Tuesday, April 12, 2011

"Entre Espacios y Espacio Laical hay una bisagra editorial y esa es justamente lo que construimos Veiga y yo" (Entrevista a Francisco Almagro)

Francisco Almagro con su familia, el 24 de septiembre de 2007, 
el dia que llegó al exilio.
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por Joaquín Estrada-Montalván
(Gaspar, El Lugareño)

Agradezco a Francisco Almagro, quien amable y generosamente ha respondido la siguiente entrevista que le envié motivado, principalmente, por la mención que de él hace Roberto Veiga en Cubaencuentro, al referirse a los incios de la revista Espacio Laical.

Almagro nos comparte sus vivencias como editor en los inicios de la publicación Espacio Laical, surgida en el 2005, luego que el Card. Jaime Ortega decidiera terminar con Espacios,  proyecto que estimo es el original y del cual, en mi opinión reitero, no se puede desligar la actual publicación habanera. Además, de referirse en particular a esta revista, el entrevistado, nos ofrece sus reflexiones acerca de la labor de la Iglesia en nuestro pais.

Crei necesario luego de publicar la entrevista que le hice a Eduardo Mesa, el seguir indagando y presentar a los lectores del blog la experiencia y los puntos de vista de otro de los protagonistas de este o estos (según se le mire) proyecto(s) editorial(es)-sociocultural(es), que desde la Iglesia interactuan con la sociedad en la Isla y gracias a la internet con el mundo exterior.

Aunque no suscribo la afirmación de que todo es relativo, si estoy convencido y soy un apasionado defensor del criterio, de que sólo es posible acercarse a lo real desde la diferencia, lo diverso y casi nunca desde la unanimidad.

Agradezco nuevamente al amigo Francisco Almagro sus respuestas a mi cuestionario, les dejo con su testimonio y valoraciones.


1. Almagro, tuviste una participación importante en varios medios de prensa católicos cubanos. ¿Que significó o significa en tu historia personal esa etapa? ¿Sigues colaborando, desde el exilio, con los medios de la Iglesia dentro de la Isla?

Estimado Joaquín, antes de todo quiero darte las gracias por permitirme usar tu blog para aclarar algunas cosas y poner en perspectiva otras. Tú, como Eduardo Mesa ( La Casa Cuba) y otros amigos cubanos que viven por acá hacen un gran esfuerzo para mantener, sin fines de lucro o ganancias políticas, estos espacios de diálogo y amistad.

Al llegar a esta ciudad, Miami, traté de mantenerme escribiendo para los medios de la Iglesia –Espacio Laical y la villareña Amanecer, pero debí suspender mis colaboraciones con la Iglesia por cuestión de tiempo y prioridades. Tu, que eres escritor y periodista, sabes que para sacar una cuartilla medianamente ‘loable” debes invertir horas y a veces días.

Debo decir que ya yo había escrito en Cuba para Juventud Rebelde, Opina y otras publicaciones antes de escribir para los medios católicos. Como sabes, soy médico psiquiatra, y he sido un lector voraz desde pequeño. Eso te da cierta ventaja para mirar la sociedad desde otra perspectiva. Pero, tras ganar el Premio de Palabra Nueva, y su director Orlando Márquez invitarme a escribir para la revista de forma regular, comenzó una etapa distinta en mi vida personal y profesional. Lo digo sin rodeos: soy yo quien agradece todos los días haber sido parte de la Iglesia Cubana y haber conocido a tantas personas, y vivir tantas historias que me mejoraron como ser humano y como creyente en Cristo.

Me duele cuando de la Iglesia en Cuba se hacen juicios precipitados y fuera de contexto. No es que no tengan errores, -y es correcto disentir, y hasta decir lo que uno cree es un error-, porque aunque iluminados por el Espíritu Santo, los pastores son seres humanos y se equivocan. Pero esos errores no deben borrar de golpe la enorme labor que en este más de medio siglo ha hecho la Iglesia Cubana contra viento y marea.

2. ¿Cómo describirías el tránsito de Espacios a Espacio Laical? ¿Espacio Laical fue concebida como una nueva publicación, sin ningún nexo con Espacios, o se pensó como una nueva época con un perfil editorial diferente?

No conozco en detalle qué pasó con Espacios. Eran días turbulentos, y como sucede habitualmente en Cuba, el cubano de adentro es el último que se entera. Eduardo Mesa, que fue el gestor del proyecto inicial, es un hombre de Iglesia, con un talento natural para ser líder y buscar espacios.

Cuando entré a formar parte de Palabra Nueva, Eduardo Mesa era miembro del Consejo de Redacción, y gozaba de la absoluta confianza del cardenal Jaime Ortega. Había fundado Espacios y dirigía la Casa Laical. Mesa me invitó a colaborar también con Espacios y allí conocí excelentes periodistas, escritores, poetas, músicos. Espacios también fue una escuela para mí. Asistí sin falta a la presentación de cada número en la Casa Laical, una verdadera fiesta de sabiduría y sana polémica. Tengo una imagen de Eduardo en la cabeza que no puedo olvidar: le llevaba un trabajo para publicar en Espacios y él salía precipitadamente de la redacción –imagino que dado a la tediosa e ingrata tarea de revisar manuscritos- y dijo entre sudores: “Aquí me ves, resolviendo un saco de arroz para la Casa Laical”.

Eduardo salió para España y otra gran persona tomo las riendas de Espacios: Joaquín Bello. La revista seguía editada por Andrés Rodríguez, un periodista de la cabeza a los pies y, por cierto, muy exigente con los colaboradores en el aspecto técnico y de contenido. Es entonces que sale Andrés –desconozco las razones aunque en esos momentos estaba escribiendo sobre Historia de Cuba- y entra el poeta Rogelio Fabio Hurtado, un hombre de excelente corazón y gran pluma, a asumir la siempre problemática tarea de editar –cortar, enmendar, retirar –las planas. Algún día sabremos porque el Cardenal Ortega decide cerrar la revista, o en lenguaje eufemístico cambiar el perfil de la publicación. Las notas de prensa están en Internet; al menos formalmente explicaban que se iba a cambia el contenido de la revista para hacerla más acorde a los intereses del Consejo de Laicos. Los dos primeros números de Espacio Laical –no sé quien le puso ese nombre- creo que todavía fueron editados por Andrés Rodríguez –¿apareció en el machón? Tal era la estima profesional que de él se tenía en la Archidiócesis.

En febrero del 2005 mis hijos y mi esposa salieron rumbo a Estados Unidos por reclamación familiar y yo quedé solo en Cuba; debía esperar cinco años por la liberación- ya llevaba 3 esperando, y no los volvería a ver hasta septiembre del 2007, o sea, 6 años y tanto después. Hago esta historia porque está ligada a lo que vendrá más tarde.

Casi saliendo mi familia para Estados Unidos, me proponen asumir la edición de Espacio Laical porque Andrés había renunciado. Tampoco –como ya es habitual- se supo de razones convincentes. Creí que sería una buena oportunidad para entretenerme disfrutando lo que me gusta hacer, y asumí Espacio Laical con la orientación, muy diáfana, del nuevo director José Ramón Pérez de hacer una revista distinta, un proyecto diferente a Espacios: una publicación de pensamiento cristiano, donde el ensayo, la polémica y la inclusión fueran piedras angulares. Eso traería una ruptura con Espacios en lo formal: Espacios optaba por trabajos breves, lenguaje sencillo, y una importante labor con las imágenes –fotos, caricaturas, diseños novedosos. Espacio Laical, en cambio, tendría trabajos extensos, lenguaje acorde al tema, y las imágenes estarían supeditadas al espacio disponible en cada número. O sea, dos proyectos editoriales totalmente distintos.

Lo primero que tuve en mente fue rescatar a todos los viejos colaboradores de Espacios, por quienes sentía mucho respeto, alta consideración. Por disimiles razones, muy pocos quisieron embarcarse en el nuevo proyecto. No sé si fue por solidaridad al fenecido Espacios y lo que significó en sus vidas, o porque el proyecto Espacio Laical era un "ladrillo"; lo cierto es que casi nadie de la anterior revista siguió en la otra. El Consejo Editorial fue renovado completamente. Cada propuesta era discutida con José Ramón y este, me imagino, con el Arzobispo. A nadie de Espacios se le veto escribir para esta nueva publicación. Todo lo contrario: lamentamos que no siguieran. Solo se exigía una cosa: escribir bien y que cada trabajo tuviera un pensamiento claro, coherente, cristiano en su esencia.

Como algún día tendrían que liberarme, le pedí a Veiga que me ayudara con la revista al cumplir los cuatro años de espera. La idea era que él siguiera el proyecto y lo mejorara. Roberto Veiga Jr es un abogado joven, interesado en los temas sociales, de Historia y Filosofía. Veiga no es el editor de Espacio Laical porque es amigo o familia de nadie. Veiga es uno de los pensadores más sólidos de su generación en la Cuba actual; sus trabajos, que ya alcanzan varias decenas, hablan más que mis palabras.

Justamente a los pocos meses de tener a Veiga como ayudante, me citaron a las oficinas de Emigración en el Municipio Playa. Pensé que era para darme la famosa tarjeta blanca y que pronto vería a mis hijos de nuevo. En cambio, dos compañeros oficiales de la Seguridad del Estado me entrevistaron durante un buen rato sobre mis trabajos en Palabra Nueva y mi oficio de editor en Espacio Laical. El mensaje de los oficiales estaba muy claro: debía abandonar toda colaboración con las publicaciones católicas; mis hijos y mi mujer estaban en Miami, esperándome. Fue así como Roberto Veiga se convirtió en el editor de la revista, y aun silenciado por mi propia voluntad –siempre puedes escoger- , seguíamos compartiendo decisiones y futuros trabajos. 

3. Me asombré al leer en Cubaencuentro la siguiente declaración de Roberto Veiga, en la que te ubica en el centro de la historia: "La revista Espacio Laical era un proyecto muy joven. Yo me desempeñaba como miembro del Consejo Editorial de la revista Palabra Nueva, razón por la cual había colaborado poco con ella, cuando un amigo, Francisco Almagro, el editor que comenzó a querer convertirla en una publicación respetable, me pidió que integrara el equipo de dirección para ayudarlo como editor asistente".   ¿Consideras que es periodismo objetivo lo expresado por Veiga?

Voy a tomar la metáfora de que me ubicó en el centro de la historia. Entre Espacios y Espacio Laical hay una bisagra editorial y esa es justamente lo que construimos Veiga y yo.

A veces me preocupa que en el exilio no se tenga una noción aproximada de cuanta inteligencia queda aun en Cuba, y cuanta gente buena, inteligente y culta trabaja todavía allá en condiciones difíciles. Como has podido ver, la historia que narra Veiga palidece ante la historia real, lo que llamas periodismo objetivo –que cada día es menos objetivo y más narrativo.

Creo que es en esos trances difíciles donde uno conoce la calidad de los seres humanos. Roberto Veiga puede haber sido hiperbólico, desmesurado o simplemente honesto consigo mismo cuando dijo lo que dijo. Tengo pruebas de su amor por la Iglesia y por el futuro de Cuba. No es su estilo menospreciar a nadie y mucho menos a quienes nos antecedieron en los medios católicos de prensa. De igual manera, Orlando Márquez estuvo al tanto de mis últimos días en Cuba y deseo agradecerle desde este lugar su apoyo moral desde que nos conocimos hasta el día en que salí del país. No sé si mañana me enteraré de que Roberto u Orlando son informantes o agentes de la Seguridad del Estado. O que un Obispo de tal lugar colabora para el DGI cubano. En esos casos tendré que entender sus motivaciones para actuar con tales máscaras. Ese es un problema de ellos con sus conciencias. Como psicoterapeuta debo reencuadrar lo sucedido entonces: gracias a dejar Espacio Laical por recomendación de los camaradas de la Seguridad del Estado –que a lo mejor, como el personaje de Padura en La Novela de mi Vida, hoy están vendiendo carne de puerco en un agromercado-, dediqué los últimos meses de mi vida en Cuba a perfeccionar el inglés y las técnicas de psicoterapia, algo que de mucho valió en el exilio. Nada sucede por gusto, decía mi abuelita.

En ciertas noches de insomnio me hago las mismas preguntas: ¿quién pudo mandarme a matar, o sea, darme el mensaje cuasi siciliano de que debía abandonar Espacio Laical? ¿Era la Iglesia consciente de que hacer una revista de pensamiento como Espacio Laical traería consecuencias personales para quienes la iniciamos? ¿Quiénes o quien informó a los compañeros nuestros pasos y amistades, todas sanas, públicas, y no contestatarias?

El 24 de septiembre del 2007 llegue a la ciudad de Miami. Solo después de sacar el pasaje para ese día me di cuenta de que era el Día de las Mercedes. El carisma de los Hermanos Mercedarios era intercambiarse por los cautivos y que estos se reunieran con sus familias de nuevo. Y otra casualidad muy casual: fue en el Convento de la Merced, en Camagüey, donde tú, Joaquín, y yo nos conocimos hace ya algunos años.

Pues te cuento el final de esta historia que no es ficción: sin sacudirme el polvo del avión, al llegar a Miami fui con mis tres hijos y mi esposa la Ermita de la Caridad ese 24 de septiembre. Allí juntos oramos y dimos gracias a Dios por el reencuentro. Encabeza esta entrevista una bella foto de ese día, junto al mar de la Bahía de Miami, el mismo que se une en una corriente imprecisa a los mares de nuestra Isla.


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en el blog: Entrevista a Eduardo Mesa

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