por Félix Luis Viera
Un noche de 1962 Mimi Arford, una virgen de la escuela Miss Porter y que llevaba cuatro días como becaria de la Casa Blanca, fue desflorada por el fallecido ex Presidente John F. Keneddy. El entonces Presidente la había convidado a un recorrido privado por el hogar presidencial y, cuando pasaban por la alcoba matrimonial, empujó a su presa a la cama y allí consumó el hecho. Quien le había allanado el camino a JFK fue David Powers, asistente de la Casa Blanca, quien previamente había inducido a la joven Alford a beber una buena cantidad de bebidas alcohólicas. Creo que los lectores coincidirán conmigo en que hay seres que nacen para hacer trabajos muy tristes... ese Powers...
En la entrevista concedida recientemente a Leslie Bennets, de Newsweek, a raíz de su libro Once Upon Secret en el cual la ex becaria revela aquellos hechos de hace 50 años, ella afirma que durante año y medio fue el entretenimiento sexual de J. F. Kennedy, a quien el funesto Poweers le conseguía los aposentos ideales, por toda el área de Washington, para los encuentros entre ella y el Presidente.
Afirma Mimi Alford en su libro que desde la primera relación sexual con Kennedy su reacción —la de ella— fue de obediencia, y agrega que desde entonces sintió que solo debía complacerlo, y que el entonces Presidente nunca la besó, lo cual, digo yo, deja demostrada la calidad de objeto que JFK reservó para la joven.
Estoica, Alford obedeció aun ese día en que el mandatario estadounidense le pidió que le aplicara el sexo oral al asistente Poweers, mientras él los observaba. La “relación” entre JFK y Mimi Alford —hoy con 68 de edad y quien demoró 50 años en dar a conocer esta historia— terminó abruptamente cuando Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963.
Si tomamos en cuenta esta fecha, 1963, tanto cubanos como estadounidenses como ciudadanos soviéticos de aquella época, es muy probable que sintamos terror. El destino de estos tres países —y podríamos decir que del globo terráqueo todo—estuvo en manos de sus respectivos gobernantes.
Terrible. Mientras la población mundial entraba en pánico temiendo la guerra nuclear, John F. Kennedy era víctima —víctima, digo— de su elevado monto de testosterona, lo cual lo llevaba a incursiones subrepticias con Mimi Alford (¿y con ninguna más?) por uno y otro sitio de Washington. Incursiones en las cuales ¿estaría en contacto con los altos mandos de las Fuerzas Armadas, pendiente del desarrollo de los acontecimientos? ¿Bajo aquel prolongado fervor del sexo, JFK pudo haberse equivocado al responder Sí o No a alguna pregunta del Jefe del Estado Mayor Conjunto relacionada con el Botón Nuclear?
Oooohhh...
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Félix Luis Viera (Santa Clara, Cuba, 1945). Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba), Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba) y La patria es una naranja (Ediciones Iduna, Miami, EE UU, 2010, Ediciones Il Flogio, Italia, 2011); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002, Editorial L´ Ancora del Mediterraneo, Italia, 2005), la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005) y El corazón del Rey (2010, Editorial Lagares, México). Su libro de cuentos Las llamas en el cielo es considerado un clásico de la literatura de su país. Sus creaciones han sido traducidas a diversos idiomas y forman parte de antologías publicadas en Cuba y en el extranjero. En su país natal recibió varias distinciones por su labor en favor de la cultura. Fue director de la revista Signos, de proyección internacional y dedicada a las tradiciones de la cultura. En México, donde reside desde 1995, ha colaborado en distintos periódicos con artículos de crítica literaria, de contenido cultural en general y de opinión social y política. Asimismo, ha impartido talleres literarios y conferencias, y se ha desempeñado como asesor de variadas publicaciones.
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