(COCC) Jaruco, Mayabeque, Arquidiócesis de La Habana, 10 de septiembre de 2011 / Quiso Dios que la primera visita que hiciera la Virgen en el territorio de Jaruco fuera al reclusorio Ho Chi Min, sitio donde permanecen varios cientos de presos en plan de trabajo agrícola.
En un gesto que asombró a muchos, las autoridades permitieron que los reclusos pudieran acercarse a la imagen de la Virgen de la Caridad durante algunos minutos. Llegaron entonces hasta la cerca que limita el reclusorio motivados por los cánticos que precedieron la llegada de la imagen de la Virgen Mambisa. Querían estar lo más cerca posible de ella.
A la llegada del automóvil que transporta a la venerada imagen de María, se escuchó un espontáneo y animoso aplauso; después un gran silencio para escuchar las palabras de aliento y consuelo que les dirigió el obispo auxiliar de la arquidiócesis de La Habana, monseñor Juan de Dios Hernández, el cual apeló a lo bueno y noble que tiene cada persona, que lo invita a rectificar, a perdonar y a convertirse cada día en un ser mejor.
Cuando al fin se les mostró la imagen de la Virgen Peregrina, en toda su belleza y dulzura, esos hombres rudos, muchos de ellos jóvenes, casi niños, rompieron a llorar, otros oraban… Todos en un silencio impresionante que aprovechó el padre Lázaro Roberto, párroco de Jaruco, para elevar súplicas, a las que ellos respondieron, a una voz: “¡Virgen de la Caridad, ruega por nosotros!” Cuando ya Armando cerraba la cabina del automóvil, todos los presos entonaron ese clásico de la música cubana "Y si vas al Cobre…" (sigue)
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