Nota mía: Agradezco a Fausto Canel el que comparta en Gaspar, El Lugareño, este interesante y (casi) desconocido fragmento de la historia del ICAIC, y se pudiera decir de las crónicas de la cultura cubana post 59.
Igualmente agradezco a Juan Antonio García (blog Cine Cubano, la pupila insomne) quien facilitó la publicación de este post.
-----------------------------------------------------------------------
texto por Fausto Canel
(para el blog Gaspar, El Lugareño
A finales de 1964 pedí al ICAIC que contratase al pintor Raúl Martínez para que diseñase los créditos de cabecera y el cartel publicitario de mi película “Desarraigo”. Raúl no formaba parte del grupo que hacía carteles de promoción para el ICAIC y ese fue uno de las razones que me llevó a su selección.
Ya para entonces los carteles del ICAIC habían conseguido una alta calidad artística, pero se comenzaba a notar una cierta complacencia: los carteles eran excelentes, pero en muy pocas ocasiones “vendían” las películas. Era como si las cintas no hubiesen sido más que una excusa para un hermoso y exquisito ejercicio de estilo.
Con “Desarraigo” no se trataba de hacer un cartel comercial, pero sí que expresase la cinta y atrajese el interés de un posible espectador. Y Raúl no sólo era uno de los pintores jóvenes más importantes del país ---varios de sus cuadros colgaban de las paredes del apartamento que alguna vez compartí con Norma Martínez--- sino que también había sido director creativo de una importante agencia de publicidad antes de 1959. Raúl era un amigo y yo admiraba su obra y valoraba su experiencia completa.
Los créditos de “Desarraigo ---que se filmaron a finales de 1964--- están en mi opinión entre los más originales nunca en una película cubana. Y la idea fue, totalmente, de Raúl Martínez.
Como lo fue también la del cartel: una rueda de engranaje.
Los desbarajustes que ya se sentían en la producción industrial de la isla ---eje esencial de la película--- eran expresados por aquella rueda a la que se le saltan letras que van a conformar las palabras: simbolizando las piezas que apenas conseguirán repuestos. Y eso bastaba para que el posible espectador sintiese el drama y se interesase por la cinta.
Pero la aparición en el cartel de la mención del jurado en San Sebastián, en junio de 1965, demuestra que Raúl lo diseñó medio año más tarde de haber hecho los créditos de la película.
Y es que por aquel entonces Alfredo Guevara, presidente del ICAIC, sufría los ataques del PSP, antiguo Partido Comunista. Los comunistas sabían que el affaire PM ---la destrucción por Alfredo del ala liberal del Movimiento 26 de Julio--- más que darle poder, lo había marcado (ahora se sabe) de por vida. Y para los del PSP era el momento de destruirle, con la intención de quedarse ellos como únicos promotores del verdadero “arte revolucionario”: el realismo socialista.
Ante el ataque, Guevara se creó una imagen de revolucionario ilustrado con una política de producción de filmes incisivos, insistiendo en que sólo un cine crítico mantendría la opinión positiva que de la Revolución se tenía en el extranjero. Pero eran esas mismas películas las que atacaba el PSP, por lo que Alfredo mantuvo las más “conflictivas” sin estrenar, hasta que un premio internacional le permitiese mostrarlas escudado en la opinión extranjera.
En efecto, la mención en San Sebastián permitió que Guevara diera finalmente luz verde a la confección del cartel de “Desarraigo”, para su estreno. Y como nuevo mecenas florentino, también pidió a Martínez un mural sobre la historia del cine para el vestíbulo del cine Atlantic, ahora sede de la (para mí segunda) Cinemateca de Cuba ---trabajo que Raúl ejecutó con su fuerza expresionista, pintándolo sobre unas cartulinas sujetas a un bastidor de madera.
El bastidor cubría toda la pared derecha del vestíbulo, con imágenes y símbolos de las películas clave en el cine mundial y cubano. Pero como había sido también el último diseñador gráfico de Lunes de Revolución ---magazine literario cerrado por Fidel Castro a consecuencia del affaire anti-liberal comenzado por Guevara--- Raúl creyó ineludible que dentro de aquellas referencias visuales aparecieran en un rincón, justo en el momento en que la pared sur del vestíbulo se encuentra con la pared derecha de la sala, dos letras malditas y esenciales: PM.
A Raúl Martínez le pagaron por su trabajo, pero antes de que aquel mural magnífico pudiese ser apreciado por el público, Alfredo ordenó que se desmontaran los bastidores y fuesen enviados a Aida Santamaría, al frente entonces de lo que todavía se llamaba Ministerio de Bienes Malversados.
La cartulinas del mural, enrolladas, fueron colocadas en el garage de la residencia personal de la Santamaría, y no se si también la Niña y la Pinta, pero las pinturas se murieron de asco en un rincón del garaje, hasta que fueron tiradas a la basura en el momento en que “Aidita” cambió de casa. Y ya nadie supo nunca de la historia de aquel mural sobre la historia del cine ---un mural que ya ni siquiera existía.
Que bueno se den a conocer detalles de la obra del maestro Raul Martinez. El tiene un lugar indiscutible en la Plastica Cubana.
ReplyDeleteIvan