Foto/Reuters
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Tiene el desafío la Iglesia de mostrar a la sociedad cubana esa pluralidad en la unidad que ha sido una de sus mayores riquezas, de dar ese testimonio en una sociedad signada por el totalitarismo, de exponer en sus medios de prensa y en sus eventos la diversidad que la enriquece. Con este testimonio la Iglesia ofrecería un referente ético que la Nación necesita, que esto derive en un servicio concreto de propiciar espacios para la concertación política o una mediación entre los que gobiernan y los que se oponen depende de los Castro, aunque la oferta debiera colocarse más temprano que tarde, sino es que ya lo está, en la mesa de esos encuentros que el General valora como “constructivos y transparentes”. Por ahora la potestad de romper la inercia está en manos de un régimen que no decide nada en sus Congresos, que aún detenta un poder casi absoluto y tiene hasta el momento la última palabra. (ver texto completo en el blog La Casa Cuba)
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