El protagonista de esta historia es un plátano gigante de dos libras y tres onzas, 26 centímetros de diámetro e igual medida de largo, semejante a una media luna, que irrumpió a la fama en el Centro Histórico agramontino.
Acerca de porqué el descomunal crecimiento, Ramiro, advirtió que no hay muchos secretos, «solo el de asegurarse que sea una cepa de Hawai, echarle mucha agua desde las puntas de las hojas hacia el tronco y al tallo que va creciendo, y mantener húmedo el tronco».
Sugirió además que «no se puede olvidar abonar la cepa cuando es sembrada con estiércol de vaca, y hablar de vez en cuando con la mata que va despuntando». (ver detalles en Juventud Rebelde)
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