Wednesday, April 6, 2011

"Espacios" una realidad respetable y respetuosa desde su nacimiento (Entrevista a Eduardo Mesa)

Eduardo Mesa, en el aula Fray Bartolomé de las Casas del Convento de San Juan de Letrán, durante  la presentación del libro "Temas Varelianos", de Mons. Carlos Manuel de Céspedes y coeditado por Espacios.
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"Espacios" una realidad respetable y respetuosa
desde su nacimiento

por Joaquín Estrada-Montalván
(Gaspar, El Lugareño)


Entrevisto a Eduardo Mesa, no por ser mi amigo, sino porque entre otras cosas fundó en 1997 la revista Espacios, y más que la revista lo que podría llamar, sin temor a equivocarme, un centro sociocultural bajo la sombrilla de Espacios, con sede en la Casa Laical, de la que fue su gentil y eficiente administrador. La revista fue abruptamente intervenida por el Card. Jaime Ortega a inicios en el 2005, cuando la publicación estaba bajo la dirección de Joaquín Bello y mutada en lo que hoy se conoce como Espacio Laical, el movimiento cultural católico que se nucleaba alrededor de ese proyecto en mi opinión se perdió.

Espacios fue un proyecto que entre otros elementos, aportó aire fresco y estilo dinámico a las publicaciones católicas cubanas post ENEC (de su sustancia se encarga su fundador en esta conversación), pero inexplicablemente se ignora por parte de quienes guían a la actual Espacio Laical, en particular por su director y/o editor Roberto Veiga.

Conocí el proyecto Espacios desde sus orígenes allá por el 1996, cuando por causa de mis trajines fundacionales de los Eventos Nacionales de Historia Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana (próximamente se celebrará su edición número VI) visitaba y me hospedaba con frecuencia la Casa Laical e intercambiaba con Eduardo Mesa y Joaquín Bello sobre nuestros planes de sembrar respeto en la diversidad y diálogos reales sin temer a las diferencias de ideas, ellos desde Espacios y yo desde los Encuentros de Historia.

Deseo aclarar que tanto Eduardo Mesa, Joaquín Bello, Roberto Veiga y el representante de Espacio Laical allende las costas insulares Arturo López-Levy, son o los considero mis amigos, con los dos últimos esencialmente no coincido en la manera que proponen transitar el camino hacia la Casa Cuba. Pero que por supuesto como admirador que soy de Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño, al igual que este compartía fraternidad estrecha, pero no ideología con José Antonio Saco, el hecho de que piense de manera diferente en política a Veiga y López-Levy, no disminuye hacia ellos mis fraternos afectos.

Les dejo con la entrevista que amablemente Eduardo Mesa accedió a responderme:
 

¿Cómo se originó la revista Espacios y en qué consistió el proyecto original?

Fundé la revista Espacios en el 1997, en compañía de Joaquín Bello que era el encargado de la formación en Doctrina Social de la Iglesia para la Arquidiócesis de La Habana. Joaquín Bello coordinaba un equipo para este fin y comencé a colaborar con él. Yo era parte del Consejo de Redacción de Palabra Nueva y había participado en un curso de Periodismo en México. Cuando regreso de México ya vengo con inquietud de fundar una revista dedicada a la cuestión social y la promoción del laicado, Bello por su parte tenía también la idea de una publicación de ese estilo. La revista fue concebida como parte del Equipo Para La Promoción Social del Laicado (E.P.A.S), El E.P.A.S era un servicio del Consejo Arquidiócesano de Laicos.

¿Cómo funcionaba el proceso editorial, quienes integraban el Consejo de Redacción y cuál era la labor específica de los miembros de Espacios?

Espacios comenzó su andadura con el concurso de un gran profesional, el periodista Andrés Rodríguez, él fue el primer editor de la Revista. El primer Consejo de Redacción estuvo constituido por el historiador Manuel Barcia, la Profesora María del Carmen Muzio y el Lic. Joaquín Bello; luego se incorporaron al equipo el escritor Julio Ramón Pita, la Crítica de Arte Lázara Castellanos, la periodista Zoila Martínez, el poeta y periodista Rogelio Fabio Hurtado y Jorge Díaz que se formó en nuestra redacción y hoy trabaja como periodista en Radio Paz. Para no depender de terceros en lo referente al diseño se incorporaron el Ing. Manuel Rodríguez y el Artista Plástico Daniel Ballate. Nuestro primer asesor eclesial fue el Claretiano Arturo González, posteriormente la asesoría eclesial de la revista corrió a cargo del P. Fernando de la Vega.

