Abel Prieto
por Félix Luis Viera
Foto/AIN
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Tuvo su aproximación mayor con Fidel Castro hace unos 20 años, cuando ambos viajaron en una delegación oficial a la investidura del Presidente brasileño Collor de Mello. Debió Castro ver en el escritor a la persona inteligente, aguda, jocosa que es; y con un ánimo de comunión sobresaliente.
Será por lo anterior que, amén de presidir la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) y posteriormente ser nombrado Ministro de Cultura, en su momento Abel Prieto pasó a formar parte del selecto Buró Político del Partido Comunista de Cuba, máximo orden de gobierno en la Cuba dictatorial.
Durante su estancia en el Buró Político–Ministerio de Cultura, Abel Prieto consiguió que los artistas y escritores cubanos pudieran viajar al extranjero y allí permanecer realizando las labores que les fueran ofrecidas, sin perder el derecho a visitar la Isla, o retornar a ella cuando así lo estimaran. Esto resultó una consecución sin precedentes en el cerrado régimen castrista. Mas, debemos considerar que Fidel Castro habría aceptado esta disposición a regañadientes, puesto que, con el desprecio y el consiguiente rencor que lo caracteriza hacia los creadores e intelectuales, exclamaría Castro en una reunión gubernamental televisada, refiriéndose a los miembros de la Uneac que ya en ese momento estaban fuera del país: “Se van a pasar el Período Especial al extranjero”. A los lectores lejanos de la tragedia cubana: Fidel Castro había bautizado Período Especial a la época de más inopia que en toda su historia ha vivido el pueblo de Cuba, cuando desapareció la Unión Soviética, que subsidiaba a la tiranía castrista.
Bueno, volviendo al hilo, escuchado lo antes dicho por Castro, Prieto le replicó a Castro: “Usted no sabe, Comandante, el daño que hace a mi trabajo esa frase dicha por usted”. Entonces Castro le aclaró a Prieto que cuando dijo lo que dijo “estaba jugando” (así, “jugando”, se ha pasado Castro su larga vida, como quien juega con toda seriedad con ratas de laboratorio).
Al día siguiente de esta inusitada escaramuza entre los dos dirigentes, el Pucho Silverio, mi vecino del edificio de enfrente, casi me gritó en la mañana: “Oye, qué clase de cojones tiene ese pelú jefe de ustedes... anoche se le viró al Comandante”.
Durante su estancia en esos altos cargos, Abel Prieto luchó por el reconocimiento y el respeto a los escritores y artistas cubanos (claro, dentro de lo que cabe).
Como creador, Abel Prieto, alias El Bucle, tiene un excelente libro de cuentos: Noche de sábado y una novela igual de excelente: El vuelo del gato, y otra que aún no ha llegado al exilio, Los viajes de Miguel Luna.
Hoy, 6 de marzo de 2012, el periódico Granma (para los lectores distantes del drama cubano: órgano oficial del Partido Comunista de Cuba) da a conocer que Abel Prieto, también llamado Siete Pisos, ha dejado de ser Ministro de Cultura, igual que hace unos meses dejó de pertenecer a las altas esferas del PCC.
Yo me alegro, a ver si se dedica a escribir, que es lo que siempre debió hacer y lo hace bien, y al fin deja de lado esa bobería del Poder, que es cosas de gente intranscendente, olvidable, corriente.
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Félix Luis Viera (Santa Clara, Cuba, 1945). Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba), Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba) y La patria es una naranja (Ediciones Iduna, Miami, EE UU, 2010, Ediciones Il Flogio, Italia, 2011); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002, Editorial L´ Ancora del Mediterraneo, Italia, 2005), la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005) y El corazón del Rey (2010, Editorial Lagares, México). Su libro de cuentos Las llamas en el cielo es considerado un clásico de la literatura de su país. Sus creaciones han sido traducidas a diversos idiomas y forman parte de antologías publicadas en Cuba y en el extranjero. En su país natal recibió varias distinciones por su labor en favor de la cultura. Fue director de la revista Signos, de proyección internacional y dedicada a las tradiciones de la cultura. En México, donde reside desde 1995, ha colaborado en distintos periódicos con artículos de crítica literaria, de contenido cultural en general y de opinión social y política. Asimismo, ha impartido talleres literarios y conferencias, y se ha desempeñado como asesor de variadas publicaciones.
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