Foto/Reuters
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La Iglesia aspira a expandir su presencia social, desde un nacionalismo leal, en el que sus valores, intereses e ideales son reconocidos como legítimos, aun cuando son distintos de los postulados por el Partido Comunista en el gobierno. Desde el ascenso al poder de Raúl Castro la Iglesia ha dado, y seguirá dando, voz a propuestas de reformas y aperturas graduales. Una importante interrogante es si el gobierno reconocerá oficialmente nuevos centros de formación y elaboración de pensamiento social-cristiano, como es el caso del Centro Cultural Padre Félix Varela, permitiéndoles desarrollar su quehacer en condiciones de normalidad.
Tras la visita del Santo Padre resulta posible establecer, con mayor claridad, los puntos coincidentes y divergentes en las agendas de la Iglesia y del Gobierno cubano. En los temas de apoyo a la familia y la juventud, promoción de valores, apoyo coordinado a sectores sociales desfavorecidos, el ejercicio de los derechos humanos en el área de la libertad religiosa, el reacomodo positivo de las relaciones de la Isla con su emigración, el éxito de la reforma económica en curso y el rechazo a las políticas agresivas de las administraciones estadounidenses contra Cuba, parece existir consenso entre ambas instancias. Resulta interesante cómo ambos actores, haciendo gala de realismo político y pragmatismo, lograron trasferir antiguas áreas de conflicto hacia áreas de cooperación. Escenario este impensable tan solo una década atrás.
Donde a todas luces no existe un consenso entre la Iglesia y el Gobierno es en el tema de los derroteros inmediatos que debe seguir el país para concretar un modelo sociopolítico que garantice una más amplia participación de todo el espectro político nacional, acorde con los principios esbozados por el Papa y por el Episcopado nacional, en la figura de monseñor Dionisio García, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, expresó durante la conferencia de prensa ofrecida antes de la llegada del Santo Padre que están actualizando el modelo cubano y por tanto abiertos a escuchar proposiciones amigas, pero el vicepresidente del gobierno, Marino Murillo, declaró, ya iniciada la visita, que no tendría lugar una actualización política, sino sólo económica. Es este el gran tema pendiente del Gobierno cubano, y la principal disonancia entre este y la sociedad cubana, incluida la Iglesia. Sería deseable que el buen clima de diálogo existente en la actualidad facilitara, en el futuro, la inclusión de este asunto en la agenda de debate bilateral.(leer texto completo de Iglesia Católica y nacionalismo: los retos tras la visita del papa Benedicto XVI en el website de la COCC)
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