Presento una muestra de las reacciones que han sido publicadas en estos días, ante las desafortunadas respuestas de la jerarquía católica habanera (Nota de Prensa del Arzobispado de La Habana y La mediación deberá seguir su curso inalterable) a la Carta al Papa firmada por mas de cien opositores cubanos, por medio de sus dos principales publicaciones diocesanas: Palabra Nueva y Espacio Laical.
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Una publicación católica no debe entrar en el escabroso terreno de definir quienes “no pueden, ni deben tener en sus manos el futuro de Cuba”, trátese de partidarios del derrocamiento o partidarios de otras formulas más cercanas a la gradualidad democrática que la Iglesia desea. No conozco ningún sector sea de izquierdas o derechas, moderado o radical que aspire única y simplemente a derrocar el gobierno, en general las agrupaciones políticas de la Isla y del Exilio expresan un anhelo de reconstrucción nacional y una formal adhesión a la democracia; en estos momentos a nadie se le ocurre invitar a los sabotajes y a la lucha armada y los pocos que lo hacen solo representan a un grupo envejecido y minoritario. Por otra parte aspirar al derrocamiento del castrismo no tiene ninguna objeción moral, el castrismo es un régimen ilegítimo y criminal, si algunos apostamos por la gradualidad democrática que desea la Iglesia no es porque el castrismo no merezca ser derrocado sino porque anteponemos a ese acto de justicia un bien que consideramos mayor. (ver texto completo por Eduardo Mesa en La Casa Cuba)
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... este documento llega aún más lejos al afirmar que la carta suscrita por el grupo de opositores ``responde a la política del odio que desvirtúa la realidad interna del país, presentándola como un escenario binario de buenos y malos, eclipsando los necesarios matices que se imponen para describir, con un mínimo de seriedad, los complejos procesos sociales y políticos que tienen lugar actualmente en la sociedad cubana''.
Este fragmento, alambicado y untuoso como el propio cardenal Ortega, quiere decir --oídlo bien-- que el régimen que tiraniza a los cubanos hace más de medio siglo no representa un mal mayor que ha destruido a nuestra nación y envilecido a su pueblo, sino que sólo participa del mal, en igual medida que sus opositores, y que, en consecuencia, unos y otros también tienen bondades y se equiparan en esos ``matices'' que hay que tener en cuenta para poder abordar ``con un mínimo de seriedad'' la realidad del país. El relativismo moral que se desprende de estas palabras resulta intolerable. Poner al mismo nivel a los opresores y los oprimidos, a los ladrones y los despojados, a los verdugos y sus víctimas como condición para un entendimiento nacional podría comprometer gravemente --de llegar a tener éxito-- la salud y el futuro de nuestro país durante generaciones. Si la posición de la Iglesia en su diálogo con el gobierno fue calificada de ``lamentable y bochornosa'', esta declaración de Espacio Laical es francamente repugnante y abyecta. (ver texto completo por Vicente Echerri en El Nuevo Herald)
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El mensaje del cardenal Ortega y sus seguidores es preciso. Se sienten ofendidos porque casi 200 cubanos opuestos al comunismo se quejaron por escrito de la rara manera en que la Iglesia católica intercede por los prisioneros políticos.
Tajantemente, en nota de prensa la curia diocesana deja en claro que la queja de los opositores es de “contenido ofensivo para con la Iglesia en Cuba” y revela “la indignación generada en un número de fieles católicos” sin precisar la cantidad.
Es increíble la reacción de la Iglesia, sobre todo porque según la misma fuente ella previó “que esta mediación podría ser interpretada de las más disímiles maneras y provocar diversas reacciones”. ¿Por qué sentirse herida por cumplimiento de su profecía? (ver texto completo por Lázaro González Valdés en Cubaencuentro)
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Quizá resulte suficiente con aclarar dos detalles: a) que aun con sus enormes limitaciones, la mediación de los obispos no les ha venido mal a nuestros prisioneros políticos, así que de momento no nos queda sino agradecerla; b) que estos disidentes tienen el derecho de interpretar la mediación a su manera y de enviarle al Papa, o a quien sea, tales interpretaciones, sin que por ello haya que poner en duda su honestidad política, mucho menos la limpieza de sus actos.
