La joven escritora camagüeyana Legna Rodríguez Iglesias de 26 años de edad y ocho libros publicados, recibió recientemente el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, que auspician el Instituto Cubano del Libro, la Casa de las Américas y la Fundación ALIA.
El portal online Cubarte informa que el premio consiste en la entrega de 1 500.00 euros y la publicación del cuento laureado en la revista literaria La Letra del Escriba, tanto en su versión impresa como electrónica. Hasta Feldafing no paro, conformará a su vez junto a los relatos que obtuvieron mención, un volumen que se presentará en la Feria Internacional del Libro de La Habana de 2012.
En entrevista con La Jiribilla, Legna ofrece su opinión sobre la literatura cubana que se escribe por estos días en la Isla:
Hay en tu generación una tendencia a desmarcarse de la impronta realista que ha caracterizado a la literatura cubana contemporánea, sobre todo en los 90. Según dijiste una vez, lo único que no le puede faltar a tus cuentos es realidad. ¿Cómo dialogas con eso?
Igual que Cortázar. Él era un hombre que escribía desde lo fantástico sobre la realidad, o con la realidad. Cuando en la premiación el argentino Mario Goloboff se refería a esto, yo me sentía aún más asustada, porque el cuento premiado era justamente un cuento fantástico lleno de realidad, o una realidad llena de luces, de cosas que no son reales. Al escribir intento una completa mezcla de realidad y fantasía.
¿Cuáles son los pros y contras de los premios?Casi todos los jóvenes escritores necesitan sentirse motivados y un premio es una motivación tanto material como profesional. Puedes llegar a creer que de verdad estás escribiendo bien, aunque no deberías hacerlo. Los premios son algo subjetivo, llenos de gamas y contrastes. Son un problema y a la vez un placer. En Cuba te dan la posibilidad de publicar, lo mismo en una revista que en un libro, y eso es lo más importante. Son casi el único modo de llegar a ver tu obra impresa. Claro, hay que tener en cuenta a los jurados, los movimientos literarios y otros miles de aspectos que determinan a quién se elige. Si no estás en ese círculo van pasando las vueltas y no alcanzas nada.
¿Qué puntos de contacto encuentras entre tu obra y la de otros escritores de tu generación?
La mayor emoción, vergüenza y sorpresa al obtener el premio Julio Cortázar estuvo motivada por la cantidad de buenos escritores jóvenes que hay ahora mismo en Cuba. En La Habana he conocido autores sorprendentes como Raúl Flores, Anisley Negrín, Orlando Luis Pardo, Ahmel Echevarría, Jorge Enrique Lage, entre otros. En cuanto a las preocupaciones comunes, se trata de una pregunta analítica, y no me he detenido a repasar el trabajo de cada uno. Los leo con placer. No sé si sus intereses son los mismos que los míos. Los escritores, en sentido general, siempre tenemos algo que nos une, algún tema o manera de escribir; pero en este caso no estoy segura de cuáles.
Igual existe una gran cantidad de narradoras jóvenes. ¿Implica en algo tu género al concebir los textos?
Nunca he tomado la literatura desde el punto de vista de la mujer. La mujer está defendida. Me parece que no hay que defenderla como tampoco al hombre. El hombre también está defendido. Yo escribo lo que veo en mí y, sobre todo, lo que veo en los demás, lo que veo en la calle. Pero no desde mujer, sino desde persona. Mis personajes son femeninos porque soy yo. Si hubiera sido hombre hubiera escrito así, pero de otra manera. (ver entrevista completa)
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