Este 18 de septiembre, se cumplen 30 años del viaje espacial conjunto protagonizado por los cosmonautas Arnaldo Tamayo Méndez y Yuri Romanenko. La permanencia de ambos en el espacio sideral permitió realizar una veintena de experimentos médico-biológicos, físicos y técnicos.
Tamayo Méndez fue el astronauta número 97 que voló al espacio, y Cuba, el noveno país representado, comparte sus recuerdos en esta entrevista en Juventud Rebelde:
¿El trabajo a bordo resultó muy complejo?
—En total fueron más de 20 experimentos médico-biológicos, físico-técnicos y de teledetección de recursos naturales, algunos relativamente fáciles y hasta gratos, como Soporte, una especie de sandalias diseñadas para su uso en condiciones de ingravidez y que te devuelven la sensación de tener piernas y de ejercer presión con los pies, y otros bastante incómodos, como Cortex, porque aquel casco para realizar el primer electroencefalograma a humanos en el cosmos tenía unos receptores como pinchos.
«Pero el que terminó siendo un dolor de cabeza fue Azúcar, un estudio del crecimiento de cristales de sacarosa en una cápsula espacial hermética, en la cual había que introducir una solución con una alta concentración de sacarosa. A temperatura ambiente aquel líquido casi se cristalizó también y resultó una odisea lograr primero llenar la jeringuilla metálica y después hacer que pasara por el pequeño orificio al interior de la cámara.
«Al final todo salió bien; cada experimento fue probado con éxito y muchos de los resultados de aquellas investigaciones continúan aplicándose, como evidencia del acierto de los científicos y técnicos cubanos y soviéticos al concebirlos y desarrollarlos». (ver entrevista completa al cosmonauta cubano Arnaldo Tamayo Méndez en Juventud Rebelde)
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