Lo único que nos faltaba es ver a los católicos cubanos fajados entre sí, unos acusando a los otros de aplicar “la política del odio” (acusación muy grave, más cuando se esgrime sin pruebas) y abordando desacuerdos no con el espíritu indulgente que enseñan sus doctrinas sino con la jerga árida y rencorosa del régimen.
Porque no es sino esta jerga la que prima en la declaración del Consejo Arquidiocesano de Laicos de La Habana, sobre todo cuando lanza acusaciones tan peregrinas como la que sigue: "Fuerzas cubanas asentadas dentro y fuera de nuestras fronteras geográficas, conectadas a redes políticas internacionales, han intentado hacer ver que la liberación de los presos por motivos políticos ha sido el resultado de la 'presión internacional' y de la 'lucha' de la disidencia interna; no de la moderación y de la disposición al diálogo entre actores sociales y políticos".
Obviamente esta es una aseveración que no sólo elude la verdad, como lo confirman los hechos que algún día pasarán a la historia, sino que parece estar redactada con términos del periódico Granma y no con el lenguaje imparcial, responsable y conciliador de la iglesia católica. (ver texto completo por José Hugo Fernández en Cubanet)
El Cardenal no tiene las llaves de las rejas, ni dirige las oficinas de inmigración, ni otorga las visas para España. Sólo le permitieron poner la cara y la puso. ¿Los presos que aceptan por su propia voluntad viajar a España, están contribuyendo también a aliviar la presión de la caldera? Tengo la sensación de que, entre las líneas de la carta al papa, se pasea la sombra del intransigente espíritu de Baraguá, aunque todavía nadie anuncie cuándo se rompe el corojo.
Debo decir que la carta no me gusta, no la firmaría, pero contribuye al debate y ese es su mérito; tampoco suscribiría la respuesta del obispado ni la de los laicos, porque denotan la arrogante susceptibilidad de quienes no toleran ser criticados. A los presos que ya han salido les deseo de todo corazón que curen sus heridas. Ellos estuvieron más de siete años por mí en una celda y eso no tengo forma de agradecerlo. Si alguno se queda en la Isla, tendrá mi respeto por algo que no sé si yo tendría el valor de hacer. (ver texto completo por Reinaldo Escobar en Diario de Cuba)
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Debo decir que la carta no me gusta, no la firmaría, pero contribuye al debate y ese es su mérito; tampoco suscribiría la respuesta del obispado ni la de los laicos, porque denotan la arrogante susceptibilidad de quienes no toleran ser criticados. A los presos que ya han salido les deseo de todo corazón que curen sus heridas. Ellos estuvieron más de siete años por mí en una celda y eso no tengo forma de agradecerlo. Si alguno se queda en la Isla, tendrá mi respeto por algo que no sé si yo tendría el valor de hacer. (ver texto completo por Reinaldo Escobar en Diario de Cuba)
1 comment:
Efectivamente, encuentro desafor- tunado el tono de la respuesta dada por Espacio Laical a la carta de los disidentes al Papa, aunque cabe apuntar que encuentro igual- mente desafortunado el tono de la
carta, la cual tiene el viso de
haber sido instigada por los pro-ceres de la mentira y el odio que
dominan la radio cubana de Miami.
Cierto que este grupo de disidentes
dentro de Cuba tiene el derecho
de criticar lo que les de la gana. Pero no estan exentos de ser cri- ticados igualmente.
Tampoco veo por que habria que poner la otra mejilla, pues como dijera Jesus Urteaga, los cristia-
nos de esta generacion deben de estar dispuestos a morir matando.
Lo que si encuentro mas que desafortunado es que El Lugareño
se haya hecho eco de las opiniones
de Vicente Echerri. WOW!, de ese
granuja? Alabado sea el Señor!
R.A. Quevedo
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