Desde el principio se le dio cobertura a las actividades de los Movimientos Laicales de la Arquidiócesis de La Habana, reseñando la historia de varios de ellos, una etapa eclesial desconocida para una buena parte de la nueva feligresía que había comenzado a acercarse a los templos en la medianía de los años ochenta.

Los miembros del Consejo escribíamos, buscábamos colaboraciones y valorábamos las recibidas, decidíamos lo que se iba publicar de forma colegiada. También invitábamos a participar de los Consejos de Redacción a personas que no eran de Espacios, pero que podían aportar su experiencia y conocimiento, ese fue el caso de Juan Emilio Friguls y Walfredo Piñera, que participaron de varios de aquellos Consejos, eran verdaderos maestros del periodismo y muchas de sus sugerencias fueron aplicadas.

¿Cuál era la estructura de la revista y cuales sus secciones fijas?

La revista se estructuraba buscando un balance entre temas y géneros, tratábamos que estuvieran presentes todos los géneros periodísticos y una amplia variedad de temas formativos, como Religión, Historia, Literatura, Ciencia… Se podía encontrar un artículo sobre el filósofo Michael Novak, un ensayo sobre Cabrera Infante o la historia de la Legión de María, movimiento católico que sobrevivió a la disolución de la Acción Católica y que se ha mantenido evangelizando en la duras y en las maduras.

Tuvimos una gran aceptación desde el principio porque las normas editoriales eran muy estrictas y los artículos que se publicaban no podían ser excesivamente largos, ni farragosos. Los editores Andrés Rodríguez y Julio Ramón Pita trabajaron duro en este sentido. Puedo decirte que nos enfocamos en funcionar democráticamente como proyecto y en utilizar un lenguaje comprensible para todos sin renunciar a la profundidad o al rigor.

Preferimos no incluir muchas secciones fijas porque una publicación con pocos recursos no puede darse ese lujo, si se te cae el encargado de la sección y no consigues a otra persona es un problema. El lector se acostumbra a las secciones y si falla alguna es como si le robaran algo. Tuvimos lectores muy fieles desde el principio.

Espacio se convirtió en un espacio sociocultural, con ediciones de libros, galería de arte, eventos y la presentación de cada número, además producía otras publicaciones de la Arquidiócesis de La Habana.

Así mismo fue, cada número de la Revista se presentaba en la Casa Laical y se establecía un diálogo con los lectores. En estos eventos participaban muchas personas de las parroquias cercanas y gente de los Movimientos Laicales, participaban opositores como Adolfo Fernández Sainz preso en la Causa de los 75 y feligrés de la Iglesia de la Caridad, Miguelito Saludes colaborador habitual de la revista y miembro del Movimiento Cristiano Liberación o el inquieto Efrén Martínez Purgarón corresponsal de la Agencia Cuba Press fundada por el poeta Raúl Rivero, por sólo mencionar algunos de ellos. También participaban, incluso, antiguos miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del MININT como el periodista Félix Sautié Mederos.

A partir de estas presentaciones decidimos planificar ciclos de conferencias sobre Historia, Filosofía, Comunicación, etc. Recuerdo en particular un homenaje a Jorge Mañach, el primero después de muchos años, que había sido imposible de realizar en el Instituto de Literatura y Lingüística. Este homenaje se realizó en la Casa Laical con el auspicio de la Revista Espacios y la Comisión de Cultura de la Arquidiócesis, aquel panel sobre Mañach contó con la presencia de académicos, escritores y periodistas como: Mons. Carlos Manuel de Céspedes, Jorge Domingo Cuadriello, Ivette Fuentes de la Paz, Roberto Méndez, Juan Emilio Friguls y Andrés Rodríguez. Con posterioridad a este hecho se editó un volumen que compilaba las ponencias de aquel día.

El equipo de Espacios también editó un libro titulado “Temas Varelianos” que reunía varias conferencias de Mons. Carlos Manuel de Céspedes pronunciadas bajo el auspicio de la Revista Espacios y la Comision de Cultura de la Arquidiocesis. Asimismo, editamos una obra de la Dra. Perla Cartaya Cota, colaboradora habitual de la Revista Palabra Nueva. Estos proyectos editoriales no fueron los únicos porque de Espacios surgió un Suplemento Informativo, que a petición del Cardenal Jaime Ortega, se integró a su Boletín Aquí la Iglesia, del que fui director por algún tiempo. Además del Suplemento Informativo comenzamos a realizar un suplemento de Arte Literatura y en uno de los salones de la Casa Laical se creó una galería alternativa dirigida por Lázara Castellanos, Crítica de Arte, y una de las últimas personas que se incorporó al Consejo de Redacción de la Revista.

