Se dice que la narrativa del siglo XXI comienza en los años 80 o 90 del XX. ¿Cuál es su parecer sobre eso y cómo explicaría semejante fenómeno?
Los años, las décadas, los siglos, son el tablero de ajedrez sobre el que juegan las fichas, y todo su movimiento es aleatorio. Por ejemplo, la verdadera narrativa cubana moderna comenzó en 1942 con la edición de "La luna nona y otros cuentos", de Lino Novás Calvo. A tantos años de aquel prodigio todavía estamos en deuda con su autor. Por eso no debe extrañarnos que la actual narrativa cubana tenga sus bases y algunos de sus criterios veinte años atrás. Los años ’80 abrieron un paréntesis que aún no se ha cerrado y establecieron un tipo de relato muy abierto que iba desde el realismo más simple hasta la experimentación más desenfrenada. Nuestra generación incluyó la sutil inocencia de un Carlos Calcines y el demonio de un Guillermo Vidal. Los ’90, en cambio constituyeron una revolución de alcance insospechado. De allí salió la fuerza de la narrativa femenina, la narrativa gay, el realismo sucio, el minimalismo, el minicuento, que son propiedades heredadas por los más jóvenes narradores cubanos. Ellos viven ahora mismo un proceso de atomización y lo que estaba en el margen ahora está en el centro. De ahí la sensación que acompaña a tu pregunta, la sensación de una continuidad. (ver entrevista completa a Francisco López Sacha en el Tribuna)
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