Sunday, April 17, 2011

Los callejones de Camagüey

Maqueta de la ciudad de Camagüey
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por Mabel Guerra García 
(Texto publicado originalmente

Los callejones que conforman el atípico trazado urbano de la ciudad de Camagüey son uno de sus mayores atractivos.

Junto a las estrechas y sinuosas calles del enrevesado entorno histórico, ellos perduran como curiosidad genuina en el ambiente arquitectónico de esta urbe, particularmente delineada dentro del conjunto de ciudades coloniales cubanas y caribeñas.

Pasados los siglos, estas curiosas vías de Camagüey resaltan ante la vista de todos no solo por su abundancia, en número superior a las 60, sino también por sus peculiares características.

Por su limitada amplitud, han logrado perturbar por años a choferes foráneos y hasta que uno u otro citadino que por desconocimiento desboca en alguna de ellas, como es el caso del "Callejón del cura" o "del Silencio", el más estrecho de la villa.

Situado entre las calles de Plácido y Veinte de Mayo, la añeja calleja mide apenas un metro y 40 centímetros de ancho y 52 metros de largo, lo que se hace imposible la circulación por allí de un automóvil de regular tamaño.

En lo de apretujados espacios supera al de "Ramón Ponte", conocido también aquí como "Funda del Catre" o "Poza del Mate", que se extiende por 77 metros con una anchura de dos metros y 20 centímetros, considerado hasta hace poco tiempo la más ceñida de las rutas camagüeyanas.

El callejón más pequeño del emporio es el nombrado "Tula Oms" o "de La Miseria", ubicado en la plazoleta de Bedoya, de solo 15 metros de longitud con tres metros y 80 centímetros de ancho; su prolongación es inferior a la de un buen vehículo o camión.

Además de ser una de las arterias más cortas del país, puede ser que también se incluya entre las menos pobladas del mundo, pues para asombro de todos en este tramo se hallan solo dos viviendas, una frente a otra.

Estas superestrechas calles resultan igualmente atrayentes por el origen curioso de sus nombres, muy vinculados a personajes, labores o hechos en la villa.

Tal es el caso del "Callejón de Tío Perico", denominado así por un viejo pescador que vivía esquinado en ese lugar, junto al río Hatibonico, donde nace o termina este paso estrecho.

El "de Academia", por una escuela de bailes existente en ese sitio, mientras que el "de Las González" debe su nombre a unas buenas beatas hermanas de ese apellido, avecindadas en el lugar.

Las referencias históricas apuntan igualmente que unas hermosas muchachas de cierta familia, quienes vivían en la zona, dieron al "Callejón de Los Ángeles" ese calificativo.

No menos atrás de estos denominadores populares queda el "Callejón de los Sacristanes", llamado de esa manera porque era un camino lateral por donde estas dignidades de la Iglesia de Santa Ana acostumbraban a entrar y salir del edificio.

"Cárcel", por ser sitio inmediato a la antigua penitenciaría de la localidad.

Otros callejones como el del "Templador" y "Cuerno" adquirieron sus nombres por las figuras que poseen; el primero, por el instrumento que utilizan los afinadores de piano, y el segundo porque tiene la forma de una cornamenta curva, estrecha en un extremo y ancho en el otro.

También aparecen en la lista otros ejemplos de nombres curiosos: El de la Alegría, del Cañón, Apodaca, Fundición, Káiser, Magdalena, Soledad, Cucaracha, San Juan Neponuceno, Correa, Montera, Triana, San Serapio, Aruca, Las Micaelitas, Las Niñas y La Risa.

Y aunque a algunos de ellos en la actualidad se les cambió la designación, los lugareños se aferran a seguir llamándolos como antaño, quizás debido a las tradiciones, las raíces culturales y la dinámica de esta ciudad.

Han sobrevivido como fieles testigos del paso del tiempo, resistentes a la circulación diaria de transeúntes y choferes por los destinos de esta urbe que se acerca ya a los 500 años de fundada.

Como cualquier otro de los itinerarios camagüeyanos, figuran en la cartografía local, pero con ese visible distingo de sus raras apariencias y castizos esbozos que los convirtieron en populares callejas de Camagüey.

Hoy, pasear por estos callejones es una sugerente rutina para el disfrute de naturales y extranjeros, quienes a su paso por la adoquinada travesía siempre descubrirán historias o leyendas que perduran en esta legendaria villa.

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