En tres semanas, el Papa Benedicto viajará a Cuba “como peregrino de la caridad”. En los últimos 16 años he viajado a Cuba varias veces. Yo he ido para apoyar a la Iglesia especialmente en la labor de Caritas, el brazo de la pastoral social de la Iglesia Católica en Cuba. Cuba hasta hace poco era un estado oficialmente ateo - ahora se llama un "estado laico". En Cuba, se puede ver lo que dijo Benedicto XVI sobre "un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza". Para el cubano de hoy, sobretodo el joven, la esperanza significa salir de la isla. Lo poco que de la sociedad civil existe en la Cuba de hoy existe gracias a los esfuerzos de la Iglesia Católica - y de Cáritas. Y si Cuba va a encontrar su camino en la transición a una era post-Castro, si los jóvenes van a poder realizar un futuro de esperanza, sin la emigración, la Iglesia Católica tendrá que jugar un papel importante.
Juan Pablo II fue a Cuba como un mensajero de la verdad y la esperanza y la Iglesia en Cuba –como la Iglesia en cualquier lugar - tiene que ser: un mensajero de la verdad y la esperanza. Esto es el reto de la pastoral social de Ia Iglesia. De esta manera podemos cumplir con nuestro deber como ciudadanos y como fieles.
Recuerdo que, hace unos años, el cardenal Ortega de La Habana dio un discurso a una reunión de agentes pastorales en Puebla. Allí, habló con franqueza acerca de las dificultades que la sociedad cubana enfrenta hoy en día. No se hacía ilusiones de que la tan esperada "transición" sería una tarea fácil. Señaló que Cuba parece estar pasando de un materialismo ideológico - representado por el marxismo-leninismo - al materialismo práctico, que conocemos bien en nuestra cultura de consumo..
Hablando de las dificultades experimentadas por la Iglesia (y que aún las experimenta) - las limitaciones en sus derechos, la persecución histórica (recuerden que él mismo pasó algún tiempo en un "campo de reeducación"), la intimidación, la discriminación, etc. - señaló que el comunismo no se opuso a la Iglesia a causa de lo que ella decía acerca de Dios, de la Santísima Trinidad, la Eucaristía, o la piedad mariana - ninguna de estas cosas realmente molestaban a los comunistas. El problema que los comunistas tenían con la Iglesia no se trataba de lo que ella hablaba acerca de Dios, sino de lo que dijo (y dice) del hombre, del ser humano. Y esto no se va a cambiar por moverse de un materialismo ideológico hacia a un materialismo práctico. (ver texto completo del Mensaje del arzobispo Thomas Wenski a los Caballeros Católicos al comenzar de su "Semana Social")
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en el blog: (Miami) Programa de la II Semana Social Católica
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