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Baracoa, Guantánamo, 15 de agosto de 2011.
Ha llegado el momento de dar gracias. La enfermedad mayor que puede tener un corazón es que no sepa agradecer. Y no queremos padecer esa enfermedad.
Gracias al Santo Padre, Benedicto XVI, por su mensaje de cercanía y aliento.
Gracias a todos los que trabajaron e hicieron posible que nuestra Cruz de la Parra fuera declarada Monumento Nacional y Tesoro de la Nación Cubana.
Gracias, por tanto, a esta linda comunidad de Baracoa, al incansable P. Luisito, al Consejo de la Comunidad, a los distintos grupos parroquiales, por todo el tiempo que llevan preparando el acontecimiento de este día y por lo que están haciendo hoy. Todo les está saliendo muy bien.
Gracias a las autoridades por todo lo que han hecho para el buen desenvolvimiento de esta celebración de la Misa. Su presencia y su cooperación es un signo de que en el futuro nuestros diálogos pueden ser más profundos, diáfanos y frecuentes.
Además de dar las gracias a los señores embajadores presentes, doy gracias a la representación de la Iglesia de España en las personas de Encarna, Cristóbal y Carlos, así como al Obispo y a la Iglesia de Bérgamo por todo lo que hacen por nuestra Diócesis de Guantánamo-Baracoa.
Gracias a mis hermanos obispos, sacerdotes, religiosas, diáconos, laicos de tantas comunidades. Recuerden que las puertas de Baracoa y Guantánamo siempre estarán abiertas para ustedes. A todos nosotros nos corresponderá continuar la evangelización en los próximos 500 años.
Gracias a los músicos y los del coro. Gracias por su talento y por sus voces.
Gracias al P. Valentino, nuestro maestro de ceremonias que lo sabe hacer maravillosamente bien.
Gracias igualmente para los que hicieron posible que el pueblo de Baracoa volviese a tener desde el día de hoy un bello reloj en una de las torres campanarios de su Iglesia Parroquial.
Y no por ser los últimos en mencionarse la gratitud va a ser menor. Un gracias gigante a la gente anónima, sencilla, sin los cuales nada hubiera quedado bien. Me refiero a los trabajadores de comunales que barrieron de madrugada esta plaza, a los que colocaron estas sillas, a los de las luces y el audio, a los choferes, a los encargados del orden, al personal de Salud Pública (que no tuvo mucho trabajo), a los carpinteros y artistas que prepararon esta escenografía, a los fotógrafos y camarógrafos, a la familia que nos prestó su casa como sacristía para revestirnos con los ornamentos propios de la Misa, y a los que recogerán todo después y serán los últimos en irse a descansar.
Quiero aprovechar la ocasión para leerles un correo que me ha enviado Mons. Carlos, Obispo Emérito de Guantánamo-Baracoa, cuyo texto dice: “Tengo presente en la Misa de hoy los 500 años de la fundación de Baracoa y deseo expresarles mi felicitación a Usted y a todos los parroquianos, incluyendo al Párroco, por estos festejos para la Ciudad Primada y sede de la primera Diócesis de Cuba. Los recuerdo con el cariño de siempre. En Cristo, Buen Pastor. Mons. Carlos Baladrón Valdés. Obispo Emérito de Guantánamo-Baracoa”.
Y mientras cantamos un canto a la Virgen en este día de su Asunción, la Comunidad de Baracoa quiere tener ahora un gesto de cariño para con los obispos, sacerdotes, religiosas y diáconos.
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