernando Ortíz
La Toma de La Bastilla el 14 de julio de 1789 y la posterior Declaración Universal de los Derechos del Hombre en agosto del mismo año, motivaron los aires de rebeldía de los negros haitianos que se lanzaron a una revolución que inició el 14 de agosto de 1791, extendiéndose por toda la isla y teniendo como bandera los sentimientos de libertad e igualdad. Esta sublevación de esclavos, dirigida por el líder negro ex esclavo Toussaint Louverture, trajo consigo la muerte de negros y blancos, y culminó con el triunfo de los rebeldes y la firma del Tratado de Basilea, en donde España cedió el territorio este de la isla a Francia, convirtiéndose Haití en la primera república independiente gobernada por negros en el continente americano.
Los colonos franceses huyeron de Haití con sus negros esclavos y libertos, y se asentaron en los lomeríos de Guantánamo y Santiago de Cuba para dedicarse al cultivo del café; cambiaron las tácticas con los esclavos permitiéndoles comprar su libertad y también realizar sus celebraciones ceremoniales religiosas. Algunos de los colonos eran muy cultos y dedicaron algo de su tiempo a educar a los negros enseñándoles el idioma francés, dibujo, bordado, bailes y cantos etc. Los esclavos mezclaron con su música de tambor con las Contradanzas y el Minuet de los salones de la corte francesa, sus amos comenzaron a proporcionarles batas de hilo y encaje, collares, aretes, pañuelos de seda y todo lo que pudiera engalanar las fiestas que ellos también disfrutaban; se instituyó el sábado para dichas fiestas surgiendo así, en los cafetales de las serranías orientales cubanas: La tumba Francesa, una sociedad de recreo, protección y ayuda mutua para los esclavos franco-haitianos y sus descendientes. Tiempo después se integraron afrocubanos e incluso, se citan nombres célebres de la independencia de Cuba como Antonio y José Maceo, Quintín Banderas y Guillermón Moncada.
La responsabilidad del sonido de la Tumba Francesa recae en músicos de una orquesta que se compone de tres tumbas: una pequeña de sonido agudo llamada Bulá ó Bebé, el Sécond o Secon un poco más grande y grave, que sigue al toque del Bulá para mantener el patrón rítmico; y el Premier o Redublé de mayor tamaño que emite el sonido más grave. Estas tres Tumbas se tañen con ambas manos. El Catá es una tambora de fuerte sonido que se tensa con llaves metálicas, está hecho de un tronco de madera ahuecado, abierto en los costados y se percute con dos palos o bolillos, es un instrumento acompañante. Por su parte El Chachá es una maraca de metal, de cuerpo cilíndrico y tapas planas en los extremos, con un mango insertado en la parte central, rítmicamente marca el canto del Compossé y el coro, se adorna con cintas de colores y se agita al aire en alto. Los bailes se llevan a cabo por parejas y también en grupos, las parejas sueltas hacen figuras de cortesía — influencia de los bailes franceses—, se desplazan por la pista con suaves movimientos de cintura, mientras un narrador describe historias de sus tierras, de sus ancestros a toque de tambor.
La Sociedad de Tumba francesa Pompadour o Santa Catalina de Riccis —en honor a la patrona de la ciudad— se fundó en Guantánamo como sociedad de ayuda mutua en 1905, su sede se encuentra en la calle Serafín Sánchez entre Jesús del Sol y Narciso López, y es valorada por la población guantanamera como importante fuente de brotes culturales, sus bailes, y cantos ya forman parte de lo autóctono.
Guantánamo es posiblemente el lugar más rico en el aporte francohaitiano, y sin dudas el que mantiene estas tradiciones con mayor pureza. En La Loma del Chivo, zona donde se concentra esta etnia y que abarca unas 18 cuadras, pueden encontrarse más de 500 haitianos autóctonos y cerca de 9000 descendientes de ellos. Otra cosa es el lomerío, en esas montanas guajiras hay una gran cantidad de asentamientos que en su mayoría sólo son testimonios de un pasado cafetalero, donde el eco de los tambores se sigue escuchando, pero los secaderos de café se cuartean expuestos al sol y al olvido.
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Ena Columbié, “LaPitu” Guantánamo, Cuba. Poeta, ensayista, crítica, narradora y artista. Licenciada en Filología. Ha obtenido numerosos premios en crítica literaria y artística, cuento y poesía. Ha publicado los libros: Dos cuentos (Narrativa. Cuba 1987), El Exégeta (Crítica literaria. Cuba 1995), Ripios y Epigramas (Poesía Cuba 2001) y Ripios (Poesía. USA 2006) y en las antologías: Lenguas Recurrentes (1982), Lauros (Cuba 1989), Epigramas (Cuba1994), Muestra Siglo XXI de la poesía en español (USA 2005), La Mujer Rota (México 2008). Dirige la editorial, Ediciones EntreRíos. Ha colaborado como editora en la editorial La Araña pelúa de París y en La Peregrina Magazine, así como en diversos proyectos privados independientes.Como fotógrafa ha publicado en revistas y periódicos de USA. Reside en Miami, Florida. USA.
Una ves mas facinas con la disertacion y la pasion con que lo haces;por supuesto que las fotos estan de la mano.Gracias a Gaspar El lugareno y a ti por este maravilloso recorrido. ari
ReplyDeleteMe gusto muchisimo,no hay una semana que no venga por aca...
ReplyDeleteExcelente, Pitu! No dejo de leerte. Saludos para ti y el Lugareño.
ReplyDeleteKarin