El Equipo de Espacios asumió el proceso editorial de las publicaciones de varios Movimientos Laicales, ellos nos traían los contenidos y nosotros nos ocupábamos de la edición y el diseño. Este servicio no se limitó a los Movimientos, nuestro equipo también editó la Revista Justicia y Paz de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

La Revista Espacios contó con excelentes colaboradores habituales como el P. Antonio Rodríguez Díaz, Rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, el P. Fernando de la Vega que posteriormente fue nuestro Asesor Eclesial, los laicos José Enrique Collazo y Manuel Martínez, la documentalista Caridad Cumaná y el periodista Rafael Pérez Pereira, entre muchos otros que sería imposible nombrar. La Revista Espacios propició y animó un amplio proyecto socio cultural, trabajó por el diálogo sin perder su identidad católica, que también quiere decir universal.

¿El período de Joaquín Bello como director mantuvo el perfil de Espacios o se puede hablar de una etapa diferente?

Yo seguí recibiendo la revista en España y no me pareció que el perfil hubiera cambiado, se mantenía la misma política editorial que habíamos diseñado y las mismas normas de estilo que concibió Andrés Rodríguez, quien fungió como editor la mayor parte del tiempo.

Deseo aprovechar esta entrevista para agradecer que en el editorial del V Aniversario de la Revista se me mencionara como cofundador y primer director de la misma, y que se atrevieran a publicar varias colaboraciones que les envié estando ya en el exilio.

En los últimos números de la Revista Espacios, el editor fue Rogelio Fabio Hurtado, hasta que en el 2005 la publicación fue intervenida por la autoridad eclesial y convertida en Espacio Laical.

¿Cuales consideras serían las continuidades y rupturas a partir del cambio de Espacios a Espacio Laical?

Hay más rupturas que continuidades porque la Revista tiene otro nombre y en su portada y machón no se reconoce una etapa anterior. Tampoco permaneció ninguno de sus miembros fundadores. Se puede decir que Espacios Laical es una revista con un perfil editorial más académico, donde predomina el ensayo. Se parece bastante en el diseño a Espacios porque lo realizan los dos únicos sobrevivientes del proyecto original, Manuel Rodríguez y Daniel Ballate.

Considero que la Revista continúa con esa voluntad de abrir espacios que inspiró su fundación y su nombre, pero a veces dan la impresión de ser una publicación del Ministerio de Cultura y no de la Iglesia, una publicación que expresa más confianza en los personeros del régimen que en la oposición.

No hace mucho el laico Jorge Ignacio Domínguez, delegado del ENEC y cofundador de la Revista Vivarium con Mons. Carlos Manuel de Céspedes y otros intelectuales cubanos, al referirse a un polémico editorial de Espacio Laical, escribía lo siguiente: El estilo, la tesis y el vocabulario de ese editorial no parecen los de la Iglesia. Es desolador leer esas frases tan viciadas de ideología —y tan carentes de imaginación— como "curso inalterable", "apoyo irrestricto", "burda simplificación", "en el contexto de una campaña", "se gestó fuera de Cuba", "responde a la política del odio", "sectores que aspiran única y simplemente a derrocar al Gobierno cubano" e "Impedir a toda costa". ¿Qué pensará el habanero de a pie a leerlas?

En mi opinión la inquietud de Jorge Ignacio la compartimos muchos católicos en la Isla y en la Diáspora, la crítica que publiqué sobre este editorial fue reproducida en varias bitácoras y replicada por Arturo López-Levy, en el portal Cubaencuentro. Para mi sorpresa varios laicos prominentes de la Isla, con los que me he reunido en los últimos tiempos, comparten las objeciones que manifesté en ese artículo, también en el exilio personas muy comprometidas con la Iglesia cubana me han manifestado su perplejidad ante el discurso de Espacio Laical.

Actualmente tienes el blog La Casa Cuba. ¿Por qué te incorporas al debate de lo cubano desde la internet? ¿Cuál es el criterio que aplicas para comentar la vida de la Iglesia Católica cubana en los momentos actuales?

Los cubanos seguimos viviendo en la otra orilla aún a nuestro pesar. Añorando la Patria, el terruño, la Casa Cuba que permanece con sabor de hogar a pesar de los pesares. Casa Cuba, concepto con algo de metáfora que un día nos regaló Mons. Carlos Manuel de Céspedes y que expresa la vocación de incluir, el deseo de juntar, propios del hogar cubano. Los que somos deudores del magisterio del P. Carlos nos referimos con frecuencia a esa idea, a ese sueño de una Casa Cuba que no esté signada por el totalitarismo. El blog La Casa Cuba es una herramienta para mantener con vida ese sueño, es un espacio para eludir la censura, para reflexionar públicamente sobre temas diversos. Aquí en el exilio también existe la tentación totalitaria y el blog es un modo de eludir a los totalitarios de cualquier orilla. Aquí tenemos la suerte de disfrutar la libertad y podemos decir lo que pensamos, el riesgo que corremos por esto no se puede comparar al que se corre en una dictadura.

Tú sabes que quiero a mi Iglesia y que he defendido la Mediación desde que comenzó y también he defendido la integridad personal del Cardenal Ortega en todo momento y lugar, sea ante el micrófono de una estación de radio o un estudio de televisión. Porque muchas de las cosas que se dicen de Jaime son verdaderas infamias.

Creo que la Iglesia hace bien en fortalecer sus estructuras pastorales y en evitar los desafíos a un régimen criminal como el de los hermanos Castro.

Creo que los espacios que va consiguiendo la Iglesia están revestidos de un importante significado en el orden de un progreso político y jurídico que comienza a gestarse en las mismas entrañas del totalitarismo: el reconocimiento del derecho a la libertad religiosa.

Esta ampliación y reconocimiento de la libertad religiosa que está ocurriendo en la Isla abre una brecha para el reconocimiento y restauración de los demás derechos y libertades que han sido conculcados; como diría un viejo amigo: La marea cuando sube, sube para todos los botes.

Yo creo que es tiempo de mirar la realidad de Cuba tal cual es y aceptar que ante ese laboratorio del envilecimiento colectivo, que mantienen funcionando los Castro y su pandilla, la Iglesia es la Institución que más trabaja por impedir que dicho envilecimiento sea definitivo. Un pueblo envilecido es lo que interesa al castrismo y sus nuevos gerentes para seguir vendiendo el pueblo finca a los nuevos postores, para que el mayor acto de rebeldía sea lanzarse al mar

Por eso insisto en decir que cuando atacamos a la Iglesia Católica cubana, cuando participamos de las frecuentes campañas de desprestigio que se realizan contra sus pastores estamos marchando contra los intereses del pueblo cubano, estamos obrando en la ceguera, la insensatez y el egoísmo. Y tú sabes que lo digo cada vez que me dan el chance de decirlo.

¿Qué puedes decir de lo que expresa Roberto Veiga: La revista Espacio Laical era un proyecto muy joven. Yo me desempeñaba como miembro del Consejo Editorial de la revista Palabra Nueva, razón por la cual había colaborado poco con ella, cuando un amigo, Francisco Almagro, el editor que comenzó a querer convertirla en una publicación respetable, me pidió que integrara el equipo de dirección para ayudarlo como editor asistente, al ser entrevistado en Cubacuentro?

No sé lo que quiere decir Veiga cuando afirma que se incorporó al proyecto de Espacio Laical cuando Francisco Almagro comenzó a querer convertirla en una publicación respetable. Espacios, tanto en la etapa que yo la dirigí, como en la etapa de Joaquín Bello fue una publicación respetable. Lo que no es respetable es ignorar que hubo una etapa anterior y despreciar el trabajo de los que le antecedieron.

Por otra parte Veiga establece una distinción entre la Iglesia y Espacio Laical que no tiene lugar, Espacio Laical no es un proyecto de la Iglesia, Espacio Laical es Iglesia o debe ser Iglesia en tanto sea un proyecto pastoral, una publicación de carácter eclesial privado. El propio Veiga reconoce en su entrevista la demanda que le hacen laicos católicos cubanos de que la revista debería dedicarse a presentar un pensamiento netamente católico o que emane del catolicismo. Esta demanda es absolutamente legítima porque esta es una revista del Consejo Arquidiócesano de Laicos. Si la revista no presenta un pensamiento eminentemente católico o que emane del catolicismo entonces no es una revista católica, puede ser una revista hecha por católicos como las hay muy prestigiosas en muchas partes del mundo pero sin un reconocimiento institucional de la Iglesia.

También resulta desconcertante ese baremo de Veiga que se refiere a los que trabajan por el diálogo y a los que no trabajan por el diálogo. Cabría preguntarse el diálogo con quién, bajo qué condiciones, con que propósitos. Es una ironía porque Espacio Laical se autodefine como un espacio inclusivo y plural, pero en la práctica utiliza un lenguaje que no acaba de ser incluyente y que resulta confuso.

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