Exposición Personal de Fotografía The Time Machine de Ricardo Becerra
este mes de septiembre en El Café Casino Museo de Santiago de Compostela
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por Ramón Ramos
(fotógrafo y editor cubano)
Cada imagen contiene misteriosamente toda una vida, con sus torturas, dudas, momentos de éxtasis y de luz. (Kandinsky)
Atrapados de una suerte de red, y negados a rendirse al inexorable paso del tiempo, ruedan por las calles de Cuba autenticas reliquias de la industria automotriz. Viejos y remendados Chevrolets, Ford, Dodge, y otros autos de los años 40 y 50, se entrecruzan por las calles dejando estelas de denso humo negro y replicando con un ruido ensordecedor que su tiempo aun no ha terminado, otros entretanto yacen aparcados en un rincón de la calle en espera de algún remiendo que no atina a llegar o de la extremaunción.
Inadvertido para el transeúnte local, resulta en un espectáculo digno de admirar por el visitante quien confunde la ciudad con una suerte de museo o tal vez circo sobre ruedas, como una visión de épocas pasadas, disfruta la curiosidad de tal exhibición con aires de un viajero del espacio y del tiempo. Estos autos, ahora engendrados por la inventiva y la necesidad más que por el fabricante que los concibió, revelan el esplendor de una época donde las líneas fugaces, voluptuosos diseños y las ineficientes maquinarias, devoraban todo el combustible de un sorbo en carreras que escapan a la cordura sin dar crédito al bolsillo o al descalabro medioambiental. Más allá de cualquier conjetura, advierten con su persistencia en estos lares, la sarcástica realidad y la sonrisa sardónica del que invita al paseo.
Cuando todo parece estar dicho, resulta en extremo difícil traer nuevas luces sobre un tema que ha sido abordado incontables veces con diferentes conceptos y criterios estéticos. Sin embargo, la fotografía de Ricardo Becerra no solo conduce por una estética que puede tildarse de novedosa dentro de una procedimiento también trillada de concebir la fotografía en blanco y negro sino que su propuesta resulta agradable a la vista, interesante a la razón y por momentos sorprendente pues como le resulta al redactor de estas palabras, crea en quien la aprecia, la percepción de escape, de ruptura con un medio que resulta incierto por su desenfoque, triste y monótono por su falta de policromía.
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