(publicado originalmente en el blog Virgen Mambisa en Camagüey)
Es ya todo un suceso la próxima visita de la imagen de nuestra Virgen de la Caridad a la ciudad agramontina. Un hecho que viene a repetirse en el tiempo con seis décadas de distancia, pero con el mismo carácter, y las mismas coordenadas de fe de los habitantes de este terruño, de antes y de ahora.
El 30 de agosto de 1951 fue un día clásico de verano en la ciudad de Camagüey, mucho sol durante el día, y al atardecer un poco de fresco. Justo con la caída del astro rey por el poniente, la ciudad se prestó en una masa compacta, que los periódicos de la época calcularon entre 80.000 y 100.000 personas, a recibir a su Madre del Cielo, que llegaba escoltada desde el poblado de Vertientes, en larga procesión de vehículos y pueblo en general a los predios del Casino Campestre, el sitio escogido para el vibrante acto de bienvenida.
Allí llegó en lenta marcha, que según nos recuerda una crónica de entonces, encabezaban el "Obispo, Mons Carlos Ríu, el Clero, los Consejos Diocesanos de las cuatro ramas de la Acción Católica, los Veteranos, los Caballeros de Colón con sus esposas… En andas llegó la sagrada imagen, cargada por los mismos mambises que antaño la llevaron en sus pechos gloriosos; los mismos que le rezaron en la manigua y le encomendaron sus sueños de libertad…" Los miembros de la policía motorizada de entonces abrían y cerraban la marcha, y la Banda Municipal dejaba oír elogiosas melodías a la Madre de todos los cubanos. Luego en apretadas columnas, los camagüeyanos acompañaron a la Madre hasta la Iglesia Catedral en el Parque Agramonte, el recorrido de la imagen en su vistosa carroza, adornada con profusión de flores se verificaba a lo largo de la calle Independencia. Ya dentro del templo abarrotado se escucharon los discursos del Obispo y el Alcalde, y este último entregaba a la Peregrina, en simbólico gesto, las llaves de la ciudad.
La visita se extendería por diez días, y en el transcurso de aquellos, saludaba la Virgen a todas las parroquias e iglesias, y sus entornos, incluyendo los hospitales y asilos, los barrios y sus catequesis, los colegios religiosos, y el convento de las Madres Reparadoras con su capilla anexa en la calle Luaces. La imagen también visitaría a los presos en el antiguo Vivac; el Cuartel de Bomberos, el Ayuntamiento y el Centro de Veteranos.
Tan temprano como a las 6 de la mañana, se llevaba a cabo un acto piadoso de hermosísimo signo que sería repetido cada día de su estadía en la ciudad agramontina: el Rosario de la Aurora, con un recorrido que aquel día principió en la Iglesia Catedral y llegó hasta la capilla de San Juan de Dios, para regresar luego al sitio de origen. Acto seguido se oficiaba una Misa de Comunión en la Catedral presidida por el obispo diocesano.
El sábado 8 en la Plaza de la Caridad, y frente al atrio de la iglesia, la imagen de la Patrona era recibida por una vibrante multitud. Era el día de su Fiesta, que ya venía acompañada y precedida por la siempre tradicional Feria de la Caridad, tan proverbial en la memoria del imaginario popular, y que se remonta a los albores de la devoción a la Patrona de Cuba en el Puerto Príncipe del siglo XVIII.
La celebración eucarística tuvo lugar aquel sábado a las 4. p.m. La Misa de Comunión General acogió unos 1000 comulgantes, según la crónica del P. Oroquieta, ya citada, y una vez terminada, fue interminable el desfile de los devotos ante la bendita imagen. Camagüey se rendía otra vez ante los pies de la Madre de todos los cubanos, dejando en sus amorosas plantas, sus más caros anhelos y sueños, su oración más ferviente, su agradecimiento por tantas dádivas de ella recibidas.
El domingo 9 como colofón de la visita, se tenía una Misa Solemne de Despedida a la imagen de la amada Virgen del Cobre en la Iglesia Catedral, de donde salía de la ciudad rumbo a Nuevitas, y con una primera parada en al cercano poblado de Altagracia, en su itinerario hacia la costa noreste de Camagüey.
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