Thursday, January 27, 2011

El político católico no puede ser neutral

 Camagüey, Semana Santa 2008
Foto/Blog Gaspar, El Lugareño
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Entre la presencia o la ausencia de Dios en el espacio público no hay término medio, no existen posiciones neutrales. Eliminar a Dios del espacio público significa construir un mundo sin Dios. Cualquiera distingue entre laicismo fuerte y débil. El primero se limitaría a admitir en el espacio público todas las opciones, comprendida la no religiosa; la segunda admite también formas de oposición a la religión. Pero esta distinción no convence, en cuanto que un mundo sin Dios es ya un mundo contra Dios. Excluir a Dios, aunque no se le combata, significa construir un mundo sin referencias a Él.

Por este motivo, el político católico no puede admitir ni colaborar con el laicismo entendido como neutralidad, porque verá trabajar a una nueva razón del estado que, perjudicando la religión, se hará daño también a sí misma. El político católico se opondrá, sea por razones religiosas, de las que no se puede separar, sea por razones políticas, es decir para impedir que nazca una nueva religión del estado perjudicial para la libertad de las personas. (ver texto completo de El político católico, laicismo y cristianismo)

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