Foto/Getty Image
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(Zenit) En una llamada telefónica a la central del Apostolado del Mar, el padre Raffaele Malena avisó de lo que estaba sucediendo. Le preguntaron si quería que lo fueran a buscar y sin dudar dijo: “Ahora es importante que me quede cerca de la tripulación y los pasajeros para confortarlos en este momento de gran confusión”.
El padre Malena, que conocía a muchos de los más de mil tripulantes indicó que el problema del desembarco fue principalmente el pánico y que el personal de a bordo se comportó bien.
En entrevista a Sergio Centofanti de la Radio Vaticano indicó que “el capellán donde es llamado tiene que correr. Les di coraje, había tantos niños, a una niña la tomé en mis brazos, dije que la mandaran antes con la mamá y la hicieron evacuar antes”. Y añadió que “había otro sacerdote a quien le agradece mucho, el párroco del Giglio, don Lorenzo Pasquotti, que inmediatamente abrió la iglesia”.
Recordó que en esta isla de 1.200 personas en verano y 700 en invierno “todas querían dar una mano: abrieron los hoteles, nos dieron de comer, nos dieron mantas y todo lo que tenían nos lo daban” y concluyó indicando que “a los habitantes de la isla del Giglio deberíamos hacerles un monumento”.
Don Lorenzo Pasquotti, párroco de San Lorenzo y San Mamiliano, de 61 años, por su parte abrió la iglesia y organizó todo lo que se podía para ayudar a los náufragos de este gigante de 17 pisos.
Ayer lunes, debido al mar picado y a un deslizamiento de la nave se suspendió la búsqueda de las 15 personas que continuaban desaparecidas.
El sacerdote Giacomo Martino, director de la Oficina para la pastoral de los trabajadores de la navegación marítima y aérea, de la Conferencia Episcopal Italiana, interrogado por ZENIT dijo sobre el naufragio que “los tripulantes probablemente aún no asimilaron enteramente el golpe, y las acusaciones que giran en los medios contra ellos les hacen sufrir como un segundo naufragio”.
Subrayó que “con tantas personas hemos visto que no era cierto lo de la incompetencia de la que hablaron algunos medios”. “Se hacen simulacros de naufragio –indicó- pero otra cosa es un naufragio verdadero en el que cunde el pánico”. (sigue)
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