ROMA, sábado 7 enero 2012 (ZENIT.org).- Este viernes 6 de enero se celebró la fiesta de Epifanía, del griego “aparición”, “revelación”, que conmemora la llegada de los Reyes Magos a Belén en tiempos del rey Herodes para rendirle homenaje al “Rey de los Judíos” con dones de Oro, don reservado al rey, Incienso, símbolo de la divinidad, y Mirra, señal de su humanidad.
Esta es una fiesta que hemos recibido del Oriente: se tiene noticia a partir del 215, fecha que corresponde fundamentalmente a nuestra Navidad. Con el tiempo, sea en Oriente como en Occidente, la fiesta se convierte en día teofánico, dedicado al bautismo de Jesús. Solo más tarde, y en algunos lugares, respecto al bautismo predomina el misterio de otra teofanía, es decir aquella de los Magos, consolidada cada vez más en el tiempo, hasta llegar a nuestros días.
Básicamente no existe ningún documento cierto que atestigüe cuál fue la procedencia de estos personajes, cuántos fueron realmente, cuáles fueron sus nombres (algunas fuentes, en efecto, hacen referencia a nombres diversos respecto a los de Melchor, Baltasar y Gaspar), pero sobre todo, ¿qué hicieron después de su aparición en la historia de la Navidad? (sigue)
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