Se ha querido justificar la publicación de los documentos con criterios de limpieza, transparencia, reforma de la Iglesia.
Los sofismas no llevan muy lejos. Mis padres me enseñaron no sólo a no robar, sino también a no aceptar nunca cosas robadas por otros. Me parecen principios sencillos, tal vez para algunos demasiado sencillos, pero es cierto que cuando alguien los pierde de vista, fácilmente se desvía y lleva también a otros a la ruina. No puede haber renovación que pisotee la ley moral, ni siquiera siguiendo el principio de que el fin justifica los medios, un principio que por lo demás no es cristiano.
Y ¿qué responder a quien reivindica el derecho de crónica?
Pienso que en estos días, por parte de periodistas, además del deber de informar de lo que está sucediendo, debería haber también una preocupación ética, es decir, deberían tener la valentía de distanciarse netamente de la iniciativa de un colega suyo que no dudo en definir criminal. Un poco de honradez intelectual y de respeto de la ética profesional más elemental no haría mal al mundo de la información.
Según varios comentarios, los documentos publicados revelarían un mundo turbio en el seno de la Iglesia, especialmente de la Santa Sede.
Me parece que detrás de algunos artículos se esconde una hipocresía de fondo. Por una parte, se critica el carácter absolutista y monárquico del gobierno central de la Iglesia; y por otra, se escandaliza porque algunos, escribiendo al Papa, expresan ideas o incluso quejas sobre la organización del gobierno mismo. Muchos documentos publicados no revelan luchas o venganzas, sino la libertad de pensamiento que, en cambio, según las acusaciones la Iglesia no permite. En suma, no somos momias, y los diversos puntos de vista, incluso las valoraciones opuestas son más bien normales. Si alguien se siente incomprendido, tiene pleno derecho a dirigirse al Pontífice. ¿Dónde está el escándalo? Obediencia no significa renunciar a tener un juicio propio, sino manifestar con sinceridad y hasta el fondo la propia opinión, para después acatar la decisión del superior. Y no por cálculo, sino por adhesión a la Iglesia querida por Cristo. Son elementos fundamentales de la visión católica. (ver entrevista complete en L’OsservatoreRomano)
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