El Museo del Holocausto
Texto y fotos por Ena LaPitu Columbié
(para el blog Gaspar, El Lugareño)
A José Cuza que me acogió en su casa
y me mostró los rincones de Miami Beach.
Miami es sin dudas la ciudad más latina de Estados Unidos. A ella fluyen la mayoría de los paisanos buscando sus tradiciones plantadas en un radio donde el idioma de Cervantes también se impone. Ayuda a esa afluencia, un clima veraniego todo el año, familiar para los latinos y los caribeños en particular. Esa ciudad rodeada de mar cuenta con muchas zonas turística repletas de tiendas y hoteles, entre la que más se destaca Miami Beach, la playa más famosa y mundialmente conocida, con su franja VIP: South Beach. Esa playa del sur es donde diariamente acuden turistas de todas partes del mundo a quemarse por el sol, y a divertirse en las aguas cálidas del Atlántico, para luego refrescar ese mismo sol, en los bares y restaurantes de los famosos –negocio redondo– donde con suerte pueden cruzarse con ellos y lograr la foto de su vida. Definitivamente Miami Beach es un lugar de sublime diversión, de gente linda con tallas perfectas, que exponen y marcan la moda, y aunque nunca se encuentra un parqueo libre, es zona segura y tiene algunos sitios que nos llevan a la meditación, donde se exponen los más bajos sentimientos del hombre…
Miami Beach no es una ciudad estatuaria, tampoco proclive a la construcción de monumentos, sin embargo, cuando en 1984 un grupo de sobrevivientes del Holocausto se reunió con el fin de crear una obra para honrar la memoria de los más de seis millones de víctimas judías, la ciudad dio todo su apoyo. El arquitecto y escultor Kenneth Treister tuvo la misión de interpretar y concebir un lugar que mostrara e informara a estas generaciones y al mundo venidero, sobre la ignominia del Nazismo; pero que también inspirara consuelo y paz a los sobrevivientes de dicho desastre.
El Museo del Holocausto es un espectáculo único, que ofrece al visitante el deleite de una obra de arte perfecta, en la que confluyen diferentes elementos que lo convierten en uno de los centros más visitados y aceptados por los nacionales y turistas. Un brazo gigante, extendido hacia el infinito es la imagen que se observa desde la calle. Pero cuando entramos al complejo, el sobrecogimiento nos obliga a transitar en silencio como señal de respeto. En una larga pared de granito negro pueden apreciarse los nombres de las víctimas del más terrible flagelo humano después de la esclavitud, seguido de una cronología con fotos, mapas, y una narración detallada de lo sucedido entre 1933 a 1945. Un túnel que se achica en profundidad y nos lleva a la plaza circular donde se encuentra el objeto principal del lugar: la escultura de bronce de 42 pies de alto, el brazo gigante con la mano extendiéndose tratando de tocar la luz. Un brazo de hombre numerado por la infamia de otro hombre que se creyó su dueño, y al que cientos de figuras se aferran en buscando de la libertad.
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Ena Columbié, “LaPitu” Guantánamo, Cuba. Poeta, ensayista, crítica, narradora y artista. Licenciada en Filología. Ha obtenido numerosos premios en crítica literaria y artística, cuento y poesía. Ha publicado los libros: Dos cuentos (Narrativa. Cuba 1987), El Exégeta (Crítica literaria. Cuba 1995), Ripios y Epigramas (Poesía Cuba 2001) y Ripios (Poesía. USA 2006) y en las antologías: Lenguas Recurrentes (1982), Lauros (Cuba 1989), Epigramas (Cuba1994), Muestra Siglo XXI de la poesía en español (USA 2005), La Mujer Rota (México 2008). Dirige la editorial, Ediciones EntreRíos. Ha colaborado como editora en la editorial La Araña pelúa de París y en La Peregrina Magazine, así como en diversos proyectos privados independientes.Como fotógrafa ha publicado en revistas y periódicos de USA. Reside en Miami, Florida. USA.
Gracias Ena, elocuente y concisa descripcion de mi ex-ciudad.
ReplyDeleteUn abrazo,
Josecuba (jose Cuza)
Tremendas fotos